Se presentaron por separado y compitieron entre ellos, un error que les causó la derrota. Ciudadanos y VOX parecían más interesados en repartirse los despojos del PP que en plantar cara a Pedro Sánchez, cuya mayor genialidad estratégica fue aprovechar la amenaza de VOX para movilizar a una izquierda que estaba dormida y desmoralizada hace solo unos meses.
El gran derrotado ha sido el PP, que ha pagado la pobreza de su campaña y sus errores del pasado, sobre todo dos: la corrupción galopante en sus filas y la terrible herencia de Rajoy, un lastre que ha recordado a sus votantes, constantemente, que no hizo nada cuando tuvo mayoría absoluta y que entregó España, cobardemente y con despecho, a Pedro Sánchez en una moción de censura que pudo haber evitado con valentía y tino, en lugar de ahogar su derrota con wisky en un restaurante madrileño.
A VOX también le faltó valentía. A mediados de su campaña pisó el freno, dejo de plantear los grandes temas que España necesitaba debatir y se empeño en demostrar que era un partido moderado y no un partido fascista. Fue un error porque su éxito pasaba, inexorablemente, por plantear a la sociedad los grandes debates pendientes: la inutilidad de las autonomías, el desastre de la inmigración, la financiación pública de los partidos políticos y otros muchos, todos silenciados gracias a un error estratégico de miedo, que le restó fuerza, tribuna pública y credibilidad.
Solo Ciudadanos no cometió grandes errores y salvó los muebles. Su resultado, sin ser brillante, le deja con posibilidades de ser el lider futuro de la derecha española, si el PP termina de sucumbir a sus propios errores y se desmorona.
Pablo Casado es un buen muchacho, pero su campaña fue tibia y no se atrevió a crucificar a Rajoy, con su enorme carga de corrupción y cobardía. Si lo hubiera hecho, podría haber evitado su infierno actual.
España puede ser también la gran perdedora si Pedro pacta el gobierno con Pablo y Podemos influye en la economía, todo un drama que puede conducir al país hacia la pobreza venezolana, que es la gran especialidad de la tribu bolivariana comunista de Pablo Iglesias.
En resumen: gano la osadía práctica del PSOE y perdieron la división y el miedo. Los que rechazaron la unión y se dedicaron a devorar el cadaver del PP en lugar de combatir frontalmente a Pedro Sánchez, el verdadero enemigo, han tenido su justo premio.
Francisco Rubiales
El gran derrotado ha sido el PP, que ha pagado la pobreza de su campaña y sus errores del pasado, sobre todo dos: la corrupción galopante en sus filas y la terrible herencia de Rajoy, un lastre que ha recordado a sus votantes, constantemente, que no hizo nada cuando tuvo mayoría absoluta y que entregó España, cobardemente y con despecho, a Pedro Sánchez en una moción de censura que pudo haber evitado con valentía y tino, en lugar de ahogar su derrota con wisky en un restaurante madrileño.
A VOX también le faltó valentía. A mediados de su campaña pisó el freno, dejo de plantear los grandes temas que España necesitaba debatir y se empeño en demostrar que era un partido moderado y no un partido fascista. Fue un error porque su éxito pasaba, inexorablemente, por plantear a la sociedad los grandes debates pendientes: la inutilidad de las autonomías, el desastre de la inmigración, la financiación pública de los partidos políticos y otros muchos, todos silenciados gracias a un error estratégico de miedo, que le restó fuerza, tribuna pública y credibilidad.
Solo Ciudadanos no cometió grandes errores y salvó los muebles. Su resultado, sin ser brillante, le deja con posibilidades de ser el lider futuro de la derecha española, si el PP termina de sucumbir a sus propios errores y se desmorona.
Pablo Casado es un buen muchacho, pero su campaña fue tibia y no se atrevió a crucificar a Rajoy, con su enorme carga de corrupción y cobardía. Si lo hubiera hecho, podría haber evitado su infierno actual.
España puede ser también la gran perdedora si Pedro pacta el gobierno con Pablo y Podemos influye en la economía, todo un drama que puede conducir al país hacia la pobreza venezolana, que es la gran especialidad de la tribu bolivariana comunista de Pablo Iglesias.
En resumen: gano la osadía práctica del PSOE y perdieron la división y el miedo. Los que rechazaron la unión y se dedicaron a devorar el cadaver del PP en lugar de combatir frontalmente a Pedro Sánchez, el verdadero enemigo, han tenido su justo premio.
Francisco Rubiales