El presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, acaba de ser humillado públicamente, a escala mundial, al ser expresamente marginado de la cumbre que reunirá en Estados Unidos a 20 paises destacados del planeta para estudiar la crisis económica y buscar soluciones. Muchos de los países invitados tienen menos población que España, mucha menos hiustoria y economías mucho más débiles.
A pesar de la ostentosa humillación a Zapatero, consecuencia de su absurdo enfrentamiento con los Estados Unidos y con su arrogancia y desplantes en el escenario mundial, su marginación de la cumbre de Washington no es la factura más onerosa pagada por España como consecuencia de la errónea e inapropiada política exterior de ZP. La mayor factura cobrada a Zapatero por Estados Unidos y pagada por toda la sociedad española, es la pérdida de miles de millones de euros en contratos y programas de desarrollo, toda una enorme riqueza de la que han sido privadas muchas empresas españolas como consecuencia de que un día, un izquierdista insensato decidió herir el orgullo americano despreciando a la bandera de las barras y estrellas en un desfile militar que se celebraba en Madrid.
Por si esa humillación del entonces jefe de la oposición fuera poco, el mismo Zapatero, cuando ya era presidente del gobierno de España, ordenó la retirada de las tropas españolas del escenario de Irak, una retirada que dolió no sólo a Estados Unidos sino a todos los aliados occidentales de España por la forma como se realizó, sin respetar compromisos ni coordinarse con los estados mayores de la alianza.
Por si esas dos ofensas fueran poco, semanas después, desde Tunez, el mismo Zapatero invitó imprudentemente a los demás países que participaban en la ocupación de Irak a que abandonaran también aquel escenario.
El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, contando con el apoyo explícito de los líderes del poder legislativo y de los estados mayores de los dos partidos, Republicano y Demócrata, decidió entonces hacer pagar caras sus ofensas al dirigente español.
A partir de entonces se produjo un movimiento internacional de rechazo a España cuyas consecuencias, nefastas para los intereses políticos y económicos de España, han sido cuidadosamente ocultadas por la Moncloa y por la mayoría de los medios de comunicación españoles, en gran medida alejados de la verdad y sometidos al poder.
Tan sólo en el plano económico, las pérdidas de España han sido multimillonarias. Aunque se conocen apenas un par de episodios de los muchos existentes, bastan para vislumbrar el alcance del desastre. España perdió el contrato de mantenimiento en sus astilleros de la flota norteamericana en el Mediterráneo, pactado por José María Aznar, y no ha recibido el "placet" de Estados Unidos para numerosas transferencias tecnológicas o para exportar material militar con tecnología americana, lo que ha frustrado importantes contratos internacionales para la industria española, entre ellos la conocida y frustrada venta de aviones y barcos a Venezuela.
Poro los efectos demoledores de aquellos desprecios y desplantes antiyankis del joven e imprudente presidente español han sido muchos más y muy numerosos. Quizás el principal de ellos sea la eficaz marginación de España de todos los cónclaves donde se discute el destino del mundo, donde Estados Unidos suele negarse a compartir la mesa de discusiones con el español Zapatero, el cual ni siquiera ha sido capaz de justificar su antiamericanismo con planteamientos ideológicos o con argumentos de dignidad nacional, sino que ha reaccionado como un pedigüeño, solicitando ser recibido en la Casa Blanca y perdonado por el Imperio, directamente y a través de numerosos intermediarios, hasta convertir las humillaciones de España y su desesperada búsqueda de una foto con Bush en comidilla y motivo de risas y chistes en los grandes foros internacionales.
A pesar de la ostentosa humillación a Zapatero, consecuencia de su absurdo enfrentamiento con los Estados Unidos y con su arrogancia y desplantes en el escenario mundial, su marginación de la cumbre de Washington no es la factura más onerosa pagada por España como consecuencia de la errónea e inapropiada política exterior de ZP. La mayor factura cobrada a Zapatero por Estados Unidos y pagada por toda la sociedad española, es la pérdida de miles de millones de euros en contratos y programas de desarrollo, toda una enorme riqueza de la que han sido privadas muchas empresas españolas como consecuencia de que un día, un izquierdista insensato decidió herir el orgullo americano despreciando a la bandera de las barras y estrellas en un desfile militar que se celebraba en Madrid.
Por si esa humillación del entonces jefe de la oposición fuera poco, el mismo Zapatero, cuando ya era presidente del gobierno de España, ordenó la retirada de las tropas españolas del escenario de Irak, una retirada que dolió no sólo a Estados Unidos sino a todos los aliados occidentales de España por la forma como se realizó, sin respetar compromisos ni coordinarse con los estados mayores de la alianza.
Por si esas dos ofensas fueran poco, semanas después, desde Tunez, el mismo Zapatero invitó imprudentemente a los demás países que participaban en la ocupación de Irak a que abandonaran también aquel escenario.
El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, contando con el apoyo explícito de los líderes del poder legislativo y de los estados mayores de los dos partidos, Republicano y Demócrata, decidió entonces hacer pagar caras sus ofensas al dirigente español.
A partir de entonces se produjo un movimiento internacional de rechazo a España cuyas consecuencias, nefastas para los intereses políticos y económicos de España, han sido cuidadosamente ocultadas por la Moncloa y por la mayoría de los medios de comunicación españoles, en gran medida alejados de la verdad y sometidos al poder.
Tan sólo en el plano económico, las pérdidas de España han sido multimillonarias. Aunque se conocen apenas un par de episodios de los muchos existentes, bastan para vislumbrar el alcance del desastre. España perdió el contrato de mantenimiento en sus astilleros de la flota norteamericana en el Mediterráneo, pactado por José María Aznar, y no ha recibido el "placet" de Estados Unidos para numerosas transferencias tecnológicas o para exportar material militar con tecnología americana, lo que ha frustrado importantes contratos internacionales para la industria española, entre ellos la conocida y frustrada venta de aviones y barcos a Venezuela.
Poro los efectos demoledores de aquellos desprecios y desplantes antiyankis del joven e imprudente presidente español han sido muchos más y muy numerosos. Quizás el principal de ellos sea la eficaz marginación de España de todos los cónclaves donde se discute el destino del mundo, donde Estados Unidos suele negarse a compartir la mesa de discusiones con el español Zapatero, el cual ni siquiera ha sido capaz de justificar su antiamericanismo con planteamientos ideológicos o con argumentos de dignidad nacional, sino que ha reaccionado como un pedigüeño, solicitando ser recibido en la Casa Blanca y perdonado por el Imperio, directamente y a través de numerosos intermediarios, hasta convertir las humillaciones de España y su desesperada búsqueda de una foto con Bush en comidilla y motivo de risas y chistes en los grandes foros internacionales.