Algunos socialistas se estremecen e indignan cuando algunos periodistas libres llamamos a Zapatero "antidemócrata" y rechazan el "insulto" argumentando que "Zapatero ha sido elegido en las urnas", como si ese fuera un razonamiento convincente, cuando en realidad es una patraña.
Bastaría recordarles que también Adolf Hítler fue elegido en las urnas y que muchos totalitarios reconocidos, como Hugo Chávez, Fidel Castro y una larga lista de dictadores y sátrapas ,han salido de las urnas o han pretendido "legitimar" su tiranía recurriendo a unos comisión que, desde un poder sin controles ni escrúpulos, siempre son fáciles de manipular y controlar.
Se puede ser antidemócrata y hasta totalitario y haber cumplido las reglas de la democracia formal, aunque no de una democracia real. El totalitarismo es un comportamiento, no un sistema electoral, al igual que la democracia es una forma de sentir, pensar y vivir, más que el respeto a un conjunto de reglas y normas.
Se es antidemócrata y totalitario cuando se tienen amigos como Fidel Castro, Hugo Chávez y otros sátrapas manchados de tiranía y sangre, sin condenarlos abiertamente, sin defender ante ellos la libertad y la limpieza. Se es también totalitario y enemigo de la democracia cuando se miente a los ciudadanos o se utiliza la fuerza del poder para dividir y hacer infelices a los gobernados. Mas antidemocrático aún es regalar a la dictadura cubana de los "hermanos Castro", como ha hecho España, 101 millones de euros, a fondo perdido, en los últimos cuatro años.
Pero la lista de los "atentados" contra la demcoracia que puede cometer un mal dirigente es inmensa. Se es enemigo de la democracia cuando se convive con la corrupción sin revolverse contra ella y eliminarla, cuando se nombran jueces violando la independencia de los poderes básicos del Estado, una de las bases de la democracia, cuando se aplasta a la sociedad civil, impidiéndole que opere como contrapeso del poder político, como es preceptivo en democracia, cuando se persigue y margina a los que piensan diferente y a los críticos, cuando se premia a los amigos y se castiga a los adversarios, cuando se emplea el dinero público sin escrúpulos, cuando el gobierno se endeuda más allá de la prudencia, hipotecando el futuro de los españoles, cuando se antepone el propio interés o el del propio partido al bien común, cuando se ignora sistemáticamente el criterio y la opinión de las mayorías y se gubierna en contra de la inmensa mayoría de los ciudadanos, cuando uno ha perdido la credibilidad y, a pesar de ello, se niega a dimitir, cuando las decisiones del líder hacen infelices a los ciudadanos y cuando el gobierno conduce a los pueblos hacia el desprestigio, la derrota y el fracaso.
También se es antidemócrata cuando se propaga la desigualdad y la injusticia, cuando se otorgan cadenas de televisión a los amigos y se impide que los adversarios las tengan, cuando se utiliza la publicidad para beneficiar a los amigos y someter a los críticos, cuando se compran voluntades o se silencian críticas con dinero público, cuando se trucan y manipulan los concursos públicos para que los grandes negocios sean siempre para los amigos del poder, cuando se contrata a los amigos y se aísla a los enemigos, cuando se cobran o se permiten cobrar comisiones ilegales para financiar el propio partido o para enriquecer a dirigentes políticos, cuando se lucha por impedir la alternancia y cuando, desde el poder, se alimenta el engaño y la confusión.
Si Zapatero, el presidente de los españoles, no es culpable de estos comportamientos sucios y tiránicos, entonces es inmerecido e injusto calificarlo de "antidemócrata", pero si es culpable, entonces no sólo es justo calificarlo de enemigo de la democracia, sino que todo ciudadano tiene el derecho y el deber de hacer todo lo posible, dento de la ley, para expulsarle del poder e impedirle que siga prostituyendo el sistema y causando daño a la nación.
Bastaría recordarles que también Adolf Hítler fue elegido en las urnas y que muchos totalitarios reconocidos, como Hugo Chávez, Fidel Castro y una larga lista de dictadores y sátrapas ,han salido de las urnas o han pretendido "legitimar" su tiranía recurriendo a unos comisión que, desde un poder sin controles ni escrúpulos, siempre son fáciles de manipular y controlar.
Se puede ser antidemócrata y hasta totalitario y haber cumplido las reglas de la democracia formal, aunque no de una democracia real. El totalitarismo es un comportamiento, no un sistema electoral, al igual que la democracia es una forma de sentir, pensar y vivir, más que el respeto a un conjunto de reglas y normas.
Se es antidemócrata y totalitario cuando se tienen amigos como Fidel Castro, Hugo Chávez y otros sátrapas manchados de tiranía y sangre, sin condenarlos abiertamente, sin defender ante ellos la libertad y la limpieza. Se es también totalitario y enemigo de la democracia cuando se miente a los ciudadanos o se utiliza la fuerza del poder para dividir y hacer infelices a los gobernados. Mas antidemocrático aún es regalar a la dictadura cubana de los "hermanos Castro", como ha hecho España, 101 millones de euros, a fondo perdido, en los últimos cuatro años.
Pero la lista de los "atentados" contra la demcoracia que puede cometer un mal dirigente es inmensa. Se es enemigo de la democracia cuando se convive con la corrupción sin revolverse contra ella y eliminarla, cuando se nombran jueces violando la independencia de los poderes básicos del Estado, una de las bases de la democracia, cuando se aplasta a la sociedad civil, impidiéndole que opere como contrapeso del poder político, como es preceptivo en democracia, cuando se persigue y margina a los que piensan diferente y a los críticos, cuando se premia a los amigos y se castiga a los adversarios, cuando se emplea el dinero público sin escrúpulos, cuando el gobierno se endeuda más allá de la prudencia, hipotecando el futuro de los españoles, cuando se antepone el propio interés o el del propio partido al bien común, cuando se ignora sistemáticamente el criterio y la opinión de las mayorías y se gubierna en contra de la inmensa mayoría de los ciudadanos, cuando uno ha perdido la credibilidad y, a pesar de ello, se niega a dimitir, cuando las decisiones del líder hacen infelices a los ciudadanos y cuando el gobierno conduce a los pueblos hacia el desprestigio, la derrota y el fracaso.
También se es antidemócrata cuando se propaga la desigualdad y la injusticia, cuando se otorgan cadenas de televisión a los amigos y se impide que los adversarios las tengan, cuando se utiliza la publicidad para beneficiar a los amigos y someter a los críticos, cuando se compran voluntades o se silencian críticas con dinero público, cuando se trucan y manipulan los concursos públicos para que los grandes negocios sean siempre para los amigos del poder, cuando se contrata a los amigos y se aísla a los enemigos, cuando se cobran o se permiten cobrar comisiones ilegales para financiar el propio partido o para enriquecer a dirigentes políticos, cuando se lucha por impedir la alternancia y cuando, desde el poder, se alimenta el engaño y la confusión.
Si Zapatero, el presidente de los españoles, no es culpable de estos comportamientos sucios y tiránicos, entonces es inmerecido e injusto calificarlo de "antidemócrata", pero si es culpable, entonces no sólo es justo calificarlo de enemigo de la democracia, sino que todo ciudadano tiene el derecho y el deber de hacer todo lo posible, dento de la ley, para expulsarle del poder e impedirle que siga prostituyendo el sistema y causando daño a la nación.