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Zapatero, un cateto en Davos





La presencia, ayer, de Zapatero en Davos fue la triste exhibición internacional de un cateto al que el destino y las masas aborregadas de España han colocado al frente de una de las diez economías más potentes del mundo. Parecía una película del inolvidable Paco Martínez Soria o una versión dantesca de aquel entrañable "Cateto a Babor" de Alfredo Landa, film en el que un lugareño de la España rural e inculta, trasladado a la "mili", se convierte en el hazmerreir de sus compañeros y quien destroza los nervios del sargento Canales.

Pero la diferencia clave y el toque dramático es que un "cateto" procedente de la España rural puede ser gracioso en la "mili", pero un cateto elevado hasta la presidencia del gobierno de España es, por definición, una tragedia y un peligro que ponen los pelos de punta.

Zapatero había sido invitado seis veces al Foro de Davos, el más importantre del mundo, después de la ONU, pero siempre había dicho "No", ganándose la antipatía del equipo directivo del Foro. Este año aceptó la invitación, pero lo hizo tarde y tuvo que ser colocado con calzador en una mesa redonda de segundo rango porque no había ya otro espacio disponible.

Allí, compartiendo el banquillo de los acusados con Grecia, compareció sin saber inglés, paralizando el debate entre risas del público, hasta que llegó su traductora de la Moncloa. Cuando se dirigió a la audiencia, formada por gente triunfadora y de prestigio en el verdadero poder y las finanzas mundiales, ya iba "lastrado" por su pésima gestión de la economía española, por su fama de inútil, por la losa de plomo que representan los cinco millones de parados españoles y por la ruina amenazante de un país que en el mismo foro había sido ya señalado como "un peligro para la Eurozona, mayor que Grecia".

La de Davos fue una ocasión más perdida. La "alubia feliz" de la Moncloa no dijo ni una sóla cosa de las que Davos esperaba oír: austeridad pública, esfuerzo, adelgazamiento del Estado, apuesta decidida por la educación, reforma laboral, control de la presión fiscal, consenso político ante la amenaza de ruina...

El cateto "made in Spain", en lugar de exhibir hechos y sustancias, siguió planeando, como Alicia, por el País de las Maravillas, pidió "fe" en la economía española a gente que sólo entiende el lenguaje del balance. Pedir fe a los grandes empresarios del mundo presentes en Davos fue tan ridículo como pedirle a un banquero suizo que llene de avellanas su caja fuerte.

Zapatero en Davos, inseguro, con su traductora monclovita al lado, manejando promesas y aplastado por el inmenso bagaje de su fracaso como dirigente en España, no sólo fue el patético ejemplo de un cateto colocado por el cruel destino al frente de una de las grandes economías del mundo, sino la constatación ante el gran foro mundial de que España está en riesgo y de que un tipo así, sin preparación suficiente y sin conocer el idioma común, ni siquiera tendría sitio como directivo en una empresa media mundial.

España, arrastrada por su pésimo representante, demostró en Davos que no está preparada para los grandes desafíos del mundo presente, un mundo que ni siquiera entiende y en el que aplica recetas de demostrado fracaso, como la subida de impuestos, el endeudamiento público vertiginoso y la destrucción suicida de su tejido productivo.

Tras el espectáculo del "cateto peligroso" en Davos, España está obligada a aprobar urgentemente tres medidas vitales: los futuros presidentes deben ser obligatoriamente demócratas, deben saber inglés y deben ser examinados, antes de entrar en la Moncloa, por un tribunal honrado, independiente y lúcido, capaz de evaluar sus neuronas, su solvencia ética y su capacidad de liderazgo.


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Viernes, 29 de Enero 2010
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