Yolanda está embelesada con Pedro, su mentor
Pablo Iglesias no era demasiado comunista pero parecía un feroz bolchevique de los que fusilaron al zar y a su familia. Yolanda Díaz es una comunista pura, un Stalin con bragas, pero lo disimula con la sonrisa, el terciopelo y trajes de 4.000 euros. Yolanda ha aprendido de Sánchez que para triunfar hay que ser un hipócrita redomado. Sánchez parece un santo mártir cuando habla con su voz de mosquita muerta y ojos de cordero degollado, pero es un depredador insaciable que disfruta engañando y liquidando a sus presas.
La "duce Yolanda" dijo, no hace mucho, a una diputada de VOX: "Le garantizo que jamás van a gobernar este país, pero si llegasen a gobernar, ustedes sí que iban a tener huelgas y movilizaciones masivas”. Fue una amenaza violenta y mafiosa que no pudo controlar, que le salió del alma, sin disimulo, dejando ver a la tigresa que es.
Pablo Iglesias atacaba de frente y se le veía venir. Era un tipo bastante franco y directo. Yolanda ha aprendido de su maestro, Pedro Sánchez, a ser hipócrita y a esconder la verdad debajo de siete colchones y nueve mantas.
Yolanda es una entusiasta defensora del comunismo, pero sabe que para imponerlo no sirven las viejas técnicas que fracasaron en la URSS y están fracasando en Cuba. Hay que imponer el comunismo disfrazado de democracia, introduciendo el mal disfrazado de bien, con suavidad mórbida, sin sangre, pero con eficacia plena. La censura se sustituye por la autocensura del miedo; al enemigo no se le mata, sino que se le compra y si se resiste se le anula; si los pobres son los que votan izquierda, hay que llenar el país de pobreza; la mentira debe imperar como un faro que ilumina todo el acontecer; la educación debe producir torpes, indocumentados, ignorantes e imbéciles, tipos en definitiva preparados para ser colonizados y esclavizados por "el partido", por la vieja élite bolchevique renovada y disfrazada.
Esa y no otra es la esencia del "Yolandismo", la corriente nueva que, patrocinada por Pedro Sánchez, quiere que surja en los ámbitos de la izquierda un partido cuyo papel sea parecido al de VOX en la derecha y que opere como una fuerza pujante, no como el decadente y lánguido Podemos, en claro declive y sin capacidad de recolectar votos.
Pedro Sánchez y su discípula Yolanda saben que si el "yolandismo" triunfa y se alía con el "sanchismo", esas dos bestias unidas serán invencibles en una España que cuenta con millones de ciudadanos engañados que siguen creyendo y votando a la izquierda fabricante de pobreza y esclavitud.
Francisco Rubiales
La "duce Yolanda" dijo, no hace mucho, a una diputada de VOX: "Le garantizo que jamás van a gobernar este país, pero si llegasen a gobernar, ustedes sí que iban a tener huelgas y movilizaciones masivas”. Fue una amenaza violenta y mafiosa que no pudo controlar, que le salió del alma, sin disimulo, dejando ver a la tigresa que es.
Pablo Iglesias atacaba de frente y se le veía venir. Era un tipo bastante franco y directo. Yolanda ha aprendido de su maestro, Pedro Sánchez, a ser hipócrita y a esconder la verdad debajo de siete colchones y nueve mantas.
Yolanda es una entusiasta defensora del comunismo, pero sabe que para imponerlo no sirven las viejas técnicas que fracasaron en la URSS y están fracasando en Cuba. Hay que imponer el comunismo disfrazado de democracia, introduciendo el mal disfrazado de bien, con suavidad mórbida, sin sangre, pero con eficacia plena. La censura se sustituye por la autocensura del miedo; al enemigo no se le mata, sino que se le compra y si se resiste se le anula; si los pobres son los que votan izquierda, hay que llenar el país de pobreza; la mentira debe imperar como un faro que ilumina todo el acontecer; la educación debe producir torpes, indocumentados, ignorantes e imbéciles, tipos en definitiva preparados para ser colonizados y esclavizados por "el partido", por la vieja élite bolchevique renovada y disfrazada.
Esa y no otra es la esencia del "Yolandismo", la corriente nueva que, patrocinada por Pedro Sánchez, quiere que surja en los ámbitos de la izquierda un partido cuyo papel sea parecido al de VOX en la derecha y que opere como una fuerza pujante, no como el decadente y lánguido Podemos, en claro declive y sin capacidad de recolectar votos.
Pedro Sánchez y su discípula Yolanda saben que si el "yolandismo" triunfa y se alía con el "sanchismo", esas dos bestias unidas serán invencibles en una España que cuenta con millones de ciudadanos engañados que siguen creyendo y votando a la izquierda fabricante de pobreza y esclavitud.
Francisco Rubiales