Voto en Blanco iba a cerrar el blog, a cal y canto, durante el mes de agosto, por vacaciones... y por cansancio, pero la convocatoria de elecciones nos ha hecho reflexionar y cerraremos sólo parcialmente. Si la actualidad lo demanda, publicaremos algún artículo a lo largo del mes, pero siempre de manera excepcional. En septiembre abriremos y recuperaremos nuestro rítmo habitual de uno o dos artículos diarios.
Cerramos para recuperar fuerzas, recargar las pilas y poder así hacer frente al otoño caliente y amenazador que se avecina, una etapa decisiva en nuestra historia, en la que habrá que gritar muy fuerte para que la voz de los ciudadanos tenga peso en este monopolio sordo de políticos que conduce los destinos de España, un país al que Zapatero deja con su pueblo,marginado, con sus ciudadanos amordazados y alejado de la democracia y de la decencia.
Durante los últimos once meses hemos utilizado la crítica, el análisis y el culto a la verdad para abrir los ojos y las mentes ante el abuso de poder y la opresión, dos males que, junto con la corrupción, degradan la democracia española y convierten su política en una actividad estrafalaria y ajena al interés general. Los resultados, a pesar de que España está hundida, han sido aceptables porque al menos se ha logrado que la rebeldía ciudadana y la resistencia hayan forzado al inepto Zapatero a retirarse de la presidencia, rumiando su fracaso.
En los próximos meses, durante la precampaña y la campaña electoral, asistiremos a sorpresas, que vendrán todas ellas del ámbito socialista. Desesperados porque se saben perdedores, los socialistas elaborarán un programa de reformas profundas y de cambios claramente regeneradores, entre ellos algunos que afectan a la Ley Electoral y a la misma Constitución, todos orientados a conectar con los sentimientos de la sociedad, que pide menos poder para los partidos y más limpieza y democracia. Pero será demasiado tarde y los ciudadanos, escarmentados de los engaños de Zapatero, no creerán los promesas socialistas. Ese es el destino de Rubalcaba, cuya credibilidad, por haber sido protagonista y cómplice del desastre de Zapatero, es prácticamente nula.
Durante el mes de agosto, reflexionaremos sobre las dos opciones que se alzan frente a los demócratas españoles y la gente de bien: utilizamos las elecciones para expulsar al PSOE del poder, liberando así a España de un mal gobierno socialista que nos ha llevado hasta la pobreza, la tristeza, el desempleo masivo y la derrota, o aprovechamos la apertura de las urnas para castigar a un sistema político corrupto, ajeno al ciudadano, de pésima calidad democrática e injusto. La reflexión debe conducirnos a establecer una prioridad y responder a la pregunta crucial de ¿Qué es más urgente, erradicar al PSOE o reformar profundamente un sistema político español que está podrido hasta la médula y nada tiene que ver con la democracia?
Nuestra postura de partida es que lo más urgente, dado el estado dramático en el que se encuentra España, por culpa del socialismo, es expulsar a ese partido del poder para intentar la recuperación económica con otro gobierno. De nada sirve intentar cambiar el sistema político cuando el Estado es inviable y el país está amenazado de muerte. La lucha por cambiar el sistema inicuo debe continuar paralelamente, contra cualquier gobierno que asuma el poder en esta España injusta, corrupta y mal diseñada, pero esa es una batalla larga y complicada, que, seguramente, va a necesitar algunos años de combate, tanto contra el PSOE como contra el PP, un partido que se parece demasiado al socialismo, especialmente en su opacidad, en su convivencia fácil con la corrupción, en su alejamiento de la ciudadanía y en su desconocimiento y falta de respeto por la democracia.
Francisco Rubiales
Cerramos para recuperar fuerzas, recargar las pilas y poder así hacer frente al otoño caliente y amenazador que se avecina, una etapa decisiva en nuestra historia, en la que habrá que gritar muy fuerte para que la voz de los ciudadanos tenga peso en este monopolio sordo de políticos que conduce los destinos de España, un país al que Zapatero deja con su pueblo,marginado, con sus ciudadanos amordazados y alejado de la democracia y de la decencia.
Durante los últimos once meses hemos utilizado la crítica, el análisis y el culto a la verdad para abrir los ojos y las mentes ante el abuso de poder y la opresión, dos males que, junto con la corrupción, degradan la democracia española y convierten su política en una actividad estrafalaria y ajena al interés general. Los resultados, a pesar de que España está hundida, han sido aceptables porque al menos se ha logrado que la rebeldía ciudadana y la resistencia hayan forzado al inepto Zapatero a retirarse de la presidencia, rumiando su fracaso.
En los próximos meses, durante la precampaña y la campaña electoral, asistiremos a sorpresas, que vendrán todas ellas del ámbito socialista. Desesperados porque se saben perdedores, los socialistas elaborarán un programa de reformas profundas y de cambios claramente regeneradores, entre ellos algunos que afectan a la Ley Electoral y a la misma Constitución, todos orientados a conectar con los sentimientos de la sociedad, que pide menos poder para los partidos y más limpieza y democracia. Pero será demasiado tarde y los ciudadanos, escarmentados de los engaños de Zapatero, no creerán los promesas socialistas. Ese es el destino de Rubalcaba, cuya credibilidad, por haber sido protagonista y cómplice del desastre de Zapatero, es prácticamente nula.
Durante el mes de agosto, reflexionaremos sobre las dos opciones que se alzan frente a los demócratas españoles y la gente de bien: utilizamos las elecciones para expulsar al PSOE del poder, liberando así a España de un mal gobierno socialista que nos ha llevado hasta la pobreza, la tristeza, el desempleo masivo y la derrota, o aprovechamos la apertura de las urnas para castigar a un sistema político corrupto, ajeno al ciudadano, de pésima calidad democrática e injusto. La reflexión debe conducirnos a establecer una prioridad y responder a la pregunta crucial de ¿Qué es más urgente, erradicar al PSOE o reformar profundamente un sistema político español que está podrido hasta la médula y nada tiene que ver con la democracia?
Nuestra postura de partida es que lo más urgente, dado el estado dramático en el que se encuentra España, por culpa del socialismo, es expulsar a ese partido del poder para intentar la recuperación económica con otro gobierno. De nada sirve intentar cambiar el sistema político cuando el Estado es inviable y el país está amenazado de muerte. La lucha por cambiar el sistema inicuo debe continuar paralelamente, contra cualquier gobierno que asuma el poder en esta España injusta, corrupta y mal diseñada, pero esa es una batalla larga y complicada, que, seguramente, va a necesitar algunos años de combate, tanto contra el PSOE como contra el PP, un partido que se parece demasiado al socialismo, especialmente en su opacidad, en su convivencia fácil con la corrupción, en su alejamiento de la ciudadanía y en su desconocimiento y falta de respeto por la democracia.
Francisco Rubiales
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