¿Partidos constitucionalistas? Pero si todos violan la Constitución. En teoría, partidos como el PSOE, el PP y Ciudadanos se someten a la Constitución Española de 1978, pero nadie viola la ley de leyes como los dos viejos partidos que han construido la España actual durante las últimas cuatro décadas. Llamar constitucionalistas al PSOE y el PP es un cruel sarcasmo porque ellos son los artífices de una España desigual, donde los derechos y deberes dependen de la región donde uno viva y en la que la política está tan desacreditada y desprestigiada que los ciudadanos señalan a los políticos en las encuestas como uno de los grandes problemas de la nación.
Hay tanta corrupción en la política que la Constitución ni siquiera cuenta. Los dos grandes partidos han construido el independentismo cerrando los ojos y oídos a los abusos y arbitrariedades del nacionalismo extremo, abandonando a los ciudadanos catalanes y vascos que se sentían españoles y pactando con los nacionalistas, a cambio de los votos que necesitaban para seguir gobernando, impunidad y manos libres para saquear y expandir el adoctrinamiento, el odio y la marginación de los que no eran nacionalistas, toda una barbaridad contraria a la Constitución perpetrada por los falsos "constitucionalistas".
Las violaciones de los políticos y de sus partidos a la Constitución Española son numerosas y de una gravedad inconcebibles. La ley no es igual para todos; no existe separación en los poderes básicos del Estado; los partidos nombran jueces y magistrados en los altos tribunales; hay una Justicia rápida y otra angustiosamente lenta, como también hay una justicia cruel para el débil y suave para el fuerte. Se roba dinero público, se cobran comisiones por la concesión de algunos contratos públicos, se roba dinero público en transaciones y en operaciones ilegales perpetradas desde el corazón del poder, se otorgan subvenciones a los amigos, se beneficia a los amigos y compañeros de partido para la obtención de puestos de trabajo y ayudas, violando una y mil veces el principio de que los españoles son iguales ante la ley y las oportunidades.
Se cobran impuestos anticonstitucionales como el de Sucesiones y Donaciones, permitiendo que un andaluz pague por heredar cien veces más que un madrileño. La sanidad, la educación y otros servicios vitales son mejores en algunas regiones que en otras. La fiscalidad también es diferente y el mercado único que debe presidir la vida económica de España ha sido dinamitado.
En España, en contra del espíritu de la Constitución, se legisla y se gobierna en contra de la voluntad popular y no existe equilibrio alguno entre el poder político y el poder ciudadano. Los ciudadanos han sido marginados de la política y los políticos jamás rinden cuenta ante el pueblo. La Constitución exige que los partidos políticos funcionen con democracia interna, pero esos partidos son verticales, autoritarios y hornos donde sólo prosperan los que se someten al líder y renuncian al debate, la crítica y el libre pensamiento.
¿Como pueden ser "constitucionalistas" unos políticos que sabiendo que el pueblo exige más castigo contra los corruptos, el fin de las autonomías, que los partidos dejen de ser financiados con dinero procedente de los impuestos y que el Estado adelgace y deje de ser el más obeso de toda Europa, con más políticos a sueldo del Estado que Francia, Alemania y Gran Bretaña juntos, no hacen caso a esas demandas populares y hacen justamente lo contrario?
En España no hay constitucionalistas sino unos que mandan y otros que obedecen, unos que imponen sus criterios y otros que son sometidos por la fuerza.
La Constitución establece derechos básicos que el Estado ignora y desprecia. Destacan el derecho a la igualdad, a una vivienda digna, a participar en la vida política y, sobre todo, a trabajar, derechos todos ellos ignorados y violados en un país desigual, con millones de ciudadanos al borde de la pobreza extrema, expulsados de la política y sin apenas posibilidades de obtener un puesto de trabajo digno.
¿Puede considerarse constitucionalista un partido que permite que cientos de miles de jóvenes españoles con títulos superiores y bien preparados tengan que emigrar para encontrar trabajo?
