La izquierda española continua sintiendo miedo a enarbolar la bandera de España. La manifestación contra el terrorismo del pasado sábado, convocada por la izquierda, fua una manifestación sin banderas o con muy pocas, el principal rasgo que la distinguió de las otras manifestaciones, también contra el terrorismo, convocadas en meses anteriores por la Asociación de Víctimas del Terrorismo, a las que sí acude la derecha.
La incapacidad para enarbolar la bandera española es el mayor obstáculo de la izquierda española para afianzar su poder y hegemonía en España. Hasta que no consiga alzarla con más fe y determinación que la derecha, no conseguirá romper la enorme base popular que apoya a la derecha en España, que congrega no sólo a los de ideología conservadora, sino también a cientos de miles que sí creen en la nación española y en sentimientos como la unidad y el orgullo patrio.
Vista desde la distancia, la manifestación del sábado no fue un fracaso, pero tampoco un éxito. Sus asistentes, según quien los contara, fueron entre 110.00 y 200.000, una cantidad sensiblemente inferior a las que suele movilizar la derecha cuando sale a la calle, a pesar de que contó con el apoyo del gobierno, del PSOE, IU, los sindicatos, los inmigrantes ecuatorianos, la inmensa mayoría de los medios de comunicación y esa legión de artistas, actores y escritores que profesa una fe inquebrantable a la izquierda.
La incapacidad para enarbolar la bandera española es el mayor obstáculo de la izquierda española para afianzar su poder y hegemonía en España. Hasta que no consiga alzarla con más fe y determinación que la derecha, no conseguirá romper la enorme base popular que apoya a la derecha en España, que congrega no sólo a los de ideología conservadora, sino también a cientos de miles que sí creen en la nación española y en sentimientos como la unidad y el orgullo patrio.
Vista desde la distancia, la manifestación del sábado no fue un fracaso, pero tampoco un éxito. Sus asistentes, según quien los contara, fueron entre 110.00 y 200.000, una cantidad sensiblemente inferior a las que suele movilizar la derecha cuando sale a la calle, a pesar de que contó con el apoyo del gobierno, del PSOE, IU, los sindicatos, los inmigrantes ecuatorianos, la inmensa mayoría de los medios de comunicación y esa legión de artistas, actores y escritores que profesa una fe inquebrantable a la izquierda.