Guy Debord escribió que si Carlos Marx hubiera publicado El Capital en nuestros días, el tema no le habría interesado a nadie. Ni siquiera habría sido invitado a hablar de su libro en televisión, salvo que accediera a contar cómo se lió con su criada.
Es cierto, lamentablemente cierto. El sistema que nos domina es tan pobre que en nuestra cultura "democrática" y "occidental", en teoría marcada por las libertades y los derechos conquistados, a nadie le interesa la lucha de clases, la revolución proletaria o cualquier otra tesis política de altura. Si quieres ser famoso en estos tiempos de democracia y libertad, tienes que hacerte macarra, politicucho, futbolista o delincuente inmobiliario.
Los modelos a imitar, en esta sociedad del espectáculo, no son ya los escritores, filósofos, artistas o capitanes valientes, como antaño, sino los macarras, los chivatos, los políticos, los delincuentes de cuello blanco y los futbolistas de éxito.
Es cierto, lamentablemente cierto. El sistema que nos domina es tan pobre que en nuestra cultura "democrática" y "occidental", en teoría marcada por las libertades y los derechos conquistados, a nadie le interesa la lucha de clases, la revolución proletaria o cualquier otra tesis política de altura. Si quieres ser famoso en estos tiempos de democracia y libertad, tienes que hacerte macarra, politicucho, futbolista o delincuente inmobiliario.
Los modelos a imitar, en esta sociedad del espectáculo, no son ya los escritores, filósofos, artistas o capitanes valientes, como antaño, sino los macarras, los chivatos, los políticos, los delincuentes de cuello blanco y los futbolistas de éxito.