Zapatero no sabe o no quiere explicar lo que está haciendo, ni es capaz de formular una teoría política que sostenga su estrategia, pero cada vez que alguien cercano le manifiesta su miedo y le advierte de los riesgos que están asumiendo los socialistas, le responde, de manera desconcertante, exigiéndole "fe ciega" y recordando que él siempre ha tenido suerte y ha ganado.
Algunos de sus correligionarios dicen que parece un "iluminado" porque cree tener "linea directa" con el destino. Si fuera religioso, sería un místico que dialoga cada día con Dios, pero Zapatero es sólo un político insólito, fuera de la norma, quizás el único del Occidente democrático con tintes esotéricos, alguien que apela más a la fe y a la suerte que a la razón.
Algunos de sus correligionarios, educados en el racionalismo, hartos de entregarle cheques en blanco y cansados ya de escuchar que lo importante es tener suerte, empiezan a sospechar que todo el mundo de Zapatero es un "bluf" y sopesan la rebelión como una opción, pero el PSOE es un partido disciplinado e implacable, que no perdona a los rebeldes y cuyos miembros son conscientes de los enormes beneficios que les han reportado hasta hoy la unidad y la disciplina, un argumento de hierro que permite a Zapatero seguir jugando a la ruleta rusa.
Pero algunos como Rosa Diez, Paco Vázquez, Rodríguez Ibarra y José Bono han dado ya el trascendental paso de la discrepancia pública con Zapatero y sus tesis.
He oído a dirigentes socialistas andaluces afirmar en privado, con preocupación, que "Zapatero puede llevarnos tanto a la gloria como al infierno político ", para agregar después que esto de confiar siempre en la suerte es " poco serio ".
De hecho, las tres grandes apuestas políticas de ZP, el cambio de alianzas en las relaciones internacionales, el Estatuto de Cataluña y la negociación con ETA, por el momento, únicamente acumulan reveses y desgaste, algo que está devolviendo el fuelle a un Partido Popular que ya se encuentra a poco más de un punto en las encuestas, a pesar de que salió noqueado de la derrota electoral en las generales de 2004.
Después de las últimas elecciones catalanas, la tesis de que "Zapatero siempre gana" ya no puede sostenerse. ZP ha perdido siempre en el frente catalán.
Tengo un amigo, dirigente socialista andaluz, que cada vez que discutimos de política (lo hacemos cada vez menos porque la conversación siempre se crispa y preferimos salvar nuestra relación) termina exclamando, refiriéndose a Zapatero: " esto de confiar en la suerte esotérica, en pleno siglo XXI, es una locura medieval, más propia de la bruja Lola o de Rappel que de discípulos de Pablo Iglesias ".
Algunos de sus correligionarios dicen que parece un "iluminado" porque cree tener "linea directa" con el destino. Si fuera religioso, sería un místico que dialoga cada día con Dios, pero Zapatero es sólo un político insólito, fuera de la norma, quizás el único del Occidente democrático con tintes esotéricos, alguien que apela más a la fe y a la suerte que a la razón.
Algunos de sus correligionarios, educados en el racionalismo, hartos de entregarle cheques en blanco y cansados ya de escuchar que lo importante es tener suerte, empiezan a sospechar que todo el mundo de Zapatero es un "bluf" y sopesan la rebelión como una opción, pero el PSOE es un partido disciplinado e implacable, que no perdona a los rebeldes y cuyos miembros son conscientes de los enormes beneficios que les han reportado hasta hoy la unidad y la disciplina, un argumento de hierro que permite a Zapatero seguir jugando a la ruleta rusa.
Pero algunos como Rosa Diez, Paco Vázquez, Rodríguez Ibarra y José Bono han dado ya el trascendental paso de la discrepancia pública con Zapatero y sus tesis.
He oído a dirigentes socialistas andaluces afirmar en privado, con preocupación, que "Zapatero puede llevarnos tanto a la gloria como al infierno político ", para agregar después que esto de confiar siempre en la suerte es " poco serio ".
De hecho, las tres grandes apuestas políticas de ZP, el cambio de alianzas en las relaciones internacionales, el Estatuto de Cataluña y la negociación con ETA, por el momento, únicamente acumulan reveses y desgaste, algo que está devolviendo el fuelle a un Partido Popular que ya se encuentra a poco más de un punto en las encuestas, a pesar de que salió noqueado de la derrota electoral en las generales de 2004.
Después de las últimas elecciones catalanas, la tesis de que "Zapatero siempre gana" ya no puede sostenerse. ZP ha perdido siempre en el frente catalán.
Tengo un amigo, dirigente socialista andaluz, que cada vez que discutimos de política (lo hacemos cada vez menos porque la conversación siempre se crispa y preferimos salvar nuestra relación) termina exclamando, refiriéndose a Zapatero: " esto de confiar en la suerte esotérica, en pleno siglo XXI, es una locura medieval, más propia de la bruja Lola o de Rappel que de discípulos de Pablo Iglesias ".