Casi diez millones de decentes españoles se abstuvieron en las pasadas elecciones ¿Cuándo van a hacerlo también los demás? ¿Hasta cuándo vamos a seguir votando corruptos, protegiendo con nuestro voto a partidos dedicados a demoler España, que después pactan entre ellos sin tener en cuenta la opinión de los votantes, ni los intereses de la nación?
Los grandes partidos políticos españoles, tanto el PP como el PSOE, han fracasado, no sólo porque han acumulado tantos delitos y tienen tantas causas abiertas en los tribunales que parecen asociaciones de malhechores, sino porque no han sabido resolver ninguno de los grande problemas de España, ni han logrado crear ilusiones colectivas, ni despertar la esperanza.
Parece increíble que los españoles sigamos votando corruptos a pesar de las exhibiciones de miseria y bajeza que nos están ofreciendo y refregando, cuando medio país está paralizado por el miedo a que logren pactar y formar gobierno el siniestro cóctel de los ambiciosos, los totalitarios y los independentistas que odian a España.
Parecía que queríamos acabar con el bipartidismo que ha asolado España en las últimas décadas, convirtiendo al país en un problema mundial y haciendo crecer las filas de los desempleados, nuevos pobres y ciudadanos infelices, pero no lo hemos logrado y hemos dejado sólo heridas a las dos bestias, sin fuerza para gobernar en solitario, pero con su capacidad intacta para configurar cócteles letales para España.
Sin ideologías atractivas, sin méritos que ofrecer, con pocos votos, con diputados y senadores insuficientes y sin ilusiones que contagiar, al PP y al PSOE sólo les queda la capacidad de despellejar al contrario. Lo han perdido todo, salvo sus trituradoras, sus siniestras máquinas de picar carne, aparatos de destrucción creados en los partidos para manipular la opinión pública y destruir al adversario.
Las trituradoras funcionan de manera implacable desde la campaña previa al 20 de diciembre, pero ahora están a toda máquina, funcionando de manera brutal para que el adversario no pueda formar gobierno, ni generar ilusión. Los candidatos y sus amigos y colaboradores son escrutados y diseccionados en busca de manchas, carencias y errores. El espectáculo de esos partidos, incapaces de ilusionar y de gobernar bien, pero expertos en demoler, es terrible, pero, por desgracia, fascina a muchos españoles, que acuden al telediario como carroñeros para ver como las hienas mordisquean y destrozan los cadáveres de los políticos, sin que nadie se de cuenta de que el único cadáver que está siendo devorado es el de España.
Que si Rajoy es un indolente que cobra sobres negros desde hace décadas, que no sabe dialogar con nadie, que es multimillonario, que su pasividad es una ofensa, que esta terriblemente solo, que es el gran obstáculo...
Que si Sánchez es un ambicioso peligroso, que está dispuesto a todo con tal de gobernar, que no siente asco de compartir el gobierno con los peores enemigos de España, que ni siquiera sus barones le aguantan, que es peor que Zapatero...
Que Pablo Iglesias es un comunista cruel que ya prepara sus checas y prisiones, que nos quitará las pensiones, que detrás de sus formas de profesor se oculta un Stalin implacable, que los que le rodean están corrompidos y ansiosos de poder y de revancha....
Que Albert Rivera es un esclavo del PP, que en Andalucía apoya a los socialistas, eternos corruptos, que es un hipócrita que se hace pasar por demócrata, que lo de sus deseos de regeneración es pura mentira....
La conclusión principal que se desprende de todo este panorama terrible de la España política no es que el país esté enfermo de corrupción galopante, ni siquiera que su vieja clase política es deprimente e inmerecedora de ejercer liderazgo alguno, sino otra mas dramática y desesperante: al pueblo español está tan degradado que, además de votar corruptos, disfruta con el circo sangriento de las trituradoras en acción.
Los grandes partidos políticos de España lo han perdido todo, desde las ideas a la dignidad y la limpieza, sin olvidar la capacidad de fascinar, de ser líderes y de ser ejemplares, pero alimentan con todas sus energías y poder sus poderososas picadoras de carne, no sólo porque les sirven para derrengar al enemigo, sino porque saben que el pueblo disfruta con la sangre. Disfrutan como niños en el circo o quizás como disfrutaban los romanos decadentes con la sangre de los gladiadores.
Desde el extranjero contemplan asombrados el espectáculo de España y no identifican a este país con aquella nación grande que dominó el mundo y que expandió sus conquistas por los cinco continentes.
En las universidades y escuelas de sociología y política del mundo analizan esa nueva clase dominante que ha surgido en España, sin valores y adicta a la esclavitud, esa que sigue votando a sus verdugos y elige corruptos cada vez que se abren las urnas. Son el "Precariado", la clase social mas siniestra de la historia moderna.
La España actual, dominada por los precarios sin cultura y adictos al espectáculo de la demolición, ingobernada e ingobernable, se revuelca a diario en sus propios excrementos y se desayuna cada día con titulares diarios en la prensa que no pueden ser más sonrojantes.
