Información y Opinión

¡Referendum sobre la independencia catalana ya!



Nuestros políticos son torpes y obtusos. Ellos no saben qué hacer con Cataluña y dejan que el problema se enquiste y se pudra. A cualquiera de nosotros, simples pensadores políticos, se nos habría ocurrido ya la solución del problema catalán. No somos profesionales de la política, pero somos demócratas y tenemos neuronas activas. Lo que hay que hacer es aplicar la ley y convocar con rapidez un referendum como el que establece la Constitución, en el que todos los españoles, incluidos los catalanes, opinen sobre la independencia de Cataluña. Es así de sencillo, pero a estos ineptos ni siquiera se les ocurre, ¡con todo lo que cobran y con la cantidad de asesores que tienen!
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El comportamiento del premier inglés David Camerón con respecto al independentismo escocés constituye un auténtico ejemplo de seriedad, solvencia y autoridad que el voluble, cobarde y renqueante gobierno español de Rajoy debería copiar convocando inmediatamente, como establece la ley, en todo el territorio nacional, un referendum en el que todos los ciudadanos de España, incluyendo a los catalanes, tengan que responder a una pregunta limpia y sin los habituales trucos y mentiras del nacionalismo: "Independencia para Cataluña ¿Si o No?". Eso es lo que establece la Constitución y lo que España debe hacer.

El respeto a la ley debe ser la guía de toda la relación entre España y los independentistas catalanes. Si ese respeto hubiera sido impuesto por Felipe González, José Maria Aznar, Zapatero y Rajoy, se habrían evitado desacatos, insumisiones y rebeldías anticonstitucionales y, probablemente, nunca se habría llegado a la situación actual de drama con una clase política nacionalista catalana crecida, arrogante, insumisa y cargada de soberbia y odio.

De ese modo, el gobierno demostraría su solvencia y su autoridad, cumpliendo la Constitución, sin permitir a los nacionalistas más chantajes y mentiras y menos todavía que planteen un referendum ilegal con una pregunta capciosa y truculenta como la que Artur Mas está perfilando, algo así como ¿Quiere usted una Cataluña independiente insertada en la Unión Europea?, pregunta con más trampas y mentiras que una mesa de trileros.

La cobardía y la parálisis de Rajoy está proyectando en la opinión pública mundial la imagen de un pobre pueblo catalán al que la cruel España ni siquiera le permite expresar su voluntad en un referendum democrático, cuando la realidad es otra: el pueblo catalán está siendo manipulado y engañado por una casta de políticos catalanes corruptos y manipuladores que incumplen la ley y que utilizan la propaganda, la mentira y el victimismo para ganar la batalla de la imagen, frente al cual el gobierno español solo sabe exhibir torpeza, cobardía y estupidez. Convocar el referendum previsto por la ley acabaría con esa imagen negativa de España como país que obstaculiza el deseo de libertad de los catalanes.

Con un referendum constitucional, a nivel nacional, podrían alcanzarse varios objetivos al mismo tiempo: el primero sería cumplir la ley; el segundo arrebatar la iniciativa a los nacionalistas catalanes, que no tienen capacidad legal alguna para convocar y organizar esa consulta; el tercero es impedirles la mentira y la trampa; el cuarto sería conocer de una vez el porcentaje de españoles y de catalanes que quieren la independencia de Cataluña y el quinto sería aclarar la situación a los votantes catalanes, que deben saber toda la verdad antes de votar y no nadar, como llevan años haciendo, en la mentira nacionalista, que ni siquiera se ha detenido a la hora de reescribir la Historia y colmarla de falsedades; y el sexto seria demostrar ante la comunidad internacional que España no le tiene miedo a una consulta sobre la independencia, planteada como establecen las leyes.

La convocatoria del referendum abrirá. lógicamente, el correspondiente debate y gracias a ese gran flujo de información y argumentos, los catalanes descubrirán realidades que sus políticos les ocultan y que desconocen, a pesar de que son claves para tomar decisiones: deberán saber que si obtienen la independencia, saldrán de la Unión Europea y del Euro y que tendrán que crear una moneda propia; que, al ser independientes, no recibirían ni un euro más del Estado Español, ni avales ni ayudas; que heredarán un Estado endeudado y en completa ruina, sin posibilidad de endeudarse mas porque nadie les prestará dinero y porque su deuda será más basura que la Griega; que Europa no podrá rescatarles porque los fondos de rescate son exclusivamente para países miembros de la Unión; que la mayoría de las grandes empresas catalanas tendrán que trasladarse a España para poder vender a precios competitivos; que, inmediatamente, tendrán que habilitar fronteras y aranceles con España, Francia y el resto de Europa; que sus ciudadanos y sus turistas tendrán que utilizar pasaporte, no carnet de identidad; que sus títulos académicos no tendrán validez en España, ni en Europa; que sus productos "made in Catalunya" serán objeto de un boicot emocional brutal, una especie de tsunami que les practicará, con toda la razón, una ciudadanía española indignada ante el desprecio catalán; que el Estado español, también indignado y dolido ante el desprecio catalán, utilizará todos sus recursos para que la separación les cueste cara a los insensatos nacionalistas... y un largo etcétera de perjuicios y daños, directos y colaterales, que harán de Cataluña un infierno.

Cada día somos más los españoles que no nos importaría que Cataluña se independizara, si lo desea, pero haciéndolo según la ley y las normas establecidas, lo que significa pagar por ese paso una enorme e insoportable factura, ni un gramo más, ni uno menos, dentro del principio universal de la reciprocidad y del cumplimiento de los tratados y normas vigentes. En esas condiciones, yo votaría "Sí" a la independencia de Cataluña. Mi voto ya lo tienen.

Cualquier cosa, incluso la independencia, sería mejor que el chantaje catalán permanente, el uso constante del victimismo, la ofensa, la humillación y la mentira en las relaciones mutuas, la queja permanente, el desprecio, el boicot descarado que los catalanes nacionalistas practican a los productos españoles, muy superior e intenso que cualquier conato de boicot que los españoles hayan desplegado en el pasado contra el cava o contra cualquier producto catalán, impulsados por la indignación ante el acoso nacionalista. Una consecuencia importante de la separación sería que España se liberaría de la casta política catalana, la más corrupta del ya podrido panorama español, la más despilfarradora, falsa y victimista, culpable de haber destrozado la prosperidad y de haber conducido a Cataluña hasta el borde de la ruina y la derrota.

Si con la verdad y la legalidad, sin trampas ni manipulación, los catalanes demuestran en ese referendum nacional que los que desean ser independientes constituyen una mayoría sólida, España, entonces, debería concederles la independencia "súbito", aplicando la ley con todo rigor y justicia, sin olvidar la reciprocidad, que es el mas justo y noble de los principios que regulan las relaciones entre los pueblos del planeta.


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Jueves, 18 de Octubre 2012
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