Casimiro Curbelo, senador del PSOE y presidente del Cabildo de la Gomera, junto a su hijo y un amigo, protagonizó un bochornoso enfrentamiento con la policía, cuyo atestado, publicado por la prensa, demuestra hasta que punto lo peor de la sociedad se ha infiltrado en los partidos políticos y está gobernando España. El caso del senador socialista no es un accidente aíslado sino el reflejo del esaso nivel democrático y cívico de una clase política española que es rechazada por los ciudadanos, que ha destruido la democracia, ha desprestigiado el sistema, ha liquidado la confianza en el liderazgo y está llevando al país hacia la ruina.
El comportamiento del senador socialista, en vísperas del 18 de Julio, nos recuerda la dictadura del “usted no sabe con quien está hablando”, rasgo fundamental del franquismo, heredado por demasiados políticos de la mal llamada "democracia", tanto de izquierda como de derecha, que siguen entendiendo el poder del mismo modo. Para muchos españoles, poco conocedores de la faunapolítica nacional, el caso de Curbelo es como la reaparición de un tipo de sapo que se creía extinto.
El atestado no tiene desperdicio. Éstas son algunas de las perlas dialécticas que, según las diligencias policiales, le dedicó a los agentes:
"Soy senador y vosotros más que policías sois unos terroristas, unos borrachos. No sabéis con quién estáis tratando, soy del Senado, voy a acabar con vuestras carreras"
"Estas tres personas presentan un evidente estado de embriaguez, dificultad en el habla, boca pastosa, ojos vidriosos, pupilas dilatadas, halitosis etílica y un estado de excitación consecuencia del consumo de bebidas alcohólicas"
"Vosotros sois policías y estáis para atender a los ciudadanos y no queréis atender una agresión"
"Tú eres un "pringao" y estás hablando con un senador, no me des la espalda. Te vamos a denunciar por abuso de autoridad"
"Esto es un abuso; os voy a denunciar por detención ilegal, sois unos terroristas, borrachos, hijos de puta, sinvergüenzas, soy senador y voy a ir uno a uno a por vosotros. Voy a acabar con vuestras carreras, que estáis pagados por los putos fachas del PP; sois unos putos vendidos"
Curbelo arroja su teléfono móvil al suelo: «Lo habéis roto vosotros, os vais a enterar.
Casimiro hijo: "Tu cara no la voy a olvidar en la vida, ni tu familia de Ceuta, que eres un moro"
"¿No conoces a nadie que puede envenenar el asunto?", pregunta a su padre. "Todos estos hijos de puta se van a enterar. Vuestro sueldo lo paga el puticlub. Esto es una trama urdida por el Partido Popular"
Con gente así en el poder, es normal que España camine hacia el desastre. La democracia exige irigentes de otro material y con otra escala de valores muy distinta: servidores públicos que representan al ciudadano con dignidad y ejemplaridad, capaces de dedicar su vida, con generosidad, entrega y eficacia, al servicio del Estado y de los ciudadanos.
Ante la evidencia, cuando ha quedado más que comprobado que delincuentes, chorizos, desvergonzados, corruptos y arrogantes se han infiltrado en el poder, contaminando el servicio público y el sistema, destruyendo el prestigio y la imagen de una casta política en la que también existe gente preparada y con espíritu de servicio, resuta evidente que la primera urgencia es regenerar su tejido político español, el peor foco contaminante del país, completamente ignorante de lo que es la democracia y de las exigencias y normas de ese sistema.
El comportamiento del senador socialista, en vísperas del 18 de Julio, nos recuerda la dictadura del “usted no sabe con quien está hablando”, rasgo fundamental del franquismo, heredado por demasiados políticos de la mal llamada "democracia", tanto de izquierda como de derecha, que siguen entendiendo el poder del mismo modo. Para muchos españoles, poco conocedores de la faunapolítica nacional, el caso de Curbelo es como la reaparición de un tipo de sapo que se creía extinto.
El atestado no tiene desperdicio. Éstas son algunas de las perlas dialécticas que, según las diligencias policiales, le dedicó a los agentes:
"Soy senador y vosotros más que policías sois unos terroristas, unos borrachos. No sabéis con quién estáis tratando, soy del Senado, voy a acabar con vuestras carreras"
"Estas tres personas presentan un evidente estado de embriaguez, dificultad en el habla, boca pastosa, ojos vidriosos, pupilas dilatadas, halitosis etílica y un estado de excitación consecuencia del consumo de bebidas alcohólicas"
"Vosotros sois policías y estáis para atender a los ciudadanos y no queréis atender una agresión"
"Tú eres un "pringao" y estás hablando con un senador, no me des la espalda. Te vamos a denunciar por abuso de autoridad"
"Esto es un abuso; os voy a denunciar por detención ilegal, sois unos terroristas, borrachos, hijos de puta, sinvergüenzas, soy senador y voy a ir uno a uno a por vosotros. Voy a acabar con vuestras carreras, que estáis pagados por los putos fachas del PP; sois unos putos vendidos"
Curbelo arroja su teléfono móvil al suelo: «Lo habéis roto vosotros, os vais a enterar.
Casimiro hijo: "Tu cara no la voy a olvidar en la vida, ni tu familia de Ceuta, que eres un moro"
"¿No conoces a nadie que puede envenenar el asunto?", pregunta a su padre. "Todos estos hijos de puta se van a enterar. Vuestro sueldo lo paga el puticlub. Esto es una trama urdida por el Partido Popular"
Con gente así en el poder, es normal que España camine hacia el desastre. La democracia exige irigentes de otro material y con otra escala de valores muy distinta: servidores públicos que representan al ciudadano con dignidad y ejemplaridad, capaces de dedicar su vida, con generosidad, entrega y eficacia, al servicio del Estado y de los ciudadanos.
Ante la evidencia, cuando ha quedado más que comprobado que delincuentes, chorizos, desvergonzados, corruptos y arrogantes se han infiltrado en el poder, contaminando el servicio público y el sistema, destruyendo el prestigio y la imagen de una casta política en la que también existe gente preparada y con espíritu de servicio, resuta evidente que la primera urgencia es regenerar su tejido político español, el peor foco contaminante del país, completamente ignorante de lo que es la democracia y de las exigencias y normas de ese sistema.
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