La Historia demuestra la existencia de una ley inalterable: si escoges el bien, todo irá mejor y el mundo durará mil generaciones, pero si escoges el mal las consecuencias serán terribles.
En nuestro tiempo, el hombre parece que ha decidido escoger el mal. Se ha apartado de Dios y se ha rodeado de mentiras, de injusticias, de predominio de fuertes contra débiles, de hambre de unos y de opulencia de otros, de criminalidad, de charcos de sangre… Ya hay entre nosotros seres en mutación que conducen el mundo hacia el abismo, seres tan poseídos de si mismo que cambian la ’verdad’ por la ‘mentira’, seres sin escrúpulos que para beneficio propio se atreverían a rasgar los ‘cielos’ en mil pedazos y destrozar los portentos de la bóveda celeste.
Es tan enorme el abuso que el hombre hace de su ‘libre albedrío’ que hasta se atreve a cruzar la frontera prohibida y, desde su prepotencia, toca el ‘Poder Oculto’ que sostiene la creación, lo que en labios de ‘científicos’ mantiene la relación cósmica de todo elemento existente, un poder al que nosotros llamamos ‘Dios’.
Dios lo soporta casi todo, incluso a los que le niegan, a los que le combaten y a los que le tergiversan sus mensajes y signos. Le indignan los mentirosos y estafadores y le sublevan los que esclavizan a sus semejantes, hijos de Dios, pero también los soporta, aunque los espera para castigarlos. Lo único que no soporta y ante lo que estalla es que alteren la Creación, su obra, dentro de cuya esencia está el principio de la libertad del ser humano.
Ese desafío al Creador traerá consecuencias terribles, ya predichas por los profetas, visionarios y analistas conspicuos. Ya estamos en el borde mismo del abismo y ha llegado el momento de rectificar. O rectificamos, o el hedor a cadáver se irá acentuando hasta que se haga irrespirable y es entonces cuando la paja será separada del grano y empezará la hecatombe humana.
El mismo Jesús advirtió que ha de venir el Profeta Elías a restaurar todas las cosas, sobre todo la locura de esa especie privilegiada entre todas las criaturas que poblamos este planeta, llamado "hombre".
El profeta Elías es el avatar cósmico portador del fuego que restaurará el orden y transformará las mentes y los corazones podridos por los falsos profetas y los pastores de la desgracia, que conducen a sus pueblos hasta la transgresión y la ofensa al Supremo.
Elias, en nombre del cielo, hará doblar la rodilla a los soberbios y sembrará la desolación entre los transgresores del orden eterno. Cortará el hilo perverso a ese ser “mutante”, cernirá la mala cosecha de los humanos, colocando la paja a un lado y el grano a otro.
Ya nos estamos aproximando a ese día, aunque la testadurez del hombre se empecine en negarlo. El ‘virus’ que hoy azota los pueblos del planeta es como un preaviso de los ‘ayes’ tan terribles que vendrán después. O rectificamos o tendremos lamentaciones de escalofrío y terror.
Por lo que estamos viendo en estos momentos en que escribimos estas cosas, la irracionalidad del hombre parece no tener límites y ante el aviso de la pandemia, la reacción no es reconciliarse con el Creador, sino agruparse en torno a los pastores del mal y aumentar el desafío y la soberbia.
La pandemia no es el fin de una era, sino el principio de la era del dolor, que ya comienza y la culpa de todo está en el hombre, que ha elegido caminos prohibidos, siguiendo el sendero abierto por pastores enloquecidos de soberbia y bajeza (políticos).
Francisco Rubiales
(El texto que hoy lees está inspirado en un documento escrito por un santo varón al que muchos llaman profeta por su sabiduría e intensa conexión con el Supremo. Me lo ha hecho llegar y yo, respetando su esencia, lo he podado y revestido del lenguaje apropiado, dándole forma de artículo).
En nuestro tiempo, el hombre parece que ha decidido escoger el mal. Se ha apartado de Dios y se ha rodeado de mentiras, de injusticias, de predominio de fuertes contra débiles, de hambre de unos y de opulencia de otros, de criminalidad, de charcos de sangre… Ya hay entre nosotros seres en mutación que conducen el mundo hacia el abismo, seres tan poseídos de si mismo que cambian la ’verdad’ por la ‘mentira’, seres sin escrúpulos que para beneficio propio se atreverían a rasgar los ‘cielos’ en mil pedazos y destrozar los portentos de la bóveda celeste.
Es tan enorme el abuso que el hombre hace de su ‘libre albedrío’ que hasta se atreve a cruzar la frontera prohibida y, desde su prepotencia, toca el ‘Poder Oculto’ que sostiene la creación, lo que en labios de ‘científicos’ mantiene la relación cósmica de todo elemento existente, un poder al que nosotros llamamos ‘Dios’.
Dios lo soporta casi todo, incluso a los que le niegan, a los que le combaten y a los que le tergiversan sus mensajes y signos. Le indignan los mentirosos y estafadores y le sublevan los que esclavizan a sus semejantes, hijos de Dios, pero también los soporta, aunque los espera para castigarlos. Lo único que no soporta y ante lo que estalla es que alteren la Creación, su obra, dentro de cuya esencia está el principio de la libertad del ser humano.
Ese desafío al Creador traerá consecuencias terribles, ya predichas por los profetas, visionarios y analistas conspicuos. Ya estamos en el borde mismo del abismo y ha llegado el momento de rectificar. O rectificamos, o el hedor a cadáver se irá acentuando hasta que se haga irrespirable y es entonces cuando la paja será separada del grano y empezará la hecatombe humana.
El mismo Jesús advirtió que ha de venir el Profeta Elías a restaurar todas las cosas, sobre todo la locura de esa especie privilegiada entre todas las criaturas que poblamos este planeta, llamado "hombre".
El profeta Elías es el avatar cósmico portador del fuego que restaurará el orden y transformará las mentes y los corazones podridos por los falsos profetas y los pastores de la desgracia, que conducen a sus pueblos hasta la transgresión y la ofensa al Supremo.
Elias, en nombre del cielo, hará doblar la rodilla a los soberbios y sembrará la desolación entre los transgresores del orden eterno. Cortará el hilo perverso a ese ser “mutante”, cernirá la mala cosecha de los humanos, colocando la paja a un lado y el grano a otro.
Ya nos estamos aproximando a ese día, aunque la testadurez del hombre se empecine en negarlo. El ‘virus’ que hoy azota los pueblos del planeta es como un preaviso de los ‘ayes’ tan terribles que vendrán después. O rectificamos o tendremos lamentaciones de escalofrío y terror.
Por lo que estamos viendo en estos momentos en que escribimos estas cosas, la irracionalidad del hombre parece no tener límites y ante el aviso de la pandemia, la reacción no es reconciliarse con el Creador, sino agruparse en torno a los pastores del mal y aumentar el desafío y la soberbia.
La pandemia no es el fin de una era, sino el principio de la era del dolor, que ya comienza y la culpa de todo está en el hombre, que ha elegido caminos prohibidos, siguiendo el sendero abierto por pastores enloquecidos de soberbia y bajeza (políticos).
Francisco Rubiales
(El texto que hoy lees está inspirado en un documento escrito por un santo varón al que muchos llaman profeta por su sabiduría e intensa conexión con el Supremo. Me lo ha hecho llegar y yo, respetando su esencia, lo he podado y revestido del lenguaje apropiado, dándole forma de artículo).