La "chapuza" protagonizada por España en el tratamiento de la enfermedad mas peligrosa del mundo permite pensar que el gobierno español es mas peligroso que el ébola.
Y los que así piensan tienen razón porque, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es muy difícil que el ébola pueda propagarse y causar daños notables en una sociedad desarrollada, mientras que el gobierno español lleva décadas causando estragos terribles y colocando a España en la ruina económica, la descomposición moral y el riesgo de despedazarse como nación. Además, frente al ébola contamos con medicamentos, profesionales entrenados y protocolos, pero contra el gobierno no hay defensa alguna en una falsa democracia sin controles ni leyes que limiten el poder de unos gobernantes que no rinden cuentas ante el ciudadano y que se consideran portadores de un cheque en blanco para decidir y hacer lo que quieran mientras dure la legislatura.
Aunque el ministro Soria haya desmentido con precipitación que el ébola vaya a dañar el turismo, primer motor de la economía española, esa afirmación es falsa y destinada a frenar el pánico desatado en los sectores turísticos ante el miedo de que la existencia del virus en España cause millones de ausencias turísticas. Por lo pronto, las acciones de operadores turísticos y empresas relacionadas con el sector están bajando fuertemente en los mercados.
España es un país dramáticamente maltratado por sus gobernantes. Los políticos se han ganado a pulso el rechazo y hasta el odio de los ciudadanos porque sus decisiones y comportamientos en las últimas décadas han sido injustos, dañinos y casi letales para España.
Por culpa de los políticos la crisis económica, mal gestionada, ha sido en España mas terrible que en la mayoría de los países del mundo. Los políticos, por los impuestos abusivos que imponen, son los culpables de que miles de empresas hayan cerrado y cientos de miles de puestos de trabajo se hayan perdido. Son también los responsables directos del despilfarro, del endeudamiento público feroz, que hipoteca a las próximas tres generaciones de españoles, de la baja calidad de los servicios públicos, sobre todo del deterioro de la sanidad y la enseñanza públicas, de la escasa protección de los mas necesitados, del avance de la pobreza, de la baja calidad de la democracia y de haber deteriorado la convivencia entre los españoles hasta el límite de que algunos pueblos quieren la separación y la independencia.
Los políticos españoles han sido, históricamente, la peor plaga de la nación. Por su egoísmo, arbitrariedad y falta de generosidad y visión, impidieron que las libertades y derechos llegaran a España con el vigor y la prontitud que llegaron a otras naciones y que la prosperidad penetrara en tierras españolas. Ellos fueron los culpables de la sangrienta guerra civil de 1936 y de las venganzas y asesinatos que ensombrecieron la historia reciente de los españoles.
Nadie es tan culpable como esa "casta" política tan odiada en asuntos como el fracaso escolar, la baja calidad de la enseñanza, la corrupción brutal que infecta al país, una corrupción que, desde los palacios y ministerios, ha contaminado a la sociedad entera, el deterioro del prestigio internacional y los altos puestos que ocupa España en las listas mundiales de prostitución, corrupción institucional, trata de blancas, tráfico y consumo de drogas, blanqueo de dinero y otras muchas lacras.
El contagio del ébola en España y la enorme alarma social que ese asunto ha provocado son obra exclusiva de un gobierno que ha cometido el brutal error de haber traído a España a dos misioneros infectados, situándolos imprudentemente en el corazón de la capital, rodeados de mas de siete millones de ciudadanos, sin cuidar suficientemente las medidas de seguridad para aislar el virus y garantizar la vida de los ciudadanos. El ébola español es una caso impresentable que demuestra la chapuza y la baja calidad de los gobernantes, que ni siquiera fueron capaces de formar debidamente al personal, ni de proporcionar los trajes e instalaciones adecuadas para enfrentarse a un virus tan letal.
La baja estofa de la clase política española, minada por casos de corrupción, arbitrariedad, abuso de poder y mal gobierno, exige una urgente refundación de un sistema que ni siquiera posee la fundamental separación e independencia de los poderes, que tiene a su aparato judicial controlado por los políticos y que permite que imbéciles y sinvergüenzas puedan encaramarse con facilidad en las entrañas del Estado, ocupando los mas altos niveles de responsabilidad.
Mas que una intervención internacional o un rescate económico, lo que España necesita es una verdadera democracia, en la que los cargos públicos rindan cuenta a sus ciudadanos y no a sus partidos políticos, en la que se castigue a los delincuentes políticos, que hoy campean, enriquecidos e impunes, a lo largo y ancho del país y en la que los partidos políticos y sindicatos, columnas vertebrales de la estructura de poder, dejen de ser escuelas donde se integran y se forman ineptos, delincuentes y canallas, mas preparados para enriquecerse y utilizar el poder en beneficio propio y de sus respectivos partidos que para servir al ciudadano y al bien común.
