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ZP pasará a la historia como el 'resucitador' del 'Franquismo'





Derribó sus estatuas y quiso enterrar su memoria histórica, pero lo que Zapatero está consiguiendo es el efecto contrario: convertir al Franquismo, desacreditado y olvidado desde que se instauró la democracia, en una opción en alza, en un fantasma que retorna con aires de victoria.

Hay dos razones que explican el extraño y paradójico fenómeno de la resurrección del Franquismo en España, impulsada por un tipo políticamente torpe que se presenta como su mayor enemigo. La primera es que la España desvertebrada y desmoralizada que dibuja el "zapaterismo" no convence ni atrae a demasiados españoles, ni siquiera a muchos socialistas, asustados del olor escasamente democrático que despide el actual socialismo español. La segunda es que, en el fondo, ZP y Franco se parecen demasiado porque comparten una concepción autoritaria del poder y un sentido antidemocrático de la política. Viejos rasgos del Franquismo como la escasa importancia de la ciudadanía, el acoso a la sociedad civil, los privilegios para catalanes y vascos, la complicidad con la revolución cubana y la amistad inquebrantable con los árabes, entre otros muchos, están siendo "reeditados" por el zapaterismo.

Frente a la España desquiciada de ZP, desunida, insolidaria, asimétrica, arrodillada ante el terrorismo etarra, con los conceptos básicos de "igualdad" y "unidad" rotos y capaz de dejar la vía libre a los nacionalismos más voraces, rastreros y sangrientos, la España de Franco, a pesar de sus muchas carencias y miserias, cobra valor y exhibe sus escasos valores y aciertos, entre ellos su austeridad administrativa y la honradez de su tejido social, frente al despilfarro de las administraciones democráticas y la España de pillos y chorizos que ha propiciado la partitocracia.

Quien no esté convencido de la terrible paradoja de que ZP es el gran "resucitador" del fantasma del antes denostado "Caudillo", que revise las encuestas que se han realizado en los últimos meses con motivo del 70 aniversario de la Guerra Civil. Comprobará con sorpresa que la imagen de Franco, desacreditada y bien enterrada bajo siete lápidas por la joven democracia española, en la Transición, se está recuperando ahora a marchas forzadas, precisamente cuando se confronta con el triste panorama de la España de ZP, y gana enteros a medida que los políticos y la actual democracia, convertida en "partitocracia, se desacreditan y pierden el respeto popular.


Franky  
Lunes, 11 de Septiembre 2006
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