Aldous Huxley describió así la dictadura perfecta: "Tendría la apariencia de una democracia, pero sería básicamente una prisión sin muros en la que los presos ni siquiera soñarían con escapar".
Es justo lo que ocurre en España.
Los españoles fueron admirados en todo el mundo por su valentía y comportamiento en los campos de batalla, pero hoy pasan por ser uno de los pueblos más cobardes del mundo y uno de los que soportan más abusos y arbitrariedades de su clase política. Miles de historiadores, pensadores y analistas no entienden por qué los españoles no se rebelan ante tanta injusticia, ante abusos como los impuestos abusivos, que el gobierno emplea más para financiar sus boatos y recursos de poder que para financiar los servicios vitales. Menos se entienden todavía la impunidad de los poderosos, la brutal corrupción, el desmesurado y costoso tamaño del Estado, los inmerecidos y enormes privilegios de los políticos, la desigualdad hiriente, la desprotección de los débiles y otras suciedades y canalladas que convierten el país en un infierno político y humano y en una vergüenza para el sistema democrático.
La única explicación razonable de ese extraño fenómeno de sumisión y cobardía de un pueblo que hace apenas tres siglos era el más bravo y temido del mundo, cuyos ejércitos nunca sufrieron una derrota en más de dos siglos de combates contra todos, es que los políticos que gobiernan España han sabido construir la "Dictadura Perfecta", una forma de gobierno que el escritor visionario Aldous Huxley describía así: "Tendría la apariencia de una democracia, pero sería básicamente una prisión sin muros en la que los presos ni siquiera soñarían con escapar. Sería esencialmente un sistema de esclavitud en el que, gracias al consumo y el entretenimiento, los esclavos amarían su servidumbre".
España, el país donde la educación de baja calidad, las mentiras del poder, el adoctrinamiento televisivo, los medios de comunicación sometidos, la cobardía de sus intelectuales, gastronomía, la ración de fútbol casi diaria, las innumerables y las innumerables fiestas sirven para fabricar esclavos tan imbéciles que creen vivir en un paraíso cuando la verdad es que sus políticos les oprimen con impuestos insoportables, les roban, les engañan diciéndoles que su dictadura de partidos es una democracia y en el que la Justicia, la información y prácticamente toda la acción de gobierno están infectadas de corrupción, arbitrariedad y abuso.
Pero los españoles, como dijo Aldous Huxley, "aman su servidumbre".
Cualquier otra sociedad europea sería incapaz de soportar tanto abuso y tanta injusticia como la española, que tiene por presidente a un tipo que se ha aliado a golpistas, pro terroristas, totalitarios y enemigos de España para formar gobierno, que ha plagiado su tesis doctoral, que mintió prometiendo elecciones inmediatas cuando ganó su moción de censura y que ha publicado un libro también plagiado. Y lo más cruel e inexplicable es que ese mismo presidente está a punto de ganar otras eleccione, el 10 de noviembre.
Los rumanos, los ucranianos, los italianos y otros pueblos europeos, con una corrupción de inferior calado, han sabido reaccionar o salido a las calles y plazas hasta acorralar a sus gobiernos y obligarles a reformar leyes permisivas con los corruptos y otras de otorgaban demasiado poder a la clase dirigente, pero en España nadie se moviliza, a pesar de que los partidos políticos se han convertido, por la acumulación de delitos y por las colas de delincuentes que esperan ser procesados, en las asociaciones más peligrosos y delictivas del país, después de la banda terrorista ETA.
En España los políticos gobiernan en contra de la voluntad popular, sin hacer caso de los deseos y aspiraciones de la población, entre las que destacan que el Estado, demasiado grueso e imposible de financiar por estar preñado de políticos parásitos viviendo a costa de los impuestos, sea reducido drásticamente, que los partidos políticos dejen de ser financiados con el dinero de los impuestos, que se repriman y reformen las autonomías, fuentes de despilfarro, corrupción y abuso, que se controle la invasión descarada de magrebíes, muchos de los cuales llegan para vivir de los subsidios y la delincuencia, que se neutralice el golpismo catalán y que se castigue a los corruptos y se les encarcele hasta que devuelvan el botín robado.
Todas y cada una de las aspiraciones de los cobardes y felices españoles, atontados e imbéciles habitantes de esa España convertida en prisión sin muros, son ignoradas sistemáticamente por los políticos, que incumplen sus promesas electorales, que no rinden cuentas ante los ciudadanos, que no respetan la separación de poderes, que prostituyen la democracia, que han ocupado la sociedad civil, que cobran impuestos insoportables y abusivos, que se han rodeado de privilegios inmerecidos y arbitrarios, que despilfarran y endeudan al país hasta la demencia, que practican la corrupción, que tratan el dinero de los impuestos con opacidad y como si les perteneciera y que encima se suben los sueldos como si fueran eficaces y decentes.
A pesar de todo eso y de que, a cambio de los impuestos y de los esfuerzos del pueblo, los ciudadanos cada día reciben del Estado menos servicios de calidad. los españoles creemos que vivimos en un paraíso, ignorando nuestros dramas más intensos: que el país se despedaza, víctima de los enloquecidos independentistas, que nuestros políticos anteponen una y mil veces sus propios intereses al bien común, que nuestros jóvenes tienen que emigrar porque no tienen trabajo ni oportunidades en España, que las pensiones de jubilación, pagadas con esfuerzo durante toda la vida laboral, están en peligro, que la corrupción lo inunda todo y que la educación y la enseñanza de nuestros hijos es pura basura.
En el pasado, el pueblo español ya dritó "Vivan las cadenas". Ahora sólo nos falta gritar al unísono: ¡Viva la cárcel España!
