Homenaje al comunismo en la madrileña Puerta de Alcalá
Un escándalo incomprensible ha estallado en España ante la expresión de una gran verdad prohibida que escuece a los progres: “La democracia se pone en solfa desde que el Partido Comunista gobierna". Las palabras de Concepción han puesto de los nervios al PSOE y a toda la izquierda española, sobre todo al comunismo, ahora representado por Pablo Iglesias y Unidas Podemos, que disfruta de una indecente e incomprensible bula en España a pesar de ser, como demuestra la Historia, más totalitario y asesino que todo el fascismo y el nazismo unidos.
Las reacciones de los comunistas no se han hecho esperar: el secretario regional de Podemos en Castilla y León, Pablo Fernández, pide al presidente del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes, que cese inmediatamente a Concepción de su cargo y sostiene que “Esta afirmación es una vergüenza y un atentado a uno de los pilares básicos de la democracia". Por su parte, el ministro comunista de Consumo, Alberto Garzón, ha escrito: “luego hay quien se sorprende con determinadas sentencias dictadas por algunos jueces que, como este señor, profesan ideas reconocidamente reaccionarias”.
Muchos españoles creen lo que cree casi todo el planeta: que tan reaccionarias son las ideas nazis como las comunistas, ya que ambas ideologías han sido condenadas en todo el mundo por totalitarias e incompatibles con la democracia y las libertades.
Es verdad que en España el comunismo no tortura ni mata, pero sí alienta la violencia en las calles, genera inestabilidad y promueve leyes que limitan las libertades y derechos. Muchos analistas y observadores creen que si el comunismo español no va más lejos es sólo porque España está insertada en la Unión de la Europa libre y democrática, que no permite totalitarismos ni violaciones graves de los derechos ciudadanos.
Decenas de palmeros y periodistas sometidos a las izquierdas, a la progresía cultural y al gobierno, auténticos "perros del poder" comprados, se han lanzado, desde los medios de comunicación, contra el alto magistrado para morderle los tobillos por haber dicho una verdad que en España está prohibida: que el comunismo es tan canalla y criminal como el fascismo y, según los datos históricos, más asesino y sanguinario.
Los "progres" y toda la cultura dominante de izquierdas se rasgan las vestiduras cuando VOX sale a las calles y consigue apoyos en las urnas, pero guardan silencio total cuando el comunismo, que asesinó a más de cien millones de ciudadanos en el siglo XX, no sólo se manifiesta, sino que también arrasa las calles, dirige el Estado y gobierna en la nación española, todo un escándalo incomprensible en la Europa democrática, en Estados Unidos y en buena parte del mundo libre.
El comunismo y la izquierda en general disfrutan de una indecente bula que les permite hacerse pasar por demócratas ante la ciudadanía en España, un país que no es ni inocente ni virgen ante el atroz comunismo, una plaga asesina que ya padeció en la II República y la Guerra Civil, donde compitió con el franquismo en asesinatos, represión y todo tipo de crímenes contra la Humanidad.
Pasados los años, las izquierdas gobiernan y han consumado la injusticia histórica de absolver a los asesinos "rojos", mientras condenan sólo a los "azules", a cuyo jefe, Francisco Franco, han sacado de su tumba, mientras se rinde homenaje y se mantienen en pie las estatuas dedicadas a los que comandaban las hordas asesinas comunistas y socialistas en la España de los años treinta del siglo XX.
El mundo democrático tiene claro algo que en España se niega: tan asesinos y antidemocráticos fueron los comunistas como los nazis y fascistas.
Para colmo de descaro, el PSOE, comandado por Sánchez, ha abierto las puertas del gobierno al comunismo español, al que ha otorgado una vicepresidencia y alto poder en la dirección del Estado, ante el estupor de sus aliados y socios de Europa y Occidente, una apuesta por el totalitarismo que está costando a España miles de millones de euros y una insoportable ola de desprestigio y hasta desprecio internacional.
Es cierto que el nazifascismo fue condenado internacionalmente en el juicio de Nüremberg, una condena de la que se libró el asesino Stalin y el lúgubre y siniestro mundo comunista sólo porque la URSS fue aliada de las democracias en la II Guerra Mundial y ayudó eficazmente a la derrota de Hitler, el "colega" de Stalin en la cofradía mundial de los asesinos.
Pero nadie duda en el mundo libre que el comunismo, al igual que el nazismo y el fascismo, tiene todos los "méritos" de sangre y opresión para ser mundialmente condenado como una maldición del género humano.
