No nos gusta el PP porque se parece al PSOE en algunos aspectos claves, porque es un partido que milita más en la partitocracia que en la democracia y porque no tiene vocación alguna de regenerar la ciénaga política española, pero estamos cada día más convencidos de que la única salida para España es que ganen las próximas elecciones y nos saquen del foso de miseria, desconfianza y degeneración al que nos han precipitado Zapatero y sus socialistas. Es un convencimiento amargo, pero firme. Sabemos que el PP no se merece gobernar, ni el aprecio de los demócratas, pero comprendemos que el estado de postración de España es tan intenso y deplorable que la prioridad principal es echar a Zapatero del poder con la mayor urgencia. Comprendemos que ser patriotas y decentes, en el presente de España, signifique para muchos taparse la nariz y votar al partido de Rajoy.
Está archidemostrado por los hechos que el gobierno de Zapatero está conduciendo a España hacia la pobreza y el fracaso. Zapatero sigue sin creer en las medidas que le imponen Europa, Estados Unidos y China. Sus reforman son tan "lights" que no satisfacen a los que han convertido a España en un "protectorado". Es incapaz de ganarse la confianza e los mercados, que están penalizando a España y que, detrás de Portugal e Irlanda, será la próxima pieza a abatir.
Sus mentiras, su amparo a la corrupción, sus errores estratégicos, su arbitrariedad, su arrogancia, su apuesta por el enfrentamiento y la división de los españoles, su utilización del dinero público para mantenerse en el poder y conservar los privilegios de la casta gobernante, su mediocridad extrema, el deterioro de la democracia bajo su mandato, el avance inexorable del desempleo y la pobreza y su incapacidad para afrontar la crisis son razones más que suficientes para echarlo del poder con la mayor urgencia posible.
Tenía que haber dimitido ante la constatación de su fracaso y ante el impresionante rechazo de la sociedad española que muestran las encuestas, pero carece de decencia para hacerlo. Aunque es rechazado por nueve de cada diez ciudadanos y por ocho de cada diez votantes socialistas, Zapatero se atrinchera en la Moncloa, demostrando que desprecia la opinión de la mayoría y que tiene más alma de tirano que de auténtico demócrata. Dejar a España en sus manos es una temeridad y una responsabilidad enorme ante la historia.
El PP, cuya convivencia con la corrupción, desprecio por la regeneración del sistema y apego a la partitocracia causan nauseas a los demócratas españoles, es un mal menor en las presentes circunstancias. Aunque roben, se equivoquen y practiquen la arrogancia, sus fechorías nunca podrían superar a las del actual gobierno, verdaderamente insuperables.
Algunos demócratas votaremos en blanco, otros introducirán en las urnas papeletas nulas con un duro reproche al poder político corrupto e ineficiente, pero otros muchos se taparán la nariz convencidos de que la prioridad es desalojar de la Moncloa al peor gobernante que ha tenido España desde Fernando VII. Ninguno de esos votos son reprochables; todos ellos encierran validez porque lo urgente es desembarazarse del inepto. Lo único grave e indecente será apoyar con el voto a quien está destruyendo la nación y haciendo a los españoles más pobres, infelices y engañados.
Podrían citarse miles de argumentos y ejemplos que justifican la urgencia de desalojar al "zapaterismo" del poder, pero quizás baste con uno de ellos, uno de los últimos denunciados por la prensa:
"Un [cargo del PSOE de Jaén cobra del ERE de Mercasevilla sin haber trabajado allí. Antonio Garrido, de la ejecutiva socialista de Baeza, ha cobrado ya 112.149,34 euros de la lonja sevillana, en cuyo ERE intermedió un «amigo» de Zarrías."
Está archidemostrado por los hechos que el gobierno de Zapatero está conduciendo a España hacia la pobreza y el fracaso. Zapatero sigue sin creer en las medidas que le imponen Europa, Estados Unidos y China. Sus reforman son tan "lights" que no satisfacen a los que han convertido a España en un "protectorado". Es incapaz de ganarse la confianza e los mercados, que están penalizando a España y que, detrás de Portugal e Irlanda, será la próxima pieza a abatir.
Sus mentiras, su amparo a la corrupción, sus errores estratégicos, su arbitrariedad, su arrogancia, su apuesta por el enfrentamiento y la división de los españoles, su utilización del dinero público para mantenerse en el poder y conservar los privilegios de la casta gobernante, su mediocridad extrema, el deterioro de la democracia bajo su mandato, el avance inexorable del desempleo y la pobreza y su incapacidad para afrontar la crisis son razones más que suficientes para echarlo del poder con la mayor urgencia posible.
Tenía que haber dimitido ante la constatación de su fracaso y ante el impresionante rechazo de la sociedad española que muestran las encuestas, pero carece de decencia para hacerlo. Aunque es rechazado por nueve de cada diez ciudadanos y por ocho de cada diez votantes socialistas, Zapatero se atrinchera en la Moncloa, demostrando que desprecia la opinión de la mayoría y que tiene más alma de tirano que de auténtico demócrata. Dejar a España en sus manos es una temeridad y una responsabilidad enorme ante la historia.
El PP, cuya convivencia con la corrupción, desprecio por la regeneración del sistema y apego a la partitocracia causan nauseas a los demócratas españoles, es un mal menor en las presentes circunstancias. Aunque roben, se equivoquen y practiquen la arrogancia, sus fechorías nunca podrían superar a las del actual gobierno, verdaderamente insuperables.
Algunos demócratas votaremos en blanco, otros introducirán en las urnas papeletas nulas con un duro reproche al poder político corrupto e ineficiente, pero otros muchos se taparán la nariz convencidos de que la prioridad es desalojar de la Moncloa al peor gobernante que ha tenido España desde Fernando VII. Ninguno de esos votos son reprochables; todos ellos encierran validez porque lo urgente es desembarazarse del inepto. Lo único grave e indecente será apoyar con el voto a quien está destruyendo la nación y haciendo a los españoles más pobres, infelices y engañados.
Podrían citarse miles de argumentos y ejemplos que justifican la urgencia de desalojar al "zapaterismo" del poder, pero quizás baste con uno de ellos, uno de los últimos denunciados por la prensa:
"Un [cargo del PSOE de Jaén cobra del ERE de Mercasevilla sin haber trabajado allí. Antonio Garrido, de la ejecutiva socialista de Baeza, ha cobrado ya 112.149,34 euros de la lonja sevillana, en cuyo ERE intermedió un «amigo» de Zarrías."
Comentarios: