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Verdades (inquietantes) como puños: recuperar la testosterona y la feminidad





Guste o no guste, Estados Unidos es el país que marca las tendencias. Lo que allí ocurre, termina pasando en el resto del mundo, salvo muy contadas excepciones. Y por allí soplan ahora vientos que pugnan por devolver al hombre su masculinidad y su confianza en sí mismo, del mismo modo que apuntan a que la mujer vuelva a ser mujer y erradique todas esas modas y tendencias que le han restado feminidad en los últimos años.

El mejor reflejo de la nueva tendencia es la primera frase del nuevo anuncio televisivo de hamburguesas (Burger King): "Soy un hombre, óyeme rugir", producto también de una nueva tendencia publicitaria y editorial que celebra una masculinidad alta en testosterona.

La nueva corriente lleva meses preparándose entre los pensadores, filósofos y sociólogos, que no han dejado de denunciar el error cultural y biológico que han representando las tendencias "lights", metrosexuales y de confusión de sexos vigentes en los últimos años, dañinas para la identidad de las personas y perjudiciales, según dicen, para la armonía de la sociedad y hasta para la convivencia.

En el más serio mundo académico, Harvey Mansfield, profesor de la prestigiosa Universidad de Harvard, sacó a la venta este año 'Manliness' (Masculinidad), en el que invita al género masculino a reafirmar su identidad y antiguo poder. Mansfield sostiene que los hombres necesitan recuperar viejas virtudes, como la firmeza de carácter y la seguridad en sí mismos, y no tener miedo a hacer gala de ellas en público. El académico dice que la mayoría de mujeres prefiere ese tipo de actitud masculina.

La nueva tendencia de recuperar la identidad de machos y hembras despunta en la publicidad, pero pronto, según los expertos, llegará hasta Hollywood, el foco cultural que mayor influencia ejerce en todo el mundo.

Por fortuna para la Humanidad, los colectivos de gays y lesbianas tenderán a ocupar el peso cultural y social que les corresponde y parece que comenzarán a perder el absurdo y desproporcionado predominio que han disfrutado en los últimos años, sobre todo en algunos países como España, donde los homosesuales han ejercido una influencia enorme y se han convertido hasta en modelos a imitar, ofrecidos a la audiencia con extraña profusión en los medios de comunicación y amparados inexplicablemente desde el liderazgo político.


Franky  
Martes, 15 de Agosto 2006
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