La brutal crisis económica que padece España, mucho más cruel que la de cualquier otro país de nuestro entorno porque fabrica desempleados, nuevos pobres y desesperados a ritmo de vértigo, está disparando también la angustia y la locura en personas que recurren al suicidio, a la delincuencia, a la venganza política, votando extremismos o, para poder comer, recurren a soluciones tan extremas como vender sus órganos en Internet para que sean aprovechados por ricos que los esperan para trasplantes.
Hay otras actuaciones desesperadas y marginales provocadas por la desesperación, como mujeres que se ofrecen a trabajar gratis en los hogares, a cambio solo de alojamiento y comida, o las nuevas "voluntarias" que se asoman a la prostitución por unos pocos euros, pero ninguna es tan sobrecogedora ni proyecta con tanto realismo la angustia como la venta de órganos.
La emigración masiva de jóvenes para mendigar trabajo en países prósperos de todo el mundo y el recurso a la prostitución de muchas jóvenes españolas son fenómenos provocados por la crisis y el mal gobierno cuya responsabilidad recae directamente sobre la inicua e ineficiente clase política española.
La asociación de consumidores Facua ha denunciado esta práctica prohibida, una denuncia que impresionó a muchos juristas y periodistas en las redacciones y que ayuda a comprender que la crisis no es sólo un asunto de números sino una cultura que genera desesperación y tragedia entre sus muchas víctimas. Facua ha alertado a las autoridades españolas tras haber detectado numerosos anuncios de venta de órganos en internet. Se trata de anuncios realizados por ciudadanos residentes en España’, la mayoría españoles y también inmigrantes latinoamericanos, precisó la organización de consumidores.
Los órganos son riñones, pulmones y médula, ofrecidos por personas que indican estar atravesando graves problemas económicos y piden por ellos cantidades que oscilan entre 15.000 y 1 millón de euros.
Los expertos creen que la causa de esa desesperación no es la crisis en sí, sino la pérdida masiva de empleos que se está produciendo en países como España, donde habitan 8 de cada 10 nuevos parados europeos. En otros países de nuestro entorno, la crisis está pasando más inadvertida porque los trabajos se mantienen.
Hay otras tragedias, también de extrema gravedad, igualmente generadas por la crisis, como los desalojos diarios de familias que no pueden pagar sus viviendas, la gente que se disfraza para que no le identifiquen en las colas de los comedores de caridad y el avance de la desnutrición, mientras que los psicólogos advierten a las autoridades que se está produciendo un imparable incremento en la delincuencia común y de la tasa de suicidios.
De nada de esto se habla desde el poder, que prefiere recurrir a la mentira y ocultar los dramas que causa ante el ciudadano, al que bombardea con mensajes falsos sobre la recuperación de una economía que sigue asfixiada por los impuestos y que no para de cerrar comercios y empresas. La única reacción que experimentan los políticos, los grandes culpables del drama, es la del miedo, ante la que reaccionan armando y nutriendo las filas de la policía, a la que especializa con técnicas sofisticadas de control poblacional y contrainsurgencia.
Hay otras actuaciones desesperadas y marginales provocadas por la desesperación, como mujeres que se ofrecen a trabajar gratis en los hogares, a cambio solo de alojamiento y comida, o las nuevas "voluntarias" que se asoman a la prostitución por unos pocos euros, pero ninguna es tan sobrecogedora ni proyecta con tanto realismo la angustia como la venta de órganos.
La emigración masiva de jóvenes para mendigar trabajo en países prósperos de todo el mundo y el recurso a la prostitución de muchas jóvenes españolas son fenómenos provocados por la crisis y el mal gobierno cuya responsabilidad recae directamente sobre la inicua e ineficiente clase política española.
La asociación de consumidores Facua ha denunciado esta práctica prohibida, una denuncia que impresionó a muchos juristas y periodistas en las redacciones y que ayuda a comprender que la crisis no es sólo un asunto de números sino una cultura que genera desesperación y tragedia entre sus muchas víctimas. Facua ha alertado a las autoridades españolas tras haber detectado numerosos anuncios de venta de órganos en internet. Se trata de anuncios realizados por ciudadanos residentes en España’, la mayoría españoles y también inmigrantes latinoamericanos, precisó la organización de consumidores.
Los órganos son riñones, pulmones y médula, ofrecidos por personas que indican estar atravesando graves problemas económicos y piden por ellos cantidades que oscilan entre 15.000 y 1 millón de euros.
Los expertos creen que la causa de esa desesperación no es la crisis en sí, sino la pérdida masiva de empleos que se está produciendo en países como España, donde habitan 8 de cada 10 nuevos parados europeos. En otros países de nuestro entorno, la crisis está pasando más inadvertida porque los trabajos se mantienen.
Hay otras tragedias, también de extrema gravedad, igualmente generadas por la crisis, como los desalojos diarios de familias que no pueden pagar sus viviendas, la gente que se disfraza para que no le identifiquen en las colas de los comedores de caridad y el avance de la desnutrición, mientras que los psicólogos advierten a las autoridades que se está produciendo un imparable incremento en la delincuencia común y de la tasa de suicidios.
De nada de esto se habla desde el poder, que prefiere recurrir a la mentira y ocultar los dramas que causa ante el ciudadano, al que bombardea con mensajes falsos sobre la recuperación de una economía que sigue asfixiada por los impuestos y que no para de cerrar comercios y empresas. La única reacción que experimentan los políticos, los grandes culpables del drama, es la del miedo, ante la que reaccionan armando y nutriendo las filas de la policía, a la que especializa con técnicas sofisticadas de control poblacional y contrainsurgencia.
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