El general Franco admiraba a Fidel y el dictador cubano también le correspondía con admiración. En ese rasgo, Zapatero y Franco coinciden. ¿Cómo se explica que un dictador fascista y un´dirigente democrático coincidan en algo tan sustancial como la admiración a un déspota?
Cuando Franco murió era yo corresponsal de la agencia de noticias española EFE en la Habana. Me llamó el embajador de España, Enrique Suárez de Puga, y me dijo que Cuba había decretado tres dias de "duelo oficial" por la muerte de Franco. No me lo podía creer y tuve que ir a la embajada para ver con mis propios ojos el decreto firmado por el presidente cubano, Osvaldo Dorticós. Envié la noticia urgente, en exclusiva mundial, y aquel "luto oficial" cubano por el dictador Franco se publicó en las primera páginas de los mejores diarios del mundo. Los "progres" e izquierdistas del planeta estaban consternados y no podían creerlo.
A los cubanos no les gustó que transmitiera aquella noticia y hasta me acusaron de que era falsa. Yo les dije que había visto el decreto firmado, pero no se lo creían. Meses después supe que el objetivo del gobierno cubano era decretar el luto oficial, pero, conscientes de que iba a ser un escándalo para la "progresía" mundial, mantenerlo en secreto. Fui yo quien les fastidió el plan con mi noticia.
Cuatro dias antes de la muerte de Franco, Fidel me llamó aparte en una recepción oficial y me preguntó qué pensaba yo del futuro de España, cuando Franco muriera. Le dije que yo creía que los españoles querían parecerse a sus vecinos europeos y que aspiraban a ser demócratas. Fidel me dijo que no estuviera tan seguro, que en España hay mejores condiciones de las que había en Portugal para un triunfo de la izquierda, liderada por oficiales y sargentos del Ejército. En aquella ocasión, Fidel me comentó: "Franco es un gran tipo. Nunca nos ha traicionado a los cubanos".
No he hablado nunca con Fidel en los últimos diez años, ni se de primera mano qué piensa Fidel de Zapatero, pero mis amigos de La Habana me aseguran que ambos se profesan una "admiración profunda, como coría con Franco".
Cuando Franco murió era yo corresponsal de la agencia de noticias española EFE en la Habana. Me llamó el embajador de España, Enrique Suárez de Puga, y me dijo que Cuba había decretado tres dias de "duelo oficial" por la muerte de Franco. No me lo podía creer y tuve que ir a la embajada para ver con mis propios ojos el decreto firmado por el presidente cubano, Osvaldo Dorticós. Envié la noticia urgente, en exclusiva mundial, y aquel "luto oficial" cubano por el dictador Franco se publicó en las primera páginas de los mejores diarios del mundo. Los "progres" e izquierdistas del planeta estaban consternados y no podían creerlo.
A los cubanos no les gustó que transmitiera aquella noticia y hasta me acusaron de que era falsa. Yo les dije que había visto el decreto firmado, pero no se lo creían. Meses después supe que el objetivo del gobierno cubano era decretar el luto oficial, pero, conscientes de que iba a ser un escándalo para la "progresía" mundial, mantenerlo en secreto. Fui yo quien les fastidió el plan con mi noticia.
Cuatro dias antes de la muerte de Franco, Fidel me llamó aparte en una recepción oficial y me preguntó qué pensaba yo del futuro de España, cuando Franco muriera. Le dije que yo creía que los españoles querían parecerse a sus vecinos europeos y que aspiraban a ser demócratas. Fidel me dijo que no estuviera tan seguro, que en España hay mejores condiciones de las que había en Portugal para un triunfo de la izquierda, liderada por oficiales y sargentos del Ejército. En aquella ocasión, Fidel me comentó: "Franco es un gran tipo. Nunca nos ha traicionado a los cubanos".
No he hablado nunca con Fidel en los últimos diez años, ni se de primera mano qué piensa Fidel de Zapatero, pero mis amigos de La Habana me aseguran que ambos se profesan una "admiración profunda, como coría con Franco".