Quien no lo crea que le pregunte a los más de cien millones de tumbas que existen en el mundo donde reposan los asesinados por el cruel, feroz e inhumano comunismo, casi todos en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y la República Popular China.
Francisco Rubiales
Las reacciones de los comunistas no se han hecho esperar: el secretario regional de Podemos en Castilla y León, Pablo Fernández, pide al presidente del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes, que cese inmediatamente a Concepción de su cargo y sostiene que “Esta afirmación es una vergüenza y un atentado a uno de los pilares básicos de la democracia". Por su parte, el ministro comunista de Consumo, Alberto Garzón, ha escrito: “luego hay quien se sorprende con determinadas sentencias dictadas por algunos jueces que, como este señor, profesan ideas reconocidamente reaccionarias”.
Muchos españoles creen lo que cree casi todo el planeta: que tan reaccionarias son las ideas nazis como las comunistas, ya que ambas ideologías han sido condenadas en todo el mundo por totalitarias e incompatibles con la democracia y las libertades.
Es verdad que en España el comunismo no tortura ni mata, pero sí alienta la violencia en las calles, genera inestabilidad y promueve leyes que limitan las libertades y derechos. Muchos analistas y observadores creen que si el comunismo español no va más lejos es sólo porque España está insertada en la Unión de la Europa libre y democrática, que no permite totalitarismos ni violaciones graves de los derechos ciudadanos.
Decenas de palmeros y periodistas sometidos a las izquierdas, a la progresía cultural y al gobierno, auténticos "perros del poder" comprados, se han lanzado, desde los medios de comunicación, contra el alto magistrado para morderle los tobillos por haber dicho una verdad que en España está prohibida: que el comunismo es tan canalla y criminal como el fascismo y, según los datos históricos, más asesino y sanguinario.
Los "progres" y toda la cultura dominante de izquierdas se rasgan las vestiduras cuando VOX sale a las calles y consigue apoyos en las urnas, pero guardan silencio total cuando el comunismo, que asesinó a más de cien millones de ciudadanos en el siglo XX, no sólo se manifiesta, sino que también arrasa las calles, dirige el Estado y gobierna en la nación española, todo un escándalo incomprensible en la Europa democrática, en Estados Unidos y en buena parte del mundo libre.
El comunismo y la izquierda en general disfrutan de una indecente bula que les permite hacerse pasar por demócratas ante la ciudadanía en España, un país que no es ni inocente ni virgen ante el atroz comunismo, una plaga asesina que ya padeció en la II República y la Guerra Civil, donde compitió con el franquismo en asesinatos, represión y todo tipo de crímenes contra la Humanidad.
Pasados los años, las izquierdas gobiernan y han consumado la injusticia histórica de absolver a los asesinos "rojos", mientras condenan sólo a los "azules", a cuyo jefe, Francisco Franco, han sacado de su tumba, mientras se rinde homenaje y se mantienen en pie las estatuas dedicadas a los que comandaban las hordas asesinas comunistas y socialistas en la España de los años treinta del siglo XX.
El mundo democrático tiene claro algo que en España se niega: tan asesinos y antidemocráticos fueron los comunistas como los nazis y fascistas.
Para colmo de descaro, el PSOE, comandado por Sánchez, ha abierto las puertas del gobierno al comunismo español, al que ha otorgado una vicepresidencia y alto poder en la dirección del Estado, ante el estupor de sus aliados y socios de Europa y Occidente, una apuesta por el totalitarismo que está costando a España miles de millones de euros y una insoportable ola de desprestigio y hasta desprecio internacional.
Es cierto que el nazifascismo fue condenado internacionalmente en el juicio de Nüremberg, una condena de la que se libró el asesino Stalin y el lúgubre y siniestro mundo comunista sólo porque la URSS fue aliada de las democracias en la II Guerra Mundial y ayudó eficazmente a la derrota de Hitler, el "colega" de Stalin en la cofradía mundial de los asesinos.
Pero nadie duda en el mundo libre que el comunismo, al igual que el nazismo y el fascismo, tiene todos los "méritos" de sangre y opresión para ser mundialmente condenado como una maldición del género humano.
Quien no lo crea que le pregunte a los más de cien millones de tumbas que existen en el mundo donde reposan los asesinados por el cruel, feroz e inhumano comunismo, casi todos en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y la República Popular China.
Francisco Rubiales
Comentarios: