Aseguran los que están cerca de Zapatero que la victoria en las recientes elecciones generales le ha dado alas, que ha incrementado su ego y que le ha cambiado, entre otras razones porque ahora soporta peor que antes las críticas. La periodista Julia Navarro, que conoce bien sus entornos, sostiene que la victoria le ha hecho más arrogante y que ahora cree que tenía la razón en todo lo que ha hecho o dicho en el pasado, incluídas sus muchas equivocaciones.
Si eso es así, el Zapatero actual es todavía más peligroso que el novato torpe que entró en la Moncloa por sorpresa, en el año 2004, porque está henchido de soberbia y ya ni siquiera está dispuesto a soportar críticas o consejos.
Algunos dirán que sufre ya el famoso “Síndrome de la Moncloa”, una especie de maldición que convierte a los presidentes españoles, a partir de su segundo periodo de gobierno, en reyezuelos arrogantes, profundamente alienados y peligrosamente ajenos a la realidad, a la verdad y a los sentimientos y sufrimientos del pueblo que gobierna.
Otros creen que lo que sufre ZP es mucho más intenso y peligroso que el viejo "síndrome": pura soberbia e indigestión de poder. Si eso es así, deberíamos pagar entre todos, con urgencia, a alguien que le grite todos los días, al menos una veintena de veces, “Memento mori” (recuerda que eres mortal), la misma advertencia que tenían que escuchar los generales romanos cuando gozaban de la ceremonia del Triunfo.
El general romano que obtenía una gran victoria y entraba triunfal en la ciudad de Roma, presidiendo un gran desfile, se sentía como un dios. El carro del triunfador era tirado por cuatro caballos blancos y, acompañado por soldados, prisioneros capturados, músicos, bailarines y bufones, era aclamado por la multitud. Vestía la toga picta y la túnica palmata, piezas divinas prestadas por la estatua de Jupiter Capitolino. Para que el triunfo no se le subiera a la cabeza y se convirtiera en un pobre imbécil, un funcionario (servus públicus) le acompañaba y, mientras mantenía sobre su cabeza la corona de laurel, le susurraba al oído: "Memento mori", que significa "¡recuerda que eres mortal!".
Algunos cronistas cercanos a la Moncloa afirman que sus asesores y colaboradores más cercanos, incluyendo a los ministros, cultivan el culto a la personalidad del jefe. La propia Julia Navarro cuenta que quien se atreve a llevarle la contraria es castigado con la indiferencia, que los libros antiguos definen como uno de los peores castigos de los dioses. Dicen que sus críticos dejan de recibir llamadas del presidente y que cuando están en su presencia reciben una mirada fría y glacial como castigo.
Tengo un amigo socialista que estuvo mucho tiempo al lado de Zapatero y que conserva amigos que todavía están en el santuario del poder monclovita. Me asegura que todos se han equivocado con el personaje, que no es lo que parecía ser, que sigue sorprendiendo a todos con sus decisiones y que ahora está mas “crecido” que nunca.
Mi amigo me cuenta algo sorprendente: “El propio Zapatero nunca creyó que ganaría las recientes elecciones generales. Pensaba igual que los asesores de Rajoy, que estaban seguros de que muchos damnificados por el “zapaterismo”, desde católicos a victimas del terrorismo, sin olvidar los adversarios del canon digital y los estafados de Forum Filatérlico y Gescartera le harían pagar su rencor con una derrota en las urnas.
“El primer sorprendido por su victoria ha sido el propio Zapatero, que ha reaccionado con una seguridad extrema, extraña y quizás peligrosa”, me dice.
Si eso es así, el Zapatero actual es todavía más peligroso que el novato torpe que entró en la Moncloa por sorpresa, en el año 2004, porque está henchido de soberbia y ya ni siquiera está dispuesto a soportar críticas o consejos.
Algunos dirán que sufre ya el famoso “Síndrome de la Moncloa”, una especie de maldición que convierte a los presidentes españoles, a partir de su segundo periodo de gobierno, en reyezuelos arrogantes, profundamente alienados y peligrosamente ajenos a la realidad, a la verdad y a los sentimientos y sufrimientos del pueblo que gobierna.
Otros creen que lo que sufre ZP es mucho más intenso y peligroso que el viejo "síndrome": pura soberbia e indigestión de poder. Si eso es así, deberíamos pagar entre todos, con urgencia, a alguien que le grite todos los días, al menos una veintena de veces, “Memento mori” (recuerda que eres mortal), la misma advertencia que tenían que escuchar los generales romanos cuando gozaban de la ceremonia del Triunfo.
El general romano que obtenía una gran victoria y entraba triunfal en la ciudad de Roma, presidiendo un gran desfile, se sentía como un dios. El carro del triunfador era tirado por cuatro caballos blancos y, acompañado por soldados, prisioneros capturados, músicos, bailarines y bufones, era aclamado por la multitud. Vestía la toga picta y la túnica palmata, piezas divinas prestadas por la estatua de Jupiter Capitolino. Para que el triunfo no se le subiera a la cabeza y se convirtiera en un pobre imbécil, un funcionario (servus públicus) le acompañaba y, mientras mantenía sobre su cabeza la corona de laurel, le susurraba al oído: "Memento mori", que significa "¡recuerda que eres mortal!".
Algunos cronistas cercanos a la Moncloa afirman que sus asesores y colaboradores más cercanos, incluyendo a los ministros, cultivan el culto a la personalidad del jefe. La propia Julia Navarro cuenta que quien se atreve a llevarle la contraria es castigado con la indiferencia, que los libros antiguos definen como uno de los peores castigos de los dioses. Dicen que sus críticos dejan de recibir llamadas del presidente y que cuando están en su presencia reciben una mirada fría y glacial como castigo.
Tengo un amigo socialista que estuvo mucho tiempo al lado de Zapatero y que conserva amigos que todavía están en el santuario del poder monclovita. Me asegura que todos se han equivocado con el personaje, que no es lo que parecía ser, que sigue sorprendiendo a todos con sus decisiones y que ahora está mas “crecido” que nunca.
Mi amigo me cuenta algo sorprendente: “El propio Zapatero nunca creyó que ganaría las recientes elecciones generales. Pensaba igual que los asesores de Rajoy, que estaban seguros de que muchos damnificados por el “zapaterismo”, desde católicos a victimas del terrorismo, sin olvidar los adversarios del canon digital y los estafados de Forum Filatérlico y Gescartera le harían pagar su rencor con una derrota en las urnas.
“El primer sorprendido por su victoria ha sido el propio Zapatero, que ha reaccionado con una seguridad extrema, extraña y quizás peligrosa”, me dice.
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