Imagen cedida por La Kodorniz
La izquierda, o al menos una parte importante de la izquierda, quizás aquella que ha bebido en las fuentes contaminadas del marxismo-leninismo, se siente fatal e irresistiblemente atraida por el totalitarismo.
La existencia de esa atracción es en Europa una tesis discutida, pero no así en América, donde las universidades y los pensadores lo tienen asumido y donde está de moda citar, para reforzar esa tesis, el comportamiento del presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero.
Nuestro corresponsal en Washington nos comentaba recientemente que en los debates universitarios y en los think tanks de Estados Unidos se mencionan las recientes comparaciones que hace Zapatero del Estado de Israel con el terrorismo de Hamás y de Hizbolá, colocándolos en un plano de igualdad, como un ejemplo plástico de la atracción totalitaria que experimenta cierta izquierda, como también lo son la condena que ha hecho de Israel, sin condenar al mismo tiempo los ataques previos y secuestros del terrorismo palestino y proiraní. La obsesión por seguir adelante en el "proceso de paz" con ETA, aunque tenga que ignorar tozudamente que los etarras incumplen la tregua al seguir extorsionando a los empresarios y manejando a distancia la Kale Borroka, también son ejemplos palpables. Sin embargo, la mejor prueba de la atracción que Zapatero y la izquierda mundial de inspiración marxista-leninista sienten hacia el radicalismo y el totalitarismo es el apoyo constante que están prestando a dictaduras y regímenes alejados de la democracia como Cuba, Venezuela, Bolivia, Siria, Irán y otros muchos, quizás porque representan su ideal político o porque esos regímenes se han liberado del "corsé" que la democracia representa para cualquier marxista-leninista o adicto a las ideologías totalitarias.
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La existencia de esa atracción es en Europa una tesis discutida, pero no así en América, donde las universidades y los pensadores lo tienen asumido y donde está de moda citar, para reforzar esa tesis, el comportamiento del presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero.
Nuestro corresponsal en Washington nos comentaba recientemente que en los debates universitarios y en los think tanks de Estados Unidos se mencionan las recientes comparaciones que hace Zapatero del Estado de Israel con el terrorismo de Hamás y de Hizbolá, colocándolos en un plano de igualdad, como un ejemplo plástico de la atracción totalitaria que experimenta cierta izquierda, como también lo son la condena que ha hecho de Israel, sin condenar al mismo tiempo los ataques previos y secuestros del terrorismo palestino y proiraní. La obsesión por seguir adelante en el "proceso de paz" con ETA, aunque tenga que ignorar tozudamente que los etarras incumplen la tregua al seguir extorsionando a los empresarios y manejando a distancia la Kale Borroka, también son ejemplos palpables. Sin embargo, la mejor prueba de la atracción que Zapatero y la izquierda mundial de inspiración marxista-leninista sienten hacia el radicalismo y el totalitarismo es el apoyo constante que están prestando a dictaduras y regímenes alejados de la democracia como Cuba, Venezuela, Bolivia, Siria, Irán y otros muchos, quizás porque representan su ideal político o porque esos regímenes se han liberado del "corsé" que la democracia representa para cualquier marxista-leninista o adicto a las ideologías totalitarias.
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