Los homenajes y actos por la muerte de Suárez han sido, probablemente, el más hipócrita y lamentable esperpento realizado por una clase política española, desvencijada y carcomida por la corrupción, sin prestigio ni grandeza, que ha tenido el descaro de alabar y ensalzar en público todo lo que Suarez representaba y que ellos mismos han destruido: la limpieza, el consenso, la honradez, la austeridad, la verdad y la lucha por la verdadera democracia.
Alguien debería gritarle a Rajoy, Rubalcaba, Cayo Lara, Artur Mas, Urkullu y a todos los que gobiernan partidos, autonomías y ministerios que si de verdad quieren honrar a Suárez, que imiten su decencia, su humildad, su honradez, su sentido de la dignidad dimitiendo, su caballerosidad política, demostrada cuando se marchó a su casa sin haber robado, dando por terminada su etapa de servicio público, justo lo contrario de lo que hace la mayoría de los degradados políticos actuales, que jamás dimiten, que se aferran a la política para toda la vida, que desprecian la democracia, que suelen marcharse con los bolsillos llenos y que anteponen una y otra vez sus propios intereses y los de sus partidos al bien común.
Suárez renunció a su puesto y sueldo en el Consejo de Estado, no se incorporó a ningún consejo de administración y tuvo que hipotecar su casa para pagar el tratamiento anti cáncer de su mujer. Que tomen ejemplo los miles de políticos que no pueden explicar sus patrimonios, incorporados a los consejos de empresas a las que previamente beneficiaron desde el poder y cobrando sueldos y pensiones de lujo por haber estado unos años ocupando cargos públicos.
Durante muchos días, mientras puedan sacarle partido, con la ayuda de los medios de comunicación y los periodistas sometidos, los mismos que prostituyeron su obra y denigraron su imagen nos refregarán el féretro y dirán a los españoles cosas hermosas de Adolfo Suárez, con la única intención de lavar la cara al sucio régimen actual, el que ellos han construido destruyendo antes lo que Suárez empezó a edificar. Pero es probable que la jugada se les vuelva en contra porque el pueblo español ha aprendido a ver la verdad detrás del engaño y sabe que Suárez hizo todo lo contrario de lo que estos mequetrefes y falsos demócratas hacen una y otra vez: se fue a su casa sin haber robado, mientras que muchos de éstos se marchan ricos; no sabía mentir, mientras que los de ahora mienten hasta cuando piensan; dimitió cuando sintió que le faltaba apoyo popular, mientras que éstos jamás dimiten, ni siquiera cuando aparecen señalados en las encuestas como el segundo gran problema de la nación; lucho siempre por la verdadera democracia, el bien común y el consenso, mientras que éstos solo luchan por sus privilegios y por sus intereses propios y de partido.
Es muy posible que la muerte de Suárez y la obscena exhibición de un sistema como el actual, que no es el mismo que construyó Suarez y que no tiene nada de que vanagloriarse, se les vuelva en contra y ponga de relieve las grandes suciedades y dramas de la falsa democracia presente: que es mas corrupta que el franquismo y que la España de Suarez, con cien veces mas dignidad y decencia que la actual, fue prostituida por los actuales partidos políticos, que transformaron la incipiente democracia española en una sucia dictadura de partidos, sin ciudadanos y sin decencia.
Las cosas sucias no deben exhibirse jamás y cuando se sacan a la luz se corre el riesgo de que las miserias y porquerías se vean demasiado y causen asco. Y la España que gestiona la clase política actual, la de los millones de desempleados y pobres, la de los derechos restringidos, la injusticia, el abuso de poder y los políticos impunes, no es digna de ser exhibida.
Suárez, que fue todo un ejemplo cuando, al sentirse sin apoyos, se retiró discretamente a su hogar con su familia, seguramente no habría aprobado nunca la utilización que están haciendo de su cadáver y de su muerte para relanzar y revitalizar un sistema político español deteriorado, desprestigiado, plagado de escándalos de corrupción, aficionado a la mentira, maestro en desigualdad e injusticia, sin respeto ni peso en el plano internacional y sabiamente rechazado y cuestionado cada día por mas ciudadanos.
