Imagen difundida por Internet que plasma el miedo y la sospecha ante el control que Sánchez ejerce sobre el proceso electoral
Pedro Sánchez ha demostrado hasta la saciedad que no es una persona democrática y éticamente fiable y que miente y engaña con frecuencia. Tras la humillante derrota socialista en Andalucía, interpretada por los expertos como un rechazo directo de los andaluces a su política y a su persona, sus movimientos han sido preocupantes y altamente sospechosos: ha tomado el control pleno de INDRA y del INE, dos resortes con gran peso en el proceso electoral con capacidad de cambiar los resultados, que se agregan a otros dos que ya tenía en sus manos: el CIS, que hace las encuestas y ha demostrado que las "cocina" según los intereses del sanchismo, y CORREOS, empresa estatal en manos de un amigo intimo de Sánchez, con capacidad para alterar los votos emitidos desde la distancia.
Es demasiado poder en manos de un personaje nada fiable y mentiroso patológico. Alguien debería intervenir para detener su excesivo y antidemocrático control del poder y de las elecciones en España.
La democracia es un sistema que se basa en la confianza de los ciudadanos en sus líderes. Si eso es así, España es cualquier cosa menos una democracia, ya que la fiabilidad de Pedro Sánchez está por los suelos, destruida a base de mentiras y engaños de todo tipo.
Sería intolerable que las elecciones sean manipuladas y que quedara rota esa condición básica del sistema, que es el derecho de los ciudadanos a elegir libremente a sus dirigentes. Pero es casi igual de grave que la mayoría del pueblo crea que el fraude es posible y esté inmersa en la desconfianza y la duda sobre la ética y fiabilidad del sistema. Esa duda, esa escasez de confianza, invalida y pudre la democracia y deslegitima al poder.
El gran problema de España es que carece de instituciones defensivas para parar los pies a un depredador o para al menos impedir que se llegue a donde España ha llegado bajo el mandato de Sánchez, convertida en un pozo de divisiones, dudas, sospechas, indignación y rencores, muchas veces alimentados desde el mismo poder político.
En nuestra opinión, hay sospechas e indicios suficientes para que los tribunales intervengan e impidan que las sospechas, dudas y recelos ante el próximo proceso electoral sigan creciendo y convirtiendo en irrespirable el aire de la España política.
Sánchez debe asumir que su ciclo está acabado, Ha perdido las últimas elecciones en Galicia, Madrid, Castilla y León y Andalucía, a cuyos adversarios les ha bastado esgrimir el odiado nombre de Sánchez para que el pueblo, mayoritariamente, deposite papeletas para que sea derrotado.
La gente, ante tanta derrota sanchista, esperaba cierta rectificación y mesura en el presidente, pero sus movimientos han sido histéricos, propios de un tirano acosado: controlar más poder y los resortes claves del proceso electoral.
Alguien debe parar esta locura.
Francisco Rubiales
Es demasiado poder en manos de un personaje nada fiable y mentiroso patológico. Alguien debería intervenir para detener su excesivo y antidemocrático control del poder y de las elecciones en España.
La democracia es un sistema que se basa en la confianza de los ciudadanos en sus líderes. Si eso es así, España es cualquier cosa menos una democracia, ya que la fiabilidad de Pedro Sánchez está por los suelos, destruida a base de mentiras y engaños de todo tipo.
Sería intolerable que las elecciones sean manipuladas y que quedara rota esa condición básica del sistema, que es el derecho de los ciudadanos a elegir libremente a sus dirigentes. Pero es casi igual de grave que la mayoría del pueblo crea que el fraude es posible y esté inmersa en la desconfianza y la duda sobre la ética y fiabilidad del sistema. Esa duda, esa escasez de confianza, invalida y pudre la democracia y deslegitima al poder.
El gran problema de España es que carece de instituciones defensivas para parar los pies a un depredador o para al menos impedir que se llegue a donde España ha llegado bajo el mandato de Sánchez, convertida en un pozo de divisiones, dudas, sospechas, indignación y rencores, muchas veces alimentados desde el mismo poder político.
En nuestra opinión, hay sospechas e indicios suficientes para que los tribunales intervengan e impidan que las sospechas, dudas y recelos ante el próximo proceso electoral sigan creciendo y convirtiendo en irrespirable el aire de la España política.
Sánchez debe asumir que su ciclo está acabado, Ha perdido las últimas elecciones en Galicia, Madrid, Castilla y León y Andalucía, a cuyos adversarios les ha bastado esgrimir el odiado nombre de Sánchez para que el pueblo, mayoritariamente, deposite papeletas para que sea derrotado.
La gente, ante tanta derrota sanchista, esperaba cierta rectificación y mesura en el presidente, pero sus movimientos han sido histéricos, propios de un tirano acosado: controlar más poder y los resortes claves del proceso electoral.
Alguien debe parar esta locura.
Francisco Rubiales