Francisco Rubiales
Es justo lo que ocurre en España.
Los españoles fueron admirados en todo el mundo por su valentía y comportamiento en los campos de batalla, pero hoy pasan por ser uno de los pueblos más cobardes del mundo y uno de los que soportan más abusos y arbitrariedades de su clase política. Miles de historiadores, pensadores y analistas no entienden por qué los españoles no se rebelan ante tanta injusticia, ante abusos como los impuestos abusivos, que el gobierno emplea más para financiar sus boatos y recursos de poder que para financiar los servicios vitales. Menos se entienden todavía la impunidad de los poderosos, la brutal corrupción, el desmesurado y costoso tamaño del Estado, los inmerecidos y enormes privilegios de los políticos, la desigualdad hiriente, la desprotección de los débiles y otras suciedades y canalladas que convierten el país en un infierno político y humano y en una vergüenza para el sistema democrático.
La única explicación razonable de ese extraño fenómeno de sumisión y cobardía de un pueblo que hace apenas tres siglos era el más bravo y temido del mundo, cuyos ejércitos nunca sufrieron una derrota en más de dos siglos de combates contra todos, es que los políticos que gobiernan España han sabido construir la "Dictadura Perfecta", una forma de gobierno que el escritor visionario Aldous Huxley describía así: "Tendría la apariencia de una democracia, pero sería básicamente una prisión sin muros en la que los presos ni siquiera soñarían con escapar. Sería esencialmente un sistema de esclavitud en el que, gracias al consumo y el entretenimiento, los esclavos amarían su servidumbre".
España, el país donde la educación de baja calidad, las mentiras del poder, el adoctrinamiento televisivo, los medios de comunicación sometidos, la cobardía de sus intelectuales, gastronomía, la ración de fútbol casi diaria, las innumerables y las innumerables fiestas sirven para fabricar esclavos tan imbéciles que creen vivir en un paraíso cuando la verdad es que sus políticos les oprimen con impuestos insoportables, les roban, les engañan diciéndoles que su dictadura de partidos es una democracia y en el que la Justicia, la información y prácticamente toda la acción de gobierno están infectadas de corrupción, arbitrariedad y abuso.
Pero los españoles, como dijo Aldous Huxley, "aman su servidumbre".
Cualquier otra sociedad europea sería incapaz de soportar tanto abuso y tanta injusticia como la española, que tiene por presidente a un tipo que se ha aliado a golpistas, pro terroristas, totalitarios y enemigos de España para formar gobierno, que ha plagiado su tesis doctoral, que mintió prometiendo elecciones inmediatas cuando ganó su moción de censura y que ha publicado un libro también plagiado. Y lo más cruel e inexplicable es que ese mismo presidente está a punto de ganar otras eleccione, el 10 de noviembre.
Los rumanos, los ucranianos, los italianos y otros pueblos europeos, con una corrupción de inferior calado, han sabido reaccionar o salido a las calles y plazas hasta acorralar a sus gobiernos y obligarles a reformar leyes permisivas con los corruptos y otras de otorgaban demasiado poder a la clase dirigente, pero en España nadie se moviliza, a pesar de que los partidos políticos se han convertido, por la acumulación de delitos y por las colas de delincuentes que esperan ser procesados, en las asociaciones más peligrosos y delictivas del país, después de la banda terrorista ETA.
En España los políticos gobiernan en contra de la voluntad popular, sin hacer caso de los deseos y aspiraciones de la población, entre las que destacan que el Estado, demasiado grueso e imposible de financiar por estar preñado de políticos parásitos viviendo a costa de los impuestos, sea reducido drásticamente, que los partidos políticos dejen de ser financiados con el dinero de los impuestos, que se repriman y reformen las autonomías, fuentes de despilfarro, corrupción y abuso, que se controle la invasión descarada de magrebíes, muchos de los cuales llegan para vivir de los subsidios y la delincuencia, que se neutralice el golpismo catalán y que se castigue a los corruptos y se les encarcele hasta que devuelvan el botín robado.
Todas y cada una de las aspiraciones de los cobardes y felices españoles, atontados e imbéciles habitantes de esa España convertida en prisión sin muros, son ignoradas sistemáticamente por los políticos, que incumplen sus promesas electorales, que no rinden cuentas ante los ciudadanos, que no respetan la separación de poderes, que prostituyen la democracia, que han ocupado la sociedad civil, que cobran impuestos insoportables y abusivos, que se han rodeado de privilegios inmerecidos y arbitrarios, que despilfarran y endeudan al país hasta la demencia, que practican la corrupción, que tratan el dinero de los impuestos con opacidad y como si les perteneciera y que encima se suben los sueldos como si fueran eficaces y decentes.
A pesar de todo eso y de que, a cambio de los impuestos y de los esfuerzos del pueblo, los ciudadanos cada día reciben del Estado menos servicios de calidad. los españoles creemos que vivimos en un paraíso, ignorando nuestros dramas más intensos: que el país se despedaza, víctima de los enloquecidos independentistas, que nuestros políticos anteponen una y mil veces sus propios intereses al bien común, que nuestros jóvenes tienen que emigrar porque no tienen trabajo ni oportunidades en España, que las pensiones de jubilación, pagadas con esfuerzo durante toda la vida laboral, están en peligro, que la corrupción lo inunda todo y que la educación y la enseñanza de nuestros hijos es pura basura.
En el pasado, el pueblo español ya dritó "Vivan las cadenas". Ahora sólo nos falta gritar al unísono: ¡Viva la cárcel España!
Francisco Rubiales