El ventilador de la política española está funcionando a pleno pulmón, esparciendo inmundicia y enterrando a la sociedad bajo una repugnante montaña de excrementos. El espectáculo de ayer en las Cortes, con dos partidos acusándose mutuamente de corrupción y con uno de ellos (el PSOE) aplaudiendo y llamando "Torero" a su ministro de Justicia, ignorando que en cualquier país decente del mundo ya habría dimitido o habría sido cesado de manera fulminante, constituyó uno de las imágenes más sucias y deprimentes de la política española, desde el chapucero "golpe" de Tejero.
El ventilador esparce porquería a todo ritmo, sin que a los políticos que lo han conectado les importe lo más mínimo ensuciar la nación y llenar de porquería a sus teóricos jefes, los ciudadanos soberanos de la democracia, que ya no saben qué hacer ante tanta indignidad e indecencia.
Las aspas del ventilador político lanzan contra la ciudadanía los cien kilos de cocaína desaparecidos de los depósitos policiales de Sevilla; la repugnante cacería de ciervos, en convivencia entre el juez y el Ministro, reflejo de la contaminación de los poderes Ejecutivo y Judicial; la trama de corrupción que involucra al PP de Madrid; la orden dada a la policía de detener a un cupo fijo de inmigrantes, preferentemente marroquíes, después negada; el ático de Pepiño en Galicia, construido violando la Ley de Costas, sobre un bosque talado, a pocos metros del mar; los estudios e informes que se pagan con dinero público sin que se realicen jamás; los desproporcionados precios que algunos gobiernos autonómicos pagan por obras y stands de ferias, los despilfarros de Touriño, coleccionista de coches de lujo, los gastos indecente de Carod Rovira, el rápido e inexplicable enriquecimiento de cientos de políticos en ejercicio; la marginación y persecución del idioma común de los españoles; la violación permanente de la Constitución en territorios dominados por el nacionalismo y otros cientos de pillerías e indecencias que generan un hedor insoportable y que convierten en irrespirable el aire político de la pobre España.
¡Que apaguen el ventilador!
Ante esta indecencia política no existe otra respuesta ciudadana digna que el voto de censura en las urnas. Los gallegos y vascos tienen la oportunidad de hacerlo dentro de pocos días, utilizando tres caminos: votando en blanco, absteniéndose de manera consciente y activa o votando a formaciones políticas nuevas y auténticamente democráticas, que no tengan responsabilidad alguna en la sobrecogedora degeneración de la política y de la democracia en España.
El ventilador esparce porquería a todo ritmo, sin que a los políticos que lo han conectado les importe lo más mínimo ensuciar la nación y llenar de porquería a sus teóricos jefes, los ciudadanos soberanos de la democracia, que ya no saben qué hacer ante tanta indignidad e indecencia.
Las aspas del ventilador político lanzan contra la ciudadanía los cien kilos de cocaína desaparecidos de los depósitos policiales de Sevilla; la repugnante cacería de ciervos, en convivencia entre el juez y el Ministro, reflejo de la contaminación de los poderes Ejecutivo y Judicial; la trama de corrupción que involucra al PP de Madrid; la orden dada a la policía de detener a un cupo fijo de inmigrantes, preferentemente marroquíes, después negada; el ático de Pepiño en Galicia, construido violando la Ley de Costas, sobre un bosque talado, a pocos metros del mar; los estudios e informes que se pagan con dinero público sin que se realicen jamás; los desproporcionados precios que algunos gobiernos autonómicos pagan por obras y stands de ferias, los despilfarros de Touriño, coleccionista de coches de lujo, los gastos indecente de Carod Rovira, el rápido e inexplicable enriquecimiento de cientos de políticos en ejercicio; la marginación y persecución del idioma común de los españoles; la violación permanente de la Constitución en territorios dominados por el nacionalismo y otros cientos de pillerías e indecencias que generan un hedor insoportable y que convierten en irrespirable el aire político de la pobre España.
¡Que apaguen el ventilador!
Ante esta indecencia política no existe otra respuesta ciudadana digna que el voto de censura en las urnas. Los gallegos y vascos tienen la oportunidad de hacerlo dentro de pocos días, utilizando tres caminos: votando en blanco, absteniéndose de manera consciente y activa o votando a formaciones políticas nuevas y auténticamente democráticas, que no tengan responsabilidad alguna en la sobrecogedora degeneración de la política y de la democracia en España.
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