(y el fuego se apaga)
Eso es lo que no ha dado tiempo a enseñar a los componentes de las brigadas de voluntarios venidos a Galicia para luchar contra los incendios. Es lo que se desprende de las exigencias de la Xunta en las “oposiciones” para pertenecer a las cuadrillas de prevención y extinción de incendios. No importaba tanto su cualificación como técnicos ni como especialistas en la materia. Lo fundamental y discriminatorio fue poseer un certificado de haber realizado un curso de idioma gallego.
De paso –y para que se note el cambio de gobierno- se prescindió de la práctica totalidad del personal anterior, que se supone estaba capacitado para las labores de prevención y lucha contra los incendios. Mientras, los vecinos echando agua con cubos de plástico. Calidoscópico y surrealista, pero auténtico.
Ahora hay que echar las culpas a alguien, y en eso están. Para ayudar en esta labor -no en la de apagar los fuegos- incluso se ha acudido a ciertos personajes que, no sé muy bien porqué, llaman intelectuales en lugar de tiraboleiros de prebendas y mamoncillos de subvenciones. A ellos se les ha encargado difundir la teoría de la existencia de “tramas incendiarias fomentadas por los que no han asumido su pérdida del poder en la Xunta”. Lo cierto es que, hasta ahora, el único detenido vinculado oficialmente a un partido político (se presentó en las listas para concejales en las últimas elecciones municipales) pertenece precisamente al partido que gobierna actualmente.
Jamás admitir la incompetencia propia. Y si hay que calumniar, pues eso, se calumnia. Los gobernantes saldrán impolutos. Nunca aceptarán su responsabilidad. La política es así.
A Iberia le han responsabilizado de lo sucedido en el aeropuerto del Prat. Total, no se va a poder defender. Lo que sí va a tener que hacer es pagar los platos rotos, que en este caso le va a suponer mucho dinero. No importa.
Aquí en Galicia, entre las numerosas lindezas expresadas por nuestros inefables políticos para eludir responsabilidades, se ha llegado a decir que gran parte de la culpa de los incendios la tiene también a concesionaria de la única autopista que existe en Galicia, ya que en sus cunetas había algunos rastrojos. Puede que también sea culpable el hombre del tiempo por no anunciar lluvias torrenciales en agosto, que es lo que tenía que haber hecho, y dejarse de pronosticar calores y vientos del nordeste.
Mientras, se detiene a algún “piradiño” de 90 años y se le acusa de provocar simultáneamente una cadena de incendios en lugares bastante alejados entre sí. O a otra anciana, en este caso devota de San Benitiño, porque, camino de su iglesia, llevaba en la mano un cirio (apagado) como ofrenda al santo. De otro de los detenidos se recalca que en su huerto cultivaba algunas plantas de marijuana, planta -como todo el mundo sabe- con fuertes propiedades incendiarias. Este personaje, al haber sido contratado recientemente, hay que suponerle en posesión del certificado de suficiencia en el conocimiento del idioma gallego. Por cierto, sus propios compañeros lo califican como vago.
Hasta ahora se ha practicado un tercio de la media de detenciones de años anteriores. A excepción de cuatro personas, todos han sido puestos en libertad. No parece que existan tramas. Existe dejadez e incompetencia para prevenir los incendios y para neutralizar a la docena de pirados que surjen todos los años. Como esto no se hace pues se echa la culpa a despechados. O peor, al pueblo gallego en su conjunto por padecer de lo que la ministra llama “patología gallega”. Parece que, además de los gobernantes, de momento quedan libres de culpa los suevos, lo que reforzará su posición para figurar en el Estatutocomo creadores originarios de la nación gallega.
El monte se quema por negligencia de los que cobran para que tal cosa no suceda. Y también lo queman desaprensivos, o como se les quiera llamar, contra los cuales no actúa como se debiera la autoridad competente.