No es justo ni decente dividir la política catalana en dos bandos, el de los constitucionalistas y el de los independentistas. Más correcto seria dividirlo en independentistas y anti-independentistas, ya que en el desprecio a los principios y valores constitucionales apenas existen diferencias entre unos y otros.
Francisco Rubiales
Hay tanta corrupción en la política que la Constitución ni siquiera cuenta. Los dos grandes partidos han construido el independentismo cerrando los ojos y oídos a los abusos y arbitrariedades del nacionalismo extremo, abandonando a los ciudadanos catalanes y vascos que se sentían españoles y pactando con los nacionalistas, a cambio de los votos que necesitaban para seguir gobernando, impunidad y manos libres para saquear y expandir el adoctrinamiento, el odio y la marginación de los que no eran nacionalistas, toda una barbaridad contraria a la Constitución perpetrada por los falsos "constitucionalistas".
Las violaciones de los políticos y de sus partidos a la Constitución Española son numerosas y de una gravedad inconcebibles. La ley no es igual para todos; no existe separación en los poderes básicos del Estado; los partidos nombran jueces y magistrados en los altos tribunales; hay una Justicia rápida y otra angustiosamente lenta, como también hay una justicia cruel para el débil y suave para el fuerte. Se roba dinero público, se cobran comisiones por la concesión de algunos contratos públicos, se roba dinero público en transaciones y en operaciones ilegales perpetradas desde el corazón del poder, se otorgan subvenciones a los amigos, se beneficia a los amigos y compañeros de partido para la obtención de puestos de trabajo y ayudas, violando una y mil veces el principio de que los españoles son iguales ante la ley y las oportunidades.
Se cobran impuestos anticonstitucionales como el de Sucesiones y Donaciones, permitiendo que un andaluz pague por heredar cien veces más que un madrileño. La sanidad, la educación y otros servicios vitales son mejores en algunas regiones que en otras. La fiscalidad también es diferente y el mercado único que debe presidir la vida económica de España ha sido dinamitado.
En España, en contra del espíritu de la Constitución, se legisla y se gobierna en contra de la voluntad popular y no existe equilibrio alguno entre el poder político y el poder ciudadano. Los ciudadanos han sido marginados de la política y los políticos jamás rinden cuenta ante el pueblo. La Constitución exige que los partidos políticos funcionen con democracia interna, pero esos partidos son verticales, autoritarios y hornos donde sólo prosperan los que se someten al líder y renuncian al debate, la crítica y el libre pensamiento.
¿Como pueden ser "constitucionalistas" unos políticos que sabiendo que el pueblo exige más castigo contra los corruptos, el fin de las autonomías, que los partidos dejen de ser financiados con dinero procedente de los impuestos y que el Estado adelgace y deje de ser el más obeso de toda Europa, con más políticos a sueldo del Estado que Francia, Alemania y Gran Bretaña juntos, no hacen caso a esas demandas populares y hacen justamente lo contrario?
En España no hay constitucionalistas sino unos que mandan y otros que obedecen, unos que imponen sus criterios y otros que son sometidos por la fuerza.
La Constitución establece derechos básicos que el Estado ignora y desprecia. Destacan el derecho a la igualdad, a una vivienda digna, a participar en la vida política y, sobre todo, a trabajar, derechos todos ellos ignorados y violados en un país desigual, con millones de ciudadanos al borde de la pobreza extrema, expulsados de la política y sin apenas posibilidades de obtener un puesto de trabajo digno.
¿Puede considerarse constitucionalista un partido que permite que cientos de miles de jóvenes españoles con títulos superiores y bien preparados tengan que emigrar para encontrar trabajo?
No es justo ni decente dividir la política catalana en dos bandos, el de los constitucionalistas y el de los independentistas. Más correcto seria dividirlo en independentistas y anti-independentistas, ya que en el desprecio a los principios y valores constitucionales apenas existen diferencias entre unos y otros.
Francisco Rubiales
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