Aunque no lo percibamos, el mundo está cambiando y los malvados y sinvergüenzas empiezan a no tener sitio en la política, ni en el liderazgo de los pueblos, ni en las grandes instituciones, ni en el periodismo, ni en las empresas. Ha llegado el tiempo de la gente buena. La bondad y la franqueza cotizan al alza en un mundo que se siente harto de corruptos, canallas, ladrones en el poder y aprovechados de todo pelaje.
El fracaso y la salida del entrenador Mouriño del Real Madrid es un ejemplo evidente de que los tipos mal encarados, conflictivos y de mala leche ya no tienen sitio en la cúspide del mundo. La época de los trepas, de los ambiciosos y de los predadores ha pasado a la Historia porque el mundo se ha cansado de soportarlos y está sediento de gente buena, que apueste por la amistad, la cooperación y los grandes valores olvidados. La poderosa oleada de alegría que invadió España cuando el banquero Blesa ingresó en prisión es otro signo claro de que este mundo cambia y que los que carecen de ética están siendo arrinconados.
Las empresas que seleccionan y cazan talentos (Head Hunter) lo saben desde hace años y recomiendan a las grandes instituciones y empresas que recluten a gente capaz de motivar a equipos, de identificarse con sus compañeros, de ser generosa y altruista. Es la hora de la gente buena y ya no hay quien contrate al "trepa" agresivo e inhumano de antaño.
Zapatero engañó a los españoles durante demasiado tiempo únicamente porque tenía aspecto de buena gente: ojos azules, mirada limpia y sonrisa inocente. Pero cuando la gente descubrió que era un inepto incapaz y falso, le retiró el apoyo y él, con el rabo entre las piernas, tuvo que retirarse del liderazgo político.
Rajoy es otro dirigente que perderá las próximas elecciones no sólo porque ha fracasado en su política de devolver a España la prosperidad, sino porque ha mentido, engañado, incumplido sus promesas y tratado a los ciudadanos como si fueran escoria. La gente ya no soporta a los arrogantes, ni a los que conviven con la corrupción al mismo tiempo que la condenan. La gente del siglo XXI odia, por encima de todo, a los hipócritas que venden un alma blanca cuando la tienen negra.
Las empresas que quieren triunfar no solo se esfuerzan ahora por demostrar ante sus clientes que fabrican productos de alta calidad, sino también que son organizaciones éticas y empeñadas en mejorar el mundo. La Responsabilidad Social Corporativa es un intento empresarial de demostrar responsabilidad, bondad y sensibilidad.
Junto con la denostada e inhumana política, quien mas necesidad tiene de una revolución de la ética y la decencia es la banca, donde parecen haberse refugiado los peores predadores y canallas del planeta. La gente cambia y votará cada día mas a políticos que sean éticamente fiables y depositarán sus ahorros en bancos decentes y honrados. La actual política de los bancos, empeñados en engañar a los clientes con productos tóxicos y comisiones abusivas, es suicida y pronto les llevará a la ruina. No queda mucho para que el volumen de activos bajo los colchones supere a los depositados en la banca.
Es la reacción lógica ante la invasión y el poder acumulado por los peores tipos del planeta. Los políticos, los banqueros, los periodistas, los jueces y los poderosos en general, junto con sus "perros" defensores y mamporreros, han proyectado una imagen deleznable de alimañas sin alma y sin una gota de amor por los humanos. La reacción del pueblo, que siempre es el que termina mandando, a pesar de su debilidad aparente, ha sido retirarles la confianza. Los periódicos apenas se leen porque los periodistas se han vendido al poder y han abandonado su alianza con los ciudadanos. Los políticos están despreciados y acosados por un pueblo que aprende cada día a escrachearlos y odiarlos. Los banqueros sufrirán mucho en los próximos años porque los ciudadanos, a los que han robado y exprimido, ya no se fían de ellos, Los jueces, los policías, los grandes empresarios y todo el que haya incumplido su deber de construir un mundo mejor tendrá que sufrir ante una sociedad que quiere mejorar y castigar a los delincuentes camuflados.
La condena de los canallas y el acoso a los sinvergüenzas serán la gran revolución del siglo XXI. Es bueno para el mundo que sean repudiados los que incumplen sus promesas electorales y los que roban los ahorros de los ancianos, vendiéndoles productos tóxicos y sin garantías, como las participaciones preferentes. Un gobernante capaz de provocar a diario suicidios y dolor como el de los desahucios en España no debe presidir ni siquiera una comunidad de vecinos. Los predadores deberían ser confinados en una selva cerrada para que se despedacen entre ellos y dejen en paz a la gente de bien.