Ahora, y para que veamos que saben actuar con celeridad, se anuncia que –cuando terminen las vacaciones del Gobierno, y coincidiendo con el anuncio solemne y oficial de las negociaciones con ETA- se celebrará un Consejo de Ministros en el que se aprobarán ayudas económicas a los danificados. La fatal coincidencia con la época vacacional del Gobierno imposibilita una convocatoria inmediata y ha impedido, infelizmente, la asistencia de políticos a los funerales de los fallecidos.
Para que estemos más tranquilos se miniminiza la catástrofe (las autoridades cuantifican la superficie quemada en un tercio de lo calculado por medio de los satélites) y se magnifica los medios utilizados (quintuplican el número de hidroaviones que han estado operando).
Ningún gobernante de esta sufrida región asumirá responsabilidades. No se sentirán culpables de que en los últimos días del mes de julio aún no estaban nombrados todos los responsables del operativo contra incendios forestales. Operativo que la nueva Xunta desmanteló y no sustituyó. Tampoco reconocerán que no arbitraron los medios necesarios para que –en contra de lo ya estaba legislado- los montes estuvieran limpios de maleza peligrosa. Se enzarzarán en disputas estériles sobre atribuciones competenciales. Querrán ocultar que negaron medios a determinados Ayuntamientos gobernados por la oposición.
A estas alturas del año los políticos estaban nerviosos por la proximidad de sus tan merecidas vacaciones. Necesitaban descansar después de haber estado muy ocupados en diseñar las pruebas lingüísticas exigidas para trabajar en las brigadas y retenes. Con toda lógica, alguien había pensado que sería mucho mejor que tales brigadas estuvieran compuestas por titulados y filólogos –o al menos por poseedores de un certificado oficial- de lengua gallega en vez de por especialistas en incendios.
Y, quienes así piensan y deciden, siguen gobernando. Y pese a la desgracia que se ha abatido sobre Galicia, ellos no van a dimitir. Ya se sabe la culpa es de los demás.¡manda carallo¡.
José Luis Múgica
Eso es lo que no ha dado tiempo a enseñar a los componentes de las brigadas de voluntarios venidos a Galicia para luchar contra los incendios. Es lo que se desprende de las exigencias de la Xunta en las “oposiciones” para pertenecer a las cuadrillas de prevención y extinción de incendios. No importaba tanto su cualificación como técnicos ni como especialistas en la materia. Lo fundamental y discriminatorio fue poseer un certificado de haber realizado un curso de idioma gallego.
De paso –y para que se note el cambio de gobierno- se prescindió de la práctica totalidad del personal anterior, que se supone estaba capacitado para las labores de prevención y lucha contra los incendios. Mientras, los vecinos echando agua con cubos de plástico. Calidoscópico y surrealista, pero auténtico.
Ahora hay que echar las culpas a alguien, y en eso están. Para ayudar en esta labor -no en la de apagar los fuegos- incluso se ha acudido a ciertos personajes que, no sé muy bien porqué, llaman intelectuales en lugar de tiraboleiros de prebendas y mamoncillos de subvenciones. A ellos se les ha encargado difundir la teoría de la existencia de “tramas incendiarias fomentadas por los que no han asumido su pérdida del poder en la Xunta”. Lo cierto es que, hasta ahora, el único detenido vinculado oficialmente a un partido político (se presentó en las listas para concejales en las últimas elecciones municipales) pertenece precisamente al partido que gobierna actualmente.
Jamás admitir la incompetencia propia. Y si hay que calumniar, pues eso, se calumnia. Los gobernantes saldrán impolutos. Nunca aceptarán su responsabilidad. La política es así.
A Iberia le han responsabilizado de lo sucedido en el aeropuerto del Prat. Total, no se va a poder defender. Lo que sí va a tener que hacer es pagar los platos rotos, que en este caso le va a suponer mucho dinero. No importa.
