Hay que implantar la paz, ahuyentar y quemar la guerra, y, en esa hoguera, han de arder las inclinaciones y manejos de todos los dictadores. Son ya muchas y continuadas las dictaduras de este mundo. Y son también muchas, en Venezuela, las voces que se levantan airadas para gritar con fuerza y plantar con su resistencia un "no" rotundo, a la enmienda constitucional de ese presidente, ignominioso, que actualmente mal gobierna esa gloriosa nación, que quiere convertir en una dictadura malversada y encubierta.
Los venelozanos no deben permitir tamaña fechoría del amiguete de Castro, quien anda detrás de todos estos movimientos revolucionarios de rancio y caduco olor comunista en diferentes naciones Iberoamericanas. Un Patriota, Enrique Caballero, clama desde Caracas: “¡No! A la estafa del robo de los votos decentes. ¡Pueblo, no puedes seguir ciego, ni hipnotizado, ante el engaño, el avasallamiento, la opresión, el absolutismo, ese predominio de hegemonía, tiranía voraz, arbitrariedad y despotismo, sometimiento, esclavitud, abuso en nuestra gleba! ¡Basta de humillaciones, inseguridad personal, bochorno, tirantez, angustia, congoja y violencia. Hostilidad, robo de una democracia! “Democracia” es libertad, emancipación, independencia, voluntad, espacio, desahogo, facultad de privilegios familiaridad, orden. Poder de ser uno mismo con su propia personalidad! ¡No! ¡No al mandato perpetuo del presidente Chávez! Queremos un país libre, para los herederos de nuestro gentilicio”.
En Iberoamérica, las caretas son corrientes y el tránsito se hace a sones de música folclórica. Hugo Chávez allá en los altos de Caracas se ha despojado de máscaras y se ha vestido a toda prisa el uniforme de faena, para apuntalar y conformar su reelección indefinida, quiere permanecer en la poltrona “sine die”. Puede que se crea a salvo de la muerte.
El fracaso en el plebiscito de 2007, no ha surtido efecto, sigue erre que erre, con un palabrerío más duro y aguerrido enarbolando un ejemplar de la Constitución, que desea rescribir. Es que no aguanta sin tener a su enemigo Busch, no puede pasar sin un imperialista, y ya ha comenzado su ataque a B. Obama, aún antes de darle tiempo a su investidura.
Fiel a las enseñanzas y consignas totalitarias ha salido con su represión y dictatoriales amenazas: “Al que salga a cortar una calle o quemar un carro, le echan gas y me lo meto preso; al jefe que no lo haga me lo raspo; me los raspo a toditos”. Son sus propias palabras, muy demócratas, muy a tono del mejor dictador. ¡Lastima! Si no se remedia, Venezuela es y será una nación de esclavos.
C. Mudarra
Los venelozanos no deben permitir tamaña fechoría del amiguete de Castro, quien anda detrás de todos estos movimientos revolucionarios de rancio y caduco olor comunista en diferentes naciones Iberoamericanas. Un Patriota, Enrique Caballero, clama desde Caracas: “¡No! A la estafa del robo de los votos decentes. ¡Pueblo, no puedes seguir ciego, ni hipnotizado, ante el engaño, el avasallamiento, la opresión, el absolutismo, ese predominio de hegemonía, tiranía voraz, arbitrariedad y despotismo, sometimiento, esclavitud, abuso en nuestra gleba! ¡Basta de humillaciones, inseguridad personal, bochorno, tirantez, angustia, congoja y violencia. Hostilidad, robo de una democracia! “Democracia” es libertad, emancipación, independencia, voluntad, espacio, desahogo, facultad de privilegios familiaridad, orden. Poder de ser uno mismo con su propia personalidad! ¡No! ¡No al mandato perpetuo del presidente Chávez! Queremos un país libre, para los herederos de nuestro gentilicio”.
En Iberoamérica, las caretas son corrientes y el tránsito se hace a sones de música folclórica. Hugo Chávez allá en los altos de Caracas se ha despojado de máscaras y se ha vestido a toda prisa el uniforme de faena, para apuntalar y conformar su reelección indefinida, quiere permanecer en la poltrona “sine die”. Puede que se crea a salvo de la muerte.
El fracaso en el plebiscito de 2007, no ha surtido efecto, sigue erre que erre, con un palabrerío más duro y aguerrido enarbolando un ejemplar de la Constitución, que desea rescribir. Es que no aguanta sin tener a su enemigo Busch, no puede pasar sin un imperialista, y ya ha comenzado su ataque a B. Obama, aún antes de darle tiempo a su investidura.
Fiel a las enseñanzas y consignas totalitarias ha salido con su represión y dictatoriales amenazas: “Al que salga a cortar una calle o quemar un carro, le echan gas y me lo meto preso; al jefe que no lo haga me lo raspo; me los raspo a toditos”. Son sus propias palabras, muy demócratas, muy a tono del mejor dictador. ¡Lastima! Si no se remedia, Venezuela es y será una nación de esclavos.
C. Mudarra