La erradicación del fracasado comunismo tiene que ser el punto de partida para la regeneración del mundo y la adopción de políticas decentes y justas, que sirvan al pueblo en lugar de servir a los partidos y a sus cuadros.
La revolución que el mundo necesita es la regeneración de la política, hoy corrompida y envilecida, lo que significa el fin de las izquierdas marxistas y de las derechas acomplejadas y cobardes, todas ellas contaminadas de tiranía marxista, culpables de que el mundo actual, lleno de injusticia, desigualdad, violencia y muerte, sea un desastre. Los gobiernos deberán ser controlados por las leyes y el pueblo y los políticos serán personas de probada virtud y valores, en lugar de los corruptos y delincuentes que hoy logran apoderarse de algunos estados,
La frase de Milei, el anarco liberal candidato a ser presidente de Argentina, resuena en todo el mundo cargada de razón y realidad: «Confiar en los políticos es como poner a tus hijos en manos de un pedófilo».
Milei, como Tump, Bolsonaro, la extrema derecha y miles de revueltas e intentos de rebelión contra el sistema son resultado directo del fracaso de las políticas de izquierda en el mundo, llenas de hipocresía y falsedad, que se presentan como protectoras de los débiles cuando en realidad son esclavizadoras, corruptas, depredadoras y creadoras de opresión y pobreza.
Las izquierdas subsisten y resisten gracias a su hábil manejo de la propaganda, de la mentira y del dinero, que emplean en aplastar la verdad y engañar a todos. La columna vertebral de su política es lo que llaman progreso, algo que en realidad es retroceso porque se inspira en sociedades tan fracasadas como la soviética, la cubana, la venezolana y otras tiranizadas, todas ellas sumidas en la pobreza y el dolor. Su gran consigna propagandística es que reparte la riqueza entre los menos favorecidos, pero esa es otra falsedad porque en los países que gobierna hay cada día más pobres. La gran verdad que ocultan es que ellos propician la pobreza porque saben que los ricos votan a las derechas liberales, mientras que los pobres, frágiles y preparados para recibir promesas falsas, votan a las izquierdas.
La Revolución que el mundo necesita y busca es una limpieza a fondo que elimine a los políticos corruptos, psicópatas, egoístas y malvados que se han apoderado del Estado a través de esas organizaciones verticales y totalitarias que son los partidos políticos, donde florecen la corrupción y todo tipo de vicios antidemocráticos.
Una vez eliminados, el Estado tendrá que reducirse al mínimo, los ciudadanos tendrán que asumir el gran reto del autogobierno y los partidos políticos y sus huestes corrompidas, culpables de buscar el propio beneficio en lugar del bien común, deberán ser ilegalizados.
De ese modo, el mundo se regenerará y conocerá niveles de paz, justicia y prosperidad hoy ni siquiera imaginables.
Francisco Rubiales
La frase de Milei, el anarco liberal candidato a ser presidente de Argentina, resuena en todo el mundo cargada de razón y realidad: «Confiar en los políticos es como poner a tus hijos en manos de un pedófilo».
Milei, como Tump, Bolsonaro, la extrema derecha y miles de revueltas e intentos de rebelión contra el sistema son resultado directo del fracaso de las políticas de izquierda en el mundo, llenas de hipocresía y falsedad, que se presentan como protectoras de los débiles cuando en realidad son esclavizadoras, corruptas, depredadoras y creadoras de opresión y pobreza.
Las izquierdas subsisten y resisten gracias a su hábil manejo de la propaganda, de la mentira y del dinero, que emplean en aplastar la verdad y engañar a todos. La columna vertebral de su política es lo que llaman progreso, algo que en realidad es retroceso porque se inspira en sociedades tan fracasadas como la soviética, la cubana, la venezolana y otras tiranizadas, todas ellas sumidas en la pobreza y el dolor. Su gran consigna propagandística es que reparte la riqueza entre los menos favorecidos, pero esa es otra falsedad porque en los países que gobierna hay cada día más pobres. La gran verdad que ocultan es que ellos propician la pobreza porque saben que los ricos votan a las derechas liberales, mientras que los pobres, frágiles y preparados para recibir promesas falsas, votan a las izquierdas.
La Revolución que el mundo necesita y busca es una limpieza a fondo que elimine a los políticos corruptos, psicópatas, egoístas y malvados que se han apoderado del Estado a través de esas organizaciones verticales y totalitarias que son los partidos políticos, donde florecen la corrupción y todo tipo de vicios antidemocráticos.
Una vez eliminados, el Estado tendrá que reducirse al mínimo, los ciudadanos tendrán que asumir el gran reto del autogobierno y los partidos políticos y sus huestes corrompidas, culpables de buscar el propio beneficio en lugar del bien común, deberán ser ilegalizados.
De ese modo, el mundo se regenerará y conocerá niveles de paz, justicia y prosperidad hoy ni siquiera imaginables.
Francisco Rubiales
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