La de Londres, entre Zapatero y Blair, ha sido una reunión de conveniencias. Mutuamente se han aplicado la pomada que necesitaban: Zapatero, al dar la mano y exhibir sintonía con Tony, salía un poco de su penoso aislamiento internacional, mientras Blair, al apoyar la "Alianza de civilizaciones" , tesis apadrinada por Zapatero como línea maestra de la política exterior española, conseguía un barniz de dirigente dialogante y cordial que le viene muy bien a su dura imagen de pistolero intransigente e intervencionista.
Por fin empiezan a darse cuenta que la "Alianza de civilizaciones" es un planteamiento ideológico de gran valor e imprescindible para la lucha de Occidente contra el terrorismo. No puede uno declararle la guerra a Al Qaeda y dedicarse a invadir países musulmanes y a perseguir a terroristas islámicos sin ofrecer al mismo tiempo una vertiente dialogante y una cobertura de paz y concordia como la que presenta la "Alianza".
ZP ha sido habil y ha visto que su tesis terminará de ser adoptada por todos, incluso por Bush (como pronto veremos), pero no como alternativa a la lucha a muerte contra el terrorismo, sino como línea paralela, como el "balsamo" necesario para contrarrestar las enormes heridas y tensiones que desata la guerra contra el terrorismo islámico, un fenómeno que, aunque no guste, es apoyado silenciosamente y con íntima satisfacción por decenas de millones de musulmanes en todo el planeta.
Todos comienzan a admitir el valor balsámico de la "Alianza", todos menos un terco y empecinado PP que, en España, de la mano de un Rajoy que está sorprendiendo por su dureza, sigue oponiéndose a todo lo que ZP defienda, creyendo que así lo desgasta, concibiendo la política como un combate de lucha libre, sin darse cuenta que los ciudadanos están hastiados y ya no quieren más lucha sucia ni trifulca en la política, sino una oposición racional y razonable que, ante los errores del gobierno, sea capaz de presentar alternativas y opciones ilusionantes.
Por fin empiezan a darse cuenta que la "Alianza de civilizaciones" es un planteamiento ideológico de gran valor e imprescindible para la lucha de Occidente contra el terrorismo. No puede uno declararle la guerra a Al Qaeda y dedicarse a invadir países musulmanes y a perseguir a terroristas islámicos sin ofrecer al mismo tiempo una vertiente dialogante y una cobertura de paz y concordia como la que presenta la "Alianza".
ZP ha sido habil y ha visto que su tesis terminará de ser adoptada por todos, incluso por Bush (como pronto veremos), pero no como alternativa a la lucha a muerte contra el terrorismo, sino como línea paralela, como el "balsamo" necesario para contrarrestar las enormes heridas y tensiones que desata la guerra contra el terrorismo islámico, un fenómeno que, aunque no guste, es apoyado silenciosamente y con íntima satisfacción por decenas de millones de musulmanes en todo el planeta.
Todos comienzan a admitir el valor balsámico de la "Alianza", todos menos un terco y empecinado PP que, en España, de la mano de un Rajoy que está sorprendiendo por su dureza, sigue oponiéndose a todo lo que ZP defienda, creyendo que así lo desgasta, concibiendo la política como un combate de lucha libre, sin darse cuenta que los ciudadanos están hastiados y ya no quieren más lucha sucia ni trifulca en la política, sino una oposición racional y razonable que, ante los errores del gobierno, sea capaz de presentar alternativas y opciones ilusionantes.