Ese es el mundo futuro que nos espera. Es un mundo duro, pero infinitamente de mejor calidad que el mundo que estamos enterrando entre todos, el que han construido nuestras indecentes e inmorales clases dirigentes: desigual, injusto, violento, mentiroso y cruel con los débiles, un mundo que debemos enterrar sin derramar una lágrima.
El fracaso y la salida del entrenador Mouriño del Real Madrid es un ejemplo evidente de que los tipos mal encarados, conflictivos y de mala leche ya no tienen sitio en la cúspide del mundo. La época de los trepas, de los ambiciosos y de los predadores ha pasado a la Historia porque el mundo se ha cansado de soportarlos y está sediento de gente buena, que apueste por la amistad, la cooperación y los grandes valores olvidados. La poderosa oleada de alegría que invadió España cuando el banquero Blesa ingresó en prisión es otro signo claro de que este mundo cambia y que los que carecen de ética están siendo arrinconados.
Las empresas que seleccionan y cazan talentos (Head Hunter) lo saben desde hace años y recomiendan a las grandes instituciones y empresas que recluten a gente capaz de motivar a equipos, de identificarse con sus compañeros, de ser generosa y altruista. Es la hora de la gente buena y ya no hay quien contrate al "trepa" agresivo e inhumano de antaño.
Zapatero engañó a los españoles durante demasiado tiempo únicamente porque tenía aspecto de buena gente: ojos azules, mirada limpia y sonrisa inocente. Pero cuando la gente descubrió que era un inepto incapaz y falso, le retiró el apoyo y él, con el rabo entre las piernas, tuvo que retirarse del liderazgo político.
Rajoy es otro dirigente que perderá las próximas elecciones no sólo porque ha fracasado en su política de devolver a España la prosperidad, sino porque ha mentido, engañado, incumplido sus promesas y tratado a los ciudadanos como si fueran escoria. La gente ya no soporta a los arrogantes, ni a los que conviven con la corrupción al mismo tiempo que la condenan. La gente del siglo XXI odia, por encima de todo, a los hipócritas que venden un alma blanca cuando la tienen negra.
Las empresas que quieren triunfar no solo se esfuerzan ahora por demostrar ante sus clientes que fabrican productos de alta calidad, sino también que son organizaciones éticas y empeñadas en mejorar el mundo. La Responsabilidad Social Corporativa es un intento empresarial de demostrar responsabilidad, bondad y sensibilidad.
Junto con la denostada e inhumana política, quien mas necesidad tiene de una revolución de la ética y la decencia es la banca, donde parecen haberse refugiado los peores predadores y canallas del planeta. La gente cambia y votará cada día mas a políticos que sean éticamente fiables y depositarán sus ahorros en bancos decentes y honrados. La actual política de los bancos, empeñados en engañar a los clientes con productos tóxicos y comisiones abusivas, es suicida y pronto les llevará a la ruina. No queda mucho para que el volumen de activos bajo los colchones supere a los depositados en la banca.
Es la reacción lógica ante la invasión y el poder acumulado por los peores tipos del planeta. Los políticos, los banqueros, los periodistas, los jueces y los poderosos en general, junto con sus "perros" defensores y mamporreros, han proyectado una imagen deleznable de alimañas sin alma y sin una gota de amor por los humanos. La reacción del pueblo, que siempre es el que termina mandando, a pesar de su debilidad aparente, ha sido retirarles la confianza. Los periódicos apenas se leen porque los periodistas se han vendido al poder y han abandonado su alianza con los ciudadanos. Los políticos están despreciados y acosados por un pueblo que aprende cada día a escrachearlos y odiarlos. Los banqueros sufrirán mucho en los próximos años porque los ciudadanos, a los que han robado y exprimido, ya no se fían de ellos, Los jueces, los policías, los grandes empresarios y todo el que haya incumplido su deber de construir un mundo mejor tendrá que sufrir ante una sociedad que quiere mejorar y castigar a los delincuentes camuflados.
La condena de los canallas y el acoso a los sinvergüenzas serán la gran revolución del siglo XXI. Es bueno para el mundo que sean repudiados los que incumplen sus promesas electorales y los que roban los ahorros de los ancianos, vendiéndoles productos tóxicos y sin garantías, como las participaciones preferentes. Un gobernante capaz de provocar a diario suicidios y dolor como el de los desahucios en España no debe presidir ni siquiera una comunidad de vecinos. Los predadores deberían ser confinados en una selva cerrada para que se despedacen entre ellos y dejen en paz a la gente de bien.
Ese es el mundo futuro que nos espera. Es un mundo duro, pero infinitamente de mejor calidad que el mundo que estamos enterrando entre todos, el que han construido nuestras indecentes e inmorales clases dirigentes: desigual, injusto, violento, mentiroso y cruel con los débiles, un mundo que debemos enterrar sin derramar una lágrima.