Muchos expertos policiales, incluyendo a los especialistas franceses en lucha antiterrorista, están aconsejando al gobierno español que desencadene ahora una ofensiva final contra ETA, aprovechando la coyuntura favorable de que la banda se encuentra dividida, desmoralizada y con menos apoyos que nunca, pero el presidente Zapatero y su equipo más próximo de la Moncloa se niegan a hacerlo.
La sorprendente negativa de Zapatero, que incluso ha decidido demorar la expulsión de los proetarras de los ayuntamientos que controlan en el País Vasco, tiene una explicación: Zapatero lo tiene todo programado y quiere culminar su segunda legislatura con la firma de la paz con ETA, lo que le permitirá, según sus estrategas, neutralizar el terrible desgaste que le están causando la crisis económica y su mal gobierno, ganar las elecciones de 2012 y pasar a la historia de España como el político que acabó con el terrorismo etarra.
La estrategia que se recomienda y que el gobierno rechaza comienza con el acoso a los proetaras de ANV, a los que se les puede expulsar de los ayuntamientos que controlan con la ley vigente, sin tener que realizar reformas jurídicas, combinada con declaraciones de apoyo a la paz emitidas por presos etarras de prestigio, que están convencidos de que la organización debe abandonar las armas, para terminar con una detención de los muchos cuadros del ala más radical de ETA que están localizados y bajo vigilancia permanente de las fuerzas de seguridad españolas y francesas, proporcionando así a la organización un golpe demoledor y concentrado en el tiempo del que difícilmente podría recuperarse en las actuales circunstancias de debilidad.
Pero, según nuestras fuentes consultadas, Zapatero prefiere retrasar el golpe final a la banda y hacerlo coincidir con una negociación que termine con el fin espectacular, solemne y ampliamente publicitado de la lucha armada, un acontecimiento que se debería producirse unos diez meses antes de las elecciones generales de 2012.
La estrategia del Estado contra ETA, como toda la política española y la acción de gobierno, quedan así supeditadas al único fin supremo y prioritario de ZP y su partido: ganar las próximas elecciones generales y mantenerse en el poder.
La sorprendente negativa de Zapatero, que incluso ha decidido demorar la expulsión de los proetarras de los ayuntamientos que controlan en el País Vasco, tiene una explicación: Zapatero lo tiene todo programado y quiere culminar su segunda legislatura con la firma de la paz con ETA, lo que le permitirá, según sus estrategas, neutralizar el terrible desgaste que le están causando la crisis económica y su mal gobierno, ganar las elecciones de 2012 y pasar a la historia de España como el político que acabó con el terrorismo etarra.
La estrategia que se recomienda y que el gobierno rechaza comienza con el acoso a los proetaras de ANV, a los que se les puede expulsar de los ayuntamientos que controlan con la ley vigente, sin tener que realizar reformas jurídicas, combinada con declaraciones de apoyo a la paz emitidas por presos etarras de prestigio, que están convencidos de que la organización debe abandonar las armas, para terminar con una detención de los muchos cuadros del ala más radical de ETA que están localizados y bajo vigilancia permanente de las fuerzas de seguridad españolas y francesas, proporcionando así a la organización un golpe demoledor y concentrado en el tiempo del que difícilmente podría recuperarse en las actuales circunstancias de debilidad.
Pero, según nuestras fuentes consultadas, Zapatero prefiere retrasar el golpe final a la banda y hacerlo coincidir con una negociación que termine con el fin espectacular, solemne y ampliamente publicitado de la lucha armada, un acontecimiento que se debería producirse unos diez meses antes de las elecciones generales de 2012.
La estrategia del Estado contra ETA, como toda la política española y la acción de gobierno, quedan así supeditadas al único fin supremo y prioritario de ZP y su partido: ganar las próximas elecciones generales y mantenerse en el poder.