Y los que así piensan tienen razón porque, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es muy difícil que el ébola pueda propagarse y causar daños notables en una sociedad desarrollada, mientras que el gobierno español lleva décadas causando estragos terribles y colocando a España en la ruina económica, la descomposición moral y el riesgo de despedazarse como nación. Además, frente al ébola contamos con medicamentos, profesionales entrenados y protocolos, pero contra el gobierno no hay defensa alguna en una falsa democracia sin controles ni leyes que limiten el poder de unos gobernantes que no rinden cuentas ante el ciudadano y que se consideran portadores de un cheque en blanco para decidir y hacer lo que quieran mientras dure la legislatura.
Aunque el ministro Soria haya desmentido con precipitación que el ébola vaya a dañar el turismo, primer motor de la economía española, esa afirmación es falsa y destinada a frenar el pánico desatado en los sectores turísticos ante el miedo de que la existencia del virus en España cause millones de ausencias turísticas. Por lo pronto, las acciones de operadores turísticos y empresas relacionadas con el sector están bajando fuertemente en los mercados.
España es un país dramáticamente maltratado por sus gobernantes. Los políticos se han ganado a pulso el rechazo y hasta el odio de los ciudadanos porque sus decisiones y comportamientos en las últimas décadas han sido injustos, dañinos y casi letales para España.
Por culpa de los políticos la crisis económica, mal gestionada, ha sido en España mas terrible que en la mayoría de los países del mundo. Los políticos, por los impuestos abusivos que imponen, son los culpables de que miles de empresas hayan cerrado y cientos de miles de puestos de trabajo se hayan perdido. Son también los responsables directos del despilfarro, del endeudamiento público feroz, que hipoteca a las próximas tres generaciones de españoles, de la baja calidad de los servicios públicos, sobre todo del deterioro de la sanidad y la enseñanza públicas, de la escasa protección de los mas necesitados, del avance de la pobreza, de la baja calidad de la democracia y de haber deteriorado la convivencia entre los españoles hasta el límite de que algunos pueblos quieren la separación y la independencia.
Los políticos españoles han sido, históricamente, la peor plaga de la nación. Por su egoísmo, arbitrariedad y falta de generosidad y visión, impidieron que las libertades y derechos llegaran a España con el vigor y la prontitud que llegaron a otras naciones y que la prosperidad penetrara en tierras españolas. Ellos fueron los culpables de la sangrienta guerra civil de 1936 y de las venganzas y asesinatos que ensombrecieron la historia reciente de los españoles.
Nadie es tan culpable como esa "casta" política tan odiada en asuntos como el fracaso escolar, la baja calidad de la enseñanza, la corrupción brutal que infecta al país, una corrupción que, desde los palacios y ministerios, ha contaminado a la sociedad entera, el deterioro del prestigio internacional y los altos puestos que ocupa España en las listas mundiales de prostitución, corrupción institucional, trata de blancas, tráfico y consumo de drogas, blanqueo de dinero y otras muchas lacras.
El contagio del ébola en España y la enorme alarma social que ese asunto ha provocado son obra exclusiva de un gobierno que ha cometido el brutal error de haber traído a España a dos misioneros infectados, situándolos imprudentemente en el corazón de la capital, rodeados de mas de siete millones de ciudadanos, sin cuidar suficientemente las medidas de seguridad para aislar el virus y garantizar la vida de los ciudadanos. El ébola español es una caso impresentable que demuestra la chapuza y la baja calidad de los gobernantes, que ni siquiera fueron capaces de formar debidamente al personal, ni de proporcionar los trajes e instalaciones adecuadas para enfrentarse a un virus tan letal.
La baja estofa de la clase política española, minada por casos de corrupción, arbitrariedad, abuso de poder y mal gobierno, exige una urgente refundación de un sistema que ni siquiera posee la fundamental separación e independencia de los poderes, que tiene a su aparato judicial controlado por los políticos y que permite que imbéciles y sinvergüenzas puedan encaramarse con facilidad en las entrañas del Estado, ocupando los mas altos niveles de responsabilidad.
Mas que una intervención internacional o un rescate económico, lo que España necesita es una verdadera democracia, en la que los cargos públicos rindan cuenta a sus ciudadanos y no a sus partidos políticos, en la que se castigue a los delincuentes políticos, que hoy campean, enriquecidos e impunes, a lo largo y ancho del país y en la que los partidos políticos y sindicatos, columnas vertebrales de la estructura de poder, dejen de ser escuelas donde se integran y se forman ineptos, delincuentes y canallas, mas preparados para enriquecerse y utilizar el poder en beneficio propio y de sus respectivos partidos que para servir al ciudadano y al bien común.
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