Aquí en Galicia, entre las numerosas lindezas expresadas por nuestros inefables políticos para eludir responsabilidades, se ha llegado a decir que gran parte de la culpa de los incendios la tiene también a concesionaria de la única autopista que existe en Galicia, ya que en sus cunetas había algunos rastrojos. Puede que también sea culpable el hombre del tiempo por no anunciar lluvias torrenciales en agosto, que es lo que tenía que haber hecho, y dejarse de pronosticar calores y vientos del nordeste.
Mientras, se detiene a algún “piradiño” de 90 años y se le acusa de provocar simultáneamente una cadena de incendios en lugares bastante alejados entre sí. O a otra anciana, en este caso devota de San Benitiño, porque, camino de su iglesia, llevaba en la mano un cirio (apagado) como ofrenda al santo. De otro de los detenidos se recalca que en su huerto cultivaba algunas plantas de marijuana, planta -como todo el mundo sabe- con fuertes propiedades incendiarias. Este personaje, al haber sido contratado recientemente, hay que suponerle en posesión del certificado de suficiencia en el conocimiento del idioma gallego. Por cierto, sus propios compañeros lo califican como vago.
Hasta ahora se ha practicado un tercio de la media de detenciones de años anteriores. A excepción de cuatro personas, todos han sido puestos en libertad. No parece que existan tramas. Existe dejadez e incompetencia para prevenir los incendios y para neutralizar a la docena de pirados que surjen todos los años. Como esto no se hace pues se echa la culpa a despechados. O peor, al pueblo gallego en su conjunto por padecer de lo que la ministra llama “patología gallega”. Parece que, además de los gobernantes, de momento quedan libres de culpa los suevos, lo que reforzará su posición para figurar en el Estatutocomo creadores originarios de la nación gallega.
El monte se quema por negligencia de los que cobran para que tal cosa no suceda. Y también lo queman desaprensivos, o como se les quiera llamar, contra los cuales no actúa como se debiera la autoridad competente.
Ahora, y para que veamos que saben actuar con celeridad, se anuncia que –cuando terminen las vacaciones del Gobierno, y coincidiendo con el anuncio solemne y oficial de las negociaciones con ETA- se celebrará un Consejo de Ministros en el que se aprobarán ayudas económicas a los danificados. La fatal coincidencia con la época vacacional del Gobierno imposibilita una convocatoria inmediata y ha impedido, infelizmente, la asistencia de políticos a los funerales de los fallecidos.
Para que estemos más tranquilos se miniminiza la catástrofe (las autoridades cuantifican la superficie quemada en un tercio de lo calculado por medio de los satélites) y se magnifica los medios utilizados (quintuplican el número de hidroaviones que han estado operando).
Ningún gobernante de esta sufrida región asumirá responsabilidades. No se sentirán culpables de que en los últimos días del mes de julio aún no estaban nombrados todos los responsables del operativo contra incendios forestales. Operativo que la nueva Xunta desmanteló y no sustituyó. Tampoco reconocerán que no arbitraron los medios necesarios para que –en contra de lo ya estaba legislado- los montes estuvieran limpios de maleza peligrosa. Se enzarzarán en disputas estériles sobre atribuciones competenciales. Querrán ocultar que negaron medios a determinados Ayuntamientos gobernados por la oposición.
A estas alturas del año los políticos estaban nerviosos por la proximidad de sus tan merecidas vacaciones. Necesitaban descansar después de haber estado muy ocupados en diseñar las pruebas lingüísticas exigidas para trabajar en las brigadas y retenes. Con toda lógica, alguien había pensado que sería mucho mejor que tales brigadas estuvieran compuestas por titulados y filólogos –o al menos por poseedores de un certificado oficial- de lengua gallega en vez de por especialistas en incendios.
Y, quienes así piensan y deciden, siguen gobernando. Y pese a la desgracia que se ha abatido sobre Galicia, ellos no van a dimitir. Ya se sabe la culpa es de los demás.¡manda carallo¡.
José Luis Múgica