
Una iglesia fracturada y en crisis buscaba un papa firme y fuerte, capaz de unirla en torno al evangelio y al margen de izquierdas, derechas, progresismos, socialismo y otras castraciones.
El cardenal Prevost, hoy León XIV, reúne todos los ingredientes para ser el gran papa de los tiempos difíciles, el que el mundo necesita para eludir su destrucción.
Sus orígenes populares hispanos y europeos, su formación como estadounidense, sus conocimientos en filosofía, matemáticas y derecho canónico y, sobre todo, su experiencia como misionero y como conocedor de la Curia vaticana, hacen del nuevo papa un ser cargado de esperanza y dotado para ayudar al mundo en estos momentos difíciles de odio, violencia y riesgo de exterminio atómico.
El papa llega como pastor a un mundo sucio, con el liderazgo político hecho trizas e infectado por la violencia y la guerra. Dos potencias atómicas, India y Pakistán, están mortalmente enfrentadas y el mundo tiembla y siente escalofrío ante el amenazante vuelo de los misiles con ojivas nucleares. Los pobres están siendo aplastados en Gaza y los piratas rusos de Putin quieren arrasar Ucrania.
La Historia suele encumbrar a héroes cuando el planeta está dominado por miserables. León XIV puede ser el héroe santo que el mundo necesita para contrarrestar la destrucción que portan tiranos autócratas como los que gobiernan decenas de países, entre ellos Rusia, China, Venezuela, Cuba, España y quizás también los Estados Unidos, la Unión Europea y otros políticos-chacales con poder.
León XIV es un mensajero enviado a la Tierra para intentar salvarla de las amenazas que representan sus dirigentes políticos, creadores de un mundo asqueroso, sin valores , injusto y al borde de la guerra y la autodestrucción.
Sus primeras palabras fueron de paz y su primera afirmación tajante ha sido "El mal no prevalecerá". Tal vez sea el enviado de Dios para reparar la letrina inmundo que los políticos han construido en la Tierra.
Ojalá los cardenales hayan elegido al hombre apropiado para sembrar la paz y el amor donde sólo hay odio, corrupción y violencia.
En su primer discurso pulsó las teclas apropiadas al hablar de paz y amor, que son los valores que, junto con la justicia, el mundo necesita para salvarse.
Francisco Rubiales
El cardenal Prevost, hoy León XIV, reúne todos los ingredientes para ser el gran papa de los tiempos difíciles, el que el mundo necesita para eludir su destrucción.
Sus orígenes populares hispanos y europeos, su formación como estadounidense, sus conocimientos en filosofía, matemáticas y derecho canónico y, sobre todo, su experiencia como misionero y como conocedor de la Curia vaticana, hacen del nuevo papa un ser cargado de esperanza y dotado para ayudar al mundo en estos momentos difíciles de odio, violencia y riesgo de exterminio atómico.
El papa llega como pastor a un mundo sucio, con el liderazgo político hecho trizas e infectado por la violencia y la guerra. Dos potencias atómicas, India y Pakistán, están mortalmente enfrentadas y el mundo tiembla y siente escalofrío ante el amenazante vuelo de los misiles con ojivas nucleares. Los pobres están siendo aplastados en Gaza y los piratas rusos de Putin quieren arrasar Ucrania.
La Historia suele encumbrar a héroes cuando el planeta está dominado por miserables. León XIV puede ser el héroe santo que el mundo necesita para contrarrestar la destrucción que portan tiranos autócratas como los que gobiernan decenas de países, entre ellos Rusia, China, Venezuela, Cuba, España y quizás también los Estados Unidos, la Unión Europea y otros políticos-chacales con poder.
León XIV es un mensajero enviado a la Tierra para intentar salvarla de las amenazas que representan sus dirigentes políticos, creadores de un mundo asqueroso, sin valores , injusto y al borde de la guerra y la autodestrucción.
Sus primeras palabras fueron de paz y su primera afirmación tajante ha sido "El mal no prevalecerá". Tal vez sea el enviado de Dios para reparar la letrina inmundo que los políticos han construido en la Tierra.
Ojalá los cardenales hayan elegido al hombre apropiado para sembrar la paz y el amor donde sólo hay odio, corrupción y violencia.
En su primer discurso pulsó las teclas apropiadas al hablar de paz y amor, que son los valores que, junto con la justicia, el mundo necesita para salvarse.
Francisco Rubiales
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