El actual PSOE, destrozado por el mandato de Zapatero e infectado por la corrupción y el abuso de poder, está perdiendo el favor de la ciudadanía y se ha convertido ya en una carga insoportable para España que, incluso, corre el peligro de desaparecer como gran partido y ser sobrepasado por otras organizaciones políticas, hoy minoritarias, como Izquierda Unida y UPyD.
Sin embargo, a pesar del inmenso deterioro socialista y del grave daño causado por ese partido a España durante el mandato de Zapatero, el país necesita que el socialismo se regenere y vuelva a ser grande como opción política y de gobierno.
La desaparición del PSOE sería para España una desgracia casi tan grande como ha sido el "zapaterismo" porque dejaría al país en manos de una derecha ensoberbecida y crecida, que ejercería el poder sin contrapeso y sin el control de una oposición fuerte, imprescindible en democracia.
Sin la posibilidad real de una alternancia en el poder, la democracia deja de serlo y se convierte en una dictadura de partido, aunque sea legalizada por las urnas. Con un partido hegemónico que se sienta dueño del poder, los ciudadanos se convierten en rehenes y la corrupción suele anidar dentro del partido dominante con una virulencia insoportable, como ha ocurrido en Andalucía durante las tres décadas de dominio socialista sin una oposición capaz de servir de contrapeso.
En este contexto de regeneración necesaria del socialismo, la retirada definitiva de Zapatero y la convocatoria de elecciones anticipadas es la condición previa y necesaria a la regeneración socialista. Si esa retirada del dirigente fracasado no se produce, el socialismo español seguirá concitando el rechazo y hasta el odio de los ciudadanos, sentimientos que se plasmarían en una derrota tan rotunda en las elecciones generales de 2012 que pondría en peligro la misma supervivencia del PSOE.
La postura de Zapatero y su equipo, que piensan que lo único que deben hacer tras la derrota sufrida el 22 de mayo es "corregir los errores" y "explicar mejor" la política socialista constituye un error garrafal y representa para el socialismo un paso adelante hacia la derrota y el fracaso.
Las premisas imprescindibles para la regeneración socialista, les guste o no, es la desaparición política de Zapatero y la condena pública del Zapaterismo, reconociendo ante los españoles los profundos daños que esa política ha causado. Solo después de esas medidas, una vez producidas la necesaria catarsis y expiación, podrá reconstruirse un partido que hoy está minado por la corrupción, el clientelismo, la pérdida de ideas, valores y principios, la alteración de las prioridades y el deterioro general de una militancia que se ha olvidado de la primacía del bien común y del servicio, sustituyéndola por una obsesión desordenada por el poder y los privilegios.
Sin embargo, a pesar del inmenso deterioro socialista y del grave daño causado por ese partido a España durante el mandato de Zapatero, el país necesita que el socialismo se regenere y vuelva a ser grande como opción política y de gobierno.
La desaparición del PSOE sería para España una desgracia casi tan grande como ha sido el "zapaterismo" porque dejaría al país en manos de una derecha ensoberbecida y crecida, que ejercería el poder sin contrapeso y sin el control de una oposición fuerte, imprescindible en democracia.
Sin la posibilidad real de una alternancia en el poder, la democracia deja de serlo y se convierte en una dictadura de partido, aunque sea legalizada por las urnas. Con un partido hegemónico que se sienta dueño del poder, los ciudadanos se convierten en rehenes y la corrupción suele anidar dentro del partido dominante con una virulencia insoportable, como ha ocurrido en Andalucía durante las tres décadas de dominio socialista sin una oposición capaz de servir de contrapeso.
En este contexto de regeneración necesaria del socialismo, la retirada definitiva de Zapatero y la convocatoria de elecciones anticipadas es la condición previa y necesaria a la regeneración socialista. Si esa retirada del dirigente fracasado no se produce, el socialismo español seguirá concitando el rechazo y hasta el odio de los ciudadanos, sentimientos que se plasmarían en una derrota tan rotunda en las elecciones generales de 2012 que pondría en peligro la misma supervivencia del PSOE.
La postura de Zapatero y su equipo, que piensan que lo único que deben hacer tras la derrota sufrida el 22 de mayo es "corregir los errores" y "explicar mejor" la política socialista constituye un error garrafal y representa para el socialismo un paso adelante hacia la derrota y el fracaso.
Las premisas imprescindibles para la regeneración socialista, les guste o no, es la desaparición política de Zapatero y la condena pública del Zapaterismo, reconociendo ante los españoles los profundos daños que esa política ha causado. Solo después de esas medidas, una vez producidas la necesaria catarsis y expiación, podrá reconstruirse un partido que hoy está minado por la corrupción, el clientelismo, la pérdida de ideas, valores y principios, la alteración de las prioridades y el deterioro general de una militancia que se ha olvidado de la primacía del bien común y del servicio, sustituyéndola por una obsesión desordenada por el poder y los privilegios.
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