El periodista Ignacio Camacho firma hoy en "ABC" un artículo valiente y lúcido, titulado "Viva el ballotage" que, al igual que hace hoy Voto en Blanco con su artículo Francia ¡cómo te envidio!, compara la democracia española con la francesa y constata que de esa comparación España surge derrotada por goleada.
En su primer párrafo, claro y cristalino, Camacho dice:
"Me da envidia el ballotage francés, la segunda vuelta electoral, porque es un sistema limpio, claro y eficaz, que cierra el paso a componendas propias del mercado negro de la política. Dentro de un mes vamos a ver en España un ignominioso espectáculo de cambalache en el que se subastarán las alcaldías y presidencias autonómicas como en un mercado de chalanes, y en el que la voluntad expresa de los ciudadanos quedará a merced de un racimo de tahúres. Con nuestro mecanismo electivo, Le Pen y Bayrou estarían ahora en Francia exigiendo a Sarkozy y a Royal las parcelas de poder más golosas para subvertir a su favor la voluntad popular y transformar en ganancias su derrota democrática: a menos votos, más beneficio. Gracias al ballotage, sin embargo, cualquier acuerdo que los perdedores puedan suscribir con los candidatos mayoritarios tendrá que ser refrendado ante las urnas. Los pactos son legítimos, pero mejor delante del pueblo que a sus espaldas."
Pulsa aquí para leer el artículo completo.
En su primer párrafo, claro y cristalino, Camacho dice:
"Me da envidia el ballotage francés, la segunda vuelta electoral, porque es un sistema limpio, claro y eficaz, que cierra el paso a componendas propias del mercado negro de la política. Dentro de un mes vamos a ver en España un ignominioso espectáculo de cambalache en el que se subastarán las alcaldías y presidencias autonómicas como en un mercado de chalanes, y en el que la voluntad expresa de los ciudadanos quedará a merced de un racimo de tahúres. Con nuestro mecanismo electivo, Le Pen y Bayrou estarían ahora en Francia exigiendo a Sarkozy y a Royal las parcelas de poder más golosas para subvertir a su favor la voluntad popular y transformar en ganancias su derrota democrática: a menos votos, más beneficio. Gracias al ballotage, sin embargo, cualquier acuerdo que los perdedores puedan suscribir con los candidatos mayoritarios tendrá que ser refrendado ante las urnas. Los pactos son legítimos, pero mejor delante del pueblo que a sus espaldas."
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