¿Podemos caer todavía mas bajo? No diga usted que no y deje que el tiempo pase y logren formar gobierno. Entonces descubriremos que el pozo de las inmundicias es todavía mas profundo y maloliente.
Los grandes partidos políticos españoles, tanto el PP como el PSOE, han fracasado, no sólo porque han acumulado tantos delitos y tienen tantas causas abiertas en los tribunales que parecen asociaciones de malhechores, sino porque no han sabido resolver ninguno de los grande problemas de España, ni han logrado crear ilusiones colectivas, ni despertar la esperanza.
Parece increíble que los españoles sigamos votando corruptos a pesar de las exhibiciones de miseria y bajeza que nos están ofreciendo y refregando, cuando medio país está paralizado por el miedo a que logren pactar y formar gobierno el siniestro cóctel de los ambiciosos, los totalitarios y los independentistas que odian a España.
Parecía que queríamos acabar con el bipartidismo que ha asolado España en las últimas décadas, convirtiendo al país en un problema mundial y haciendo crecer las filas de los desempleados, nuevos pobres y ciudadanos infelices, pero no lo hemos logrado y hemos dejado sólo heridas a las dos bestias, sin fuerza para gobernar en solitario, pero con su capacidad intacta para configurar cócteles letales para España.
Sin ideologías atractivas, sin méritos que ofrecer, con pocos votos, con diputados y senadores insuficientes y sin ilusiones que contagiar, al PP y al PSOE sólo les queda la capacidad de despellejar al contrario. Lo han perdido todo, salvo sus trituradoras, sus siniestras máquinas de picar carne, aparatos de destrucción creados en los partidos para manipular la opinión pública y destruir al adversario.
Las trituradoras funcionan de manera implacable desde la campaña previa al 20 de diciembre, pero ahora están a toda máquina, funcionando de manera brutal para que el adversario no pueda formar gobierno, ni generar ilusión. Los candidatos y sus amigos y colaboradores son escrutados y diseccionados en busca de manchas, carencias y errores. El espectáculo de esos partidos, incapaces de ilusionar y de gobernar bien, pero expertos en demoler, es terrible, pero, por desgracia, fascina a muchos españoles, que acuden al telediario como carroñeros para ver como las hienas mordisquean y destrozan los cadáveres de los políticos, sin que nadie se de cuenta de que el único cadáver que está siendo devorado es el de España.
Que si Rajoy es un indolente que cobra sobres negros desde hace décadas, que no sabe dialogar con nadie, que es multimillonario, que su pasividad es una ofensa, que esta terriblemente solo, que es el gran obstáculo...
Que si Sánchez es un ambicioso peligroso, que está dispuesto a todo con tal de gobernar, que no siente asco de compartir el gobierno con los peores enemigos de España, que ni siquiera sus barones le aguantan, que es peor que Zapatero...
Que Pablo Iglesias es un comunista cruel que ya prepara sus checas y prisiones, que nos quitará las pensiones, que detrás de sus formas de profesor se oculta un Stalin implacable, que los que le rodean están corrompidos y ansiosos de poder y de revancha....
Que Albert Rivera es un esclavo del PP, que en Andalucía apoya a los socialistas, eternos corruptos, que es un hipócrita que se hace pasar por demócrata, que lo de sus deseos de regeneración es pura mentira....
La conclusión principal que se desprende de todo este panorama terrible de la España política no es que el país esté enfermo de corrupción galopante, ni siquiera que su vieja clase política es deprimente e inmerecedora de ejercer liderazgo alguno, sino otra mas dramática y desesperante: al pueblo español está tan degradado que, además de votar corruptos, disfruta con el circo sangriento de las trituradoras en acción.
Los grandes partidos políticos de España lo han perdido todo, desde las ideas a la dignidad y la limpieza, sin olvidar la capacidad de fascinar, de ser líderes y de ser ejemplares, pero alimentan con todas sus energías y poder sus poderososas picadoras de carne, no sólo porque les sirven para derrengar al enemigo, sino porque saben que el pueblo disfruta con la sangre. Disfrutan como niños en el circo o quizás como disfrutaban los romanos decadentes con la sangre de los gladiadores.
Desde el extranjero contemplan asombrados el espectáculo de España y no identifican a este país con aquella nación grande que dominó el mundo y que expandió sus conquistas por los cinco continentes.
En las universidades y escuelas de sociología y política del mundo analizan esa nueva clase dominante que ha surgido en España, sin valores y adicta a la esclavitud, esa que sigue votando a sus verdugos y elige corruptos cada vez que se abren las urnas. Son el "Precariado", la clase social mas siniestra de la historia moderna.
La España actual, dominada por los precarios sin cultura y adictos al espectáculo de la demolición, ingobernada e ingobernable, se revuelca a diario en sus propios excrementos y se desayuna cada día con titulares diarios en la prensa que no pueden ser más sonrojantes.
¿Podemos caer todavía mas bajo? No diga usted que no y deje que el tiempo pase y logren formar gobierno. Entonces descubriremos que el pozo de las inmundicias es todavía mas profundo y maloliente.