Aquel perdón colectivo e inmersión en la democracia sorprendió y enamoró a gran parte del mundo porque España ofrecía un ejemplo maravilloso de como se sale de una dictadura y se transita en paz y con ilusión hacia una democracia moderna.
Sin embargo, la realidad ha demostrado que aquella aparente reconciliación fue mas un montaje que una realidad. Algunos jugaban sucio y nunca perdonaron ni olvidaron el conflicto armado, sino que se agazaparon esperando la ocasión para reabrir la guerra.
El PSOE, bajo Zapatero y Pedro Sánchez, ha reabierto la contienda civil y sembrado España de división, odio y enfrentamiento. Los españoles, por culpa de estos dos peligrosos y rencorosos mentecatos, ya no somos una nación unida que lucha por avanzar y prosperar, sino una nación llena de resentidos, dividida en derechas e izquierdas, que se odian y que, alimentada por una jauría indeseable de políticos sin alma, retrocede, cae en la decadencia, pierde pujanza y riqueza y está poniendo las bases para un nuevo enfrentamiento civil.
Aunque fue Zapatero el que desenterró el hacha de guerra, ha sido Pedro Sánchez el que ha reabierto el conflicto y reactivado las trincheras. Ha desenterrado a Franco, ha aprobado una ley de Memoria Democrática que no es otra cosa que una nueva declaración de guerra a todo el que se oponga a la cultura de la izquierda, ha enfrentado a los españoles unos con otros y hasta quiere dinamitar el Valle de los Caídos, símbolo de la guerra civil concluida.
Ese es el gran pecado de la izquierda española, por el que tendrá que pagar en el futuro una pesada factura. Haber acabado con el proyecto de una sola España para volver a dividirla en dos que se odian es una canallada de dimensiones monstruosas.
La derecha española ha caído en la trampa y ha aceptado el juego de la división y el retorno al enfrentamiento. No ha sido capaz de defender con brío el mayor logro de España en su era contemporánea, que fue el de 1977, cuando enterró aparentemente el rencor y el odio para construir en unidad una nación nueva, justa, libre y pujante.
Los dos grandes partidos políticos españoles, PSOE y PP, se han sentido a gusto en el bipartidismo y en la alternancia de poder y han defendido ese estatus, para lo cual han alimentado la división en dos bandos y el enfrentamiento viejo y sucio entre derechas e izquierdas, un enfrentamiento ficticio porque unos y otros despliegan políticos muy similares, aunque con matices importantes.
Unos y otros han renunciado a la ideología seria y han adoptado ideologías de salón, que sólo les sirven para dividir y enfrentar. Unos quieren subir impuestos y otros los quieren bajar, pero los dos quieren vivir del expolio al ciudadano. Unos quieren el despliegue de lo individual y otro de lo colectivo, pero siempre mandando ellos. Unos quieren mas Estado y otros menos, pero ambos incrementan el poder de los partidos en detrimento del ciudadano, al que mantienen marginado y ajeno a las decisiones, justo lo contrario de lo que manda la democracia.
La España del PSOE y del PP es una gran estafa. Por fortuna, parte de la ciudadanía ha sentido asco del montaje y ha reaccionado creando partidos alternativos, pero estos han sido rápidamente mediatizados, fagocitados o destruidos. Los dos grandes no quieren competidores reales, aunque sí aparentes, siempre que les ayuden a ganar votos y se sometan a alianzas en las que ellos son siempre hegemónicos.
Es lo que ha ocurrido o está ocurriendo con UPyD, Ciudadanos, Podemos y VOX, un partido este último cuyo impulso y fuerza llegó a aterrorizar por igual a la derecha y a la izquierda porque representaba una forma nueva y vigorosa de entender España y la política.
Francisco Rubiales
Sin embargo, la realidad ha demostrado que aquella aparente reconciliación fue mas un montaje que una realidad. Algunos jugaban sucio y nunca perdonaron ni olvidaron el conflicto armado, sino que se agazaparon esperando la ocasión para reabrir la guerra.
El PSOE, bajo Zapatero y Pedro Sánchez, ha reabierto la contienda civil y sembrado España de división, odio y enfrentamiento. Los españoles, por culpa de estos dos peligrosos y rencorosos mentecatos, ya no somos una nación unida que lucha por avanzar y prosperar, sino una nación llena de resentidos, dividida en derechas e izquierdas, que se odian y que, alimentada por una jauría indeseable de políticos sin alma, retrocede, cae en la decadencia, pierde pujanza y riqueza y está poniendo las bases para un nuevo enfrentamiento civil.
Aunque fue Zapatero el que desenterró el hacha de guerra, ha sido Pedro Sánchez el que ha reabierto el conflicto y reactivado las trincheras. Ha desenterrado a Franco, ha aprobado una ley de Memoria Democrática que no es otra cosa que una nueva declaración de guerra a todo el que se oponga a la cultura de la izquierda, ha enfrentado a los españoles unos con otros y hasta quiere dinamitar el Valle de los Caídos, símbolo de la guerra civil concluida.
Ese es el gran pecado de la izquierda española, por el que tendrá que pagar en el futuro una pesada factura. Haber acabado con el proyecto de una sola España para volver a dividirla en dos que se odian es una canallada de dimensiones monstruosas.
La derecha española ha caído en la trampa y ha aceptado el juego de la división y el retorno al enfrentamiento. No ha sido capaz de defender con brío el mayor logro de España en su era contemporánea, que fue el de 1977, cuando enterró aparentemente el rencor y el odio para construir en unidad una nación nueva, justa, libre y pujante.
Los dos grandes partidos políticos españoles, PSOE y PP, se han sentido a gusto en el bipartidismo y en la alternancia de poder y han defendido ese estatus, para lo cual han alimentado la división en dos bandos y el enfrentamiento viejo y sucio entre derechas e izquierdas, un enfrentamiento ficticio porque unos y otros despliegan políticos muy similares, aunque con matices importantes.
Unos y otros han renunciado a la ideología seria y han adoptado ideologías de salón, que sólo les sirven para dividir y enfrentar. Unos quieren subir impuestos y otros los quieren bajar, pero los dos quieren vivir del expolio al ciudadano. Unos quieren el despliegue de lo individual y otro de lo colectivo, pero siempre mandando ellos. Unos quieren mas Estado y otros menos, pero ambos incrementan el poder de los partidos en detrimento del ciudadano, al que mantienen marginado y ajeno a las decisiones, justo lo contrario de lo que manda la democracia.
La España del PSOE y del PP es una gran estafa. Por fortuna, parte de la ciudadanía ha sentido asco del montaje y ha reaccionado creando partidos alternativos, pero estos han sido rápidamente mediatizados, fagocitados o destruidos. Los dos grandes no quieren competidores reales, aunque sí aparentes, siempre que les ayuden a ganar votos y se sometan a alianzas en las que ellos son siempre hegemónicos.
Es lo que ha ocurrido o está ocurriendo con UPyD, Ciudadanos, Podemos y VOX, un partido este último cuyo impulso y fuerza llegó a aterrorizar por igual a la derecha y a la izquierda porque representaba una forma nueva y vigorosa de entender España y la política.
Francisco Rubiales