No existe en el mundo un dirigente político que haya causado más daño a su país, en menos tiempo, que Zapatero. Los estragos causados por Zapatero y los despojos de la España del presente demuestran el inmenso alcance de la "fechoría" perpetrada por el líder socialista español, el cual podría ganar fama mundial escribiendo el manual perfecto para destruir una nación en tiempo record, desde el poder político.
Malos ejemplos como el de Zapatero, que exhibe ante los sufridos ciudadanos toda la arrogancia, la torpeza y el egoísmo antidemocrático de un líder político que antepone sus intereses y los de su partido al bien común, acelerán el estallido de la segunda y definitiva fase de la Tercera Guerra Mundial, de la que ya se están librando los primeros combates en todo el mundo, consistente en una rebelión de ciudadanos contra sus gobiernos. Cada día hay más ciudadanos hartos de soportar en el poder a ineptos, corruptos y hasta a delincuentes que, con una desfachatez sobrecogedora, empobrecen a sus países, destruyen la convivencia, liquidan la esperanza, hipotecan el futuro, despilfarran, se endeudan irresponsablemente y legislan una y otra vez, sin misericordia, contra los intereses de sus respectivos pueblos.
Zapatero heredó en 2004 una España que era mundialmente admirada por su crecimiento constante y por su vigor económico, pero en unos pocos años ha llenado el país de desempleados, nuevos pobres y jóvenes que no encuentran trabajo y tienen que emigrar, Zapatero, al que ya muchos españoles señalan como el peor gobernante desde los tiempos del rey felón Fernando VII, ha apoyado al nacionalismo más excluyente, ha alimentado la desintegración, ha endeudado al país hasta límites graves, ha despilfarrado, ha creado un Estado corrupto y minado por el amiguismo y la la arbitrariedad política y ha acabado con la democracia, la esperanza y la alegría.
Lo peor del "Zapaterismo" es que, a pesar de sus estragos reales, una masa importante de españoles, fanatizada y sin conciencia, sigue apoyándole y se manifiesta dispuesta a votarle, prolongando así la terrible agonía que padece España bajo el mandato de ese sátrapa inepto.
El caso de Zapatero será estudiado en las escuelas de formación política, escuelas de negocios y facultades de estudios jurídicos, políticos y administrativos como un caso insuperable de destrucción rápida y profunda de una nación. La demolición de España liderada por Zapatero es completa y tan profunda que abarca no sólo las estructuras económicas, políticas y sociales del país, sino también la vigencia de los grandes valores, la esperanza, la confianza y la fe de los ciudadanos en la democracia y en sus dirigentes, hasta el punto de que, probablemente, no existe en todo el conjunto de países que integran la OCDE un país que rechace con más intensidad que España a su clase política dirigente, un fenómeno no menos insólito si se tiene en cuenta que España era, hace apenas una década, el país de Europa que más ilusión tenía por la democracia y el proceso de unidad europeo.
Tras los estragos de Zapatero, España se está transformando en un país sin esperanza, que mira desconfiado a sus dirigentes y que contempla el futuro sin alegría, frustrado porque su masivo rechazo al dirigente inepto que les conduce hacia la perdición no tiene consecuencias, ya que Zapatero, pese a contar con un 80 por ciento de rechazo popular, sigue aferrado al poder, negándose a dimitir y a convocar elecciones anticipadas, como le demanda masivamente su pueblo.
El PSOE, lejos de reconocer los daños causados a España por Zapatero y pedir perdón, ha cometido el grueso error de designar como candidato a su principal cómplice, Alfredo Pére Rubalcaba, un político oscuro que llevará al socialismo español hasta una humillante derrota.
La sustitución de Zapatero por Rajoy será un remedio temporal y parcial porque los estragos han sido tantos y tan profundos que lo que España necesita para salir del foso es una profunda reforma de su política, de los partidos y de las leyes.
Malos ejemplos como el de Zapatero, que exhibe ante los sufridos ciudadanos toda la arrogancia, la torpeza y el egoísmo antidemocrático de un líder político que antepone sus intereses y los de su partido al bien común, acelerán el estallido de la segunda y definitiva fase de la Tercera Guerra Mundial, de la que ya se están librando los primeros combates en todo el mundo, consistente en una rebelión de ciudadanos contra sus gobiernos. Cada día hay más ciudadanos hartos de soportar en el poder a ineptos, corruptos y hasta a delincuentes que, con una desfachatez sobrecogedora, empobrecen a sus países, destruyen la convivencia, liquidan la esperanza, hipotecan el futuro, despilfarran, se endeudan irresponsablemente y legislan una y otra vez, sin misericordia, contra los intereses de sus respectivos pueblos.
Zapatero heredó en 2004 una España que era mundialmente admirada por su crecimiento constante y por su vigor económico, pero en unos pocos años ha llenado el país de desempleados, nuevos pobres y jóvenes que no encuentran trabajo y tienen que emigrar, Zapatero, al que ya muchos españoles señalan como el peor gobernante desde los tiempos del rey felón Fernando VII, ha apoyado al nacionalismo más excluyente, ha alimentado la desintegración, ha endeudado al país hasta límites graves, ha despilfarrado, ha creado un Estado corrupto y minado por el amiguismo y la la arbitrariedad política y ha acabado con la democracia, la esperanza y la alegría.
Lo peor del "Zapaterismo" es que, a pesar de sus estragos reales, una masa importante de españoles, fanatizada y sin conciencia, sigue apoyándole y se manifiesta dispuesta a votarle, prolongando así la terrible agonía que padece España bajo el mandato de ese sátrapa inepto.
El caso de Zapatero será estudiado en las escuelas de formación política, escuelas de negocios y facultades de estudios jurídicos, políticos y administrativos como un caso insuperable de destrucción rápida y profunda de una nación. La demolición de España liderada por Zapatero es completa y tan profunda que abarca no sólo las estructuras económicas, políticas y sociales del país, sino también la vigencia de los grandes valores, la esperanza, la confianza y la fe de los ciudadanos en la democracia y en sus dirigentes, hasta el punto de que, probablemente, no existe en todo el conjunto de países que integran la OCDE un país que rechace con más intensidad que España a su clase política dirigente, un fenómeno no menos insólito si se tiene en cuenta que España era, hace apenas una década, el país de Europa que más ilusión tenía por la democracia y el proceso de unidad europeo.
Tras los estragos de Zapatero, España se está transformando en un país sin esperanza, que mira desconfiado a sus dirigentes y que contempla el futuro sin alegría, frustrado porque su masivo rechazo al dirigente inepto que les conduce hacia la perdición no tiene consecuencias, ya que Zapatero, pese a contar con un 80 por ciento de rechazo popular, sigue aferrado al poder, negándose a dimitir y a convocar elecciones anticipadas, como le demanda masivamente su pueblo.
El PSOE, lejos de reconocer los daños causados a España por Zapatero y pedir perdón, ha cometido el grueso error de designar como candidato a su principal cómplice, Alfredo Pére Rubalcaba, un político oscuro que llevará al socialismo español hasta una humillante derrota.
La sustitución de Zapatero por Rajoy será un remedio temporal y parcial porque los estragos han sido tantos y tan profundos que lo que España necesita para salir del foso es una profunda reforma de su política, de los partidos y de las leyes.
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