Ojalá que el actual "cabeza" del clan Suárez, su hijo Adolfo, no tenga que arrepentirse en el futuro de no haberlo enterrado con la discreción y el recato que él propio Suárez eligió para vivir los últimos años de su vida.
Alguien debería gritarle a Rajoy, Rubalcaba, Cayo Lara, Artur Mas, Urkullu y a todos los que gobiernan partidos, autonomías y ministerios que si de verdad quieren honrar a Suárez, que imiten su decencia, su humildad, su honradez, su sentido de la dignidad dimitiendo, su caballerosidad política, demostrada cuando se marchó a su casa sin haber robado, dando por terminada su etapa de servicio público, justo lo contrario de lo que hace la mayoría de los degradados políticos actuales, que jamás dimiten, que se aferran a la política para toda la vida, que desprecian la democracia, que suelen marcharse con los bolsillos llenos y que anteponen una y otra vez sus propios intereses y los de sus partidos al bien común.
Suárez renunció a su puesto y sueldo en el Consejo de Estado, no se incorporó a ningún consejo de administración y tuvo que hipotecar su casa para pagar el tratamiento anti cáncer de su mujer. Que tomen ejemplo los miles de políticos que no pueden explicar sus patrimonios, incorporados a los consejos de empresas a las que previamente beneficiaron desde el poder y cobrando sueldos y pensiones de lujo por haber estado unos años ocupando cargos públicos.
Durante muchos días, mientras puedan sacarle partido, con la ayuda de los medios de comunicación y los periodistas sometidos, los mismos que prostituyeron su obra y denigraron su imagen nos refregarán el féretro y dirán a los españoles cosas hermosas de Adolfo Suárez, con la única intención de lavar la cara al sucio régimen actual, el que ellos han construido destruyendo antes lo que Suárez empezó a edificar. Pero es probable que la jugada se les vuelva en contra porque el pueblo español ha aprendido a ver la verdad detrás del engaño y sabe que Suárez hizo todo lo contrario de lo que estos mequetrefes y falsos demócratas hacen una y otra vez: se fue a su casa sin haber robado, mientras que muchos de éstos se marchan ricos; no sabía mentir, mientras que los de ahora mienten hasta cuando piensan; dimitió cuando sintió que le faltaba apoyo popular, mientras que éstos jamás dimiten, ni siquiera cuando aparecen señalados en las encuestas como el segundo gran problema de la nación; lucho siempre por la verdadera democracia, el bien común y el consenso, mientras que éstos solo luchan por sus privilegios y por sus intereses propios y de partido.
Es muy posible que la muerte de Suárez y la obscena exhibición de un sistema como el actual, que no es el mismo que construyó Suarez y que no tiene nada de que vanagloriarse, se les vuelva en contra y ponga de relieve las grandes suciedades y dramas de la falsa democracia presente: que es mas corrupta que el franquismo y que la España de Suarez, con cien veces mas dignidad y decencia que la actual, fue prostituida por los actuales partidos políticos, que transformaron la incipiente democracia española en una sucia dictadura de partidos, sin ciudadanos y sin decencia.
Las cosas sucias no deben exhibirse jamás y cuando se sacan a la luz se corre el riesgo de que las miserias y porquerías se vean demasiado y causen asco. Y la España que gestiona la clase política actual, la de los millones de desempleados y pobres, la de los derechos restringidos, la injusticia, el abuso de poder y los políticos impunes, no es digna de ser exhibida.
Suárez, que fue todo un ejemplo cuando, al sentirse sin apoyos, se retiró discretamente a su hogar con su familia, seguramente no habría aprobado nunca la utilización que están haciendo de su cadáver y de su muerte para relanzar y revitalizar un sistema político español deteriorado, desprestigiado, plagado de escándalos de corrupción, aficionado a la mentira, maestro en desigualdad e injusticia, sin respeto ni peso en el plano internacional y sabiamente rechazado y cuestionado cada día por mas ciudadanos.
Ojalá que el actual "cabeza" del clan Suárez, su hijo Adolfo, no tenga que arrepentirse en el futuro de no haberlo enterrado con la discreción y el recato que él propio Suárez eligió para vivir los últimos años de su vida.