Si es cierto, como afirman la mayoría de los expertos en filosofía y derecho politico, que la democracia es, sobre todo, confianza de los administrados en los administradores, y si también es verdad que, cuando falla esa confianza, la democracia deja de existir y se convierte en un "régimen" diferente, más o menos legalizado por un sufragio más o menos limpio, entonces Andalucía está viviendo en la actualidad un profundo y escandaloso proceso de deterioro de su democracia.
La principal prueba en uno de los juicios del año, en el que dos periodistas destacados, el director y el redactor jefe de "El Mundo" de Andalucía, están siendo juzgados en Sevilla, tras haber sido acusados y sentados en el banquillo por el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, ha desaparecido del edificio judicial.
La desaparición de la principal prueba de la defensa, el video que implicaba al presidente del ejecutivo andaluz en un presunto delito de espionaje, en el que los periodistas se basaron para publicar la noticia de que el presidente de la Caja de Ahorros San Fernando, Juan Manuel López Benjumea, estaba siendo espiado por órdenes directas del presidente Cahves y de dos de sus más cercanos colaboradores, ha conmocionado a la parte más culta, politizada, informada y sensible de la sociedad andaluza, que está siguiendo el juicio con gran interés.
La primera conclusión que emerge de ese robo es que la Justicia queda en entredicho y que el presidente de la Junta debe sentirse abochornado por la desaparición de la única prueba que podía implicarle, la única que servía de defensa a los dos periodistas acusados.
Comentando la situación hoy con un catedrático de Huelva, concluíamos que la desaparición del video es un golpe bajo al sistema democrático porque siembra la desconfianza en la cioudadanía, que cada día cree menos en las instituciones, en los políticos, en la información, en la Justicia y en el mismo sistema.
¿Quien ha podido sustraer el video? ¿Por qué no ha sido eficientemente costudiada una prueba tan decisiva? Son preguntas sin respuesta, pero que el poder tiene la obligación ineludible de explicar a losciudadanos.
La confianza se tambalea todavía más cuando se ha sabido que el video desaparecido ahora es la segunda y, al parecer, la última copia, ya que el original fue también robado de los juzgados en el año 2005. Todo un incomprensible escándalo que invita al vómito y a llorar ante el cadaver de la democracia andaluza, de cuerpo presente.
Los tests para medir la calidad de una democracia en la sociedad se basan en siete parámetros, entre ellos la relación del ciudadano con sus representantes, el respeto a las libertades, la existencia de una prensa crítica y libre, la eficacia de las edministraciones públicas, etc., pero el factor que más influye en el veredicto final sobre la calidad de una democracia siempre es la confianza de los ciudadanos en el poder político y en el estado de derecho, decisiva para el sistema.
Cuando la sociedad desconfía del poder y de la Justicia, es una señal inequívoca de que la democracia ha sido asesinada, siendo el poder el principal sospechoso. También es cierto que cuando los ciudadanos temen al poder, nos encontramos en una tiranía y que si es el poder el que teme a los ciudadanos, entonces es cuando nos encontramos en una auténtica democracia.
No sé si el ciudadano teme al poder en Andalucía, pero puedo jurarles que el poder no le tiene miedo alguno al ciudadano en esta hermosa tierra sureña.
Nadie mide científicamente la calidad de la democracia en España, o al menos las mediciones, si se realizan, nunca son publicadas. Pero la pérdida masiva de la confianza de los ciudadanos en la política, en sus representantes y en las instituciones públicas es una sensación constatable y fácilmente medible. Basta pasear por las calles, observar y conversar.
La principal prueba en uno de los juicios del año, en el que dos periodistas destacados, el director y el redactor jefe de "El Mundo" de Andalucía, están siendo juzgados en Sevilla, tras haber sido acusados y sentados en el banquillo por el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, ha desaparecido del edificio judicial.
La desaparición de la principal prueba de la defensa, el video que implicaba al presidente del ejecutivo andaluz en un presunto delito de espionaje, en el que los periodistas se basaron para publicar la noticia de que el presidente de la Caja de Ahorros San Fernando, Juan Manuel López Benjumea, estaba siendo espiado por órdenes directas del presidente Cahves y de dos de sus más cercanos colaboradores, ha conmocionado a la parte más culta, politizada, informada y sensible de la sociedad andaluza, que está siguiendo el juicio con gran interés.
La primera conclusión que emerge de ese robo es que la Justicia queda en entredicho y que el presidente de la Junta debe sentirse abochornado por la desaparición de la única prueba que podía implicarle, la única que servía de defensa a los dos periodistas acusados.
Comentando la situación hoy con un catedrático de Huelva, concluíamos que la desaparición del video es un golpe bajo al sistema democrático porque siembra la desconfianza en la cioudadanía, que cada día cree menos en las instituciones, en los políticos, en la información, en la Justicia y en el mismo sistema.
¿Quien ha podido sustraer el video? ¿Por qué no ha sido eficientemente costudiada una prueba tan decisiva? Son preguntas sin respuesta, pero que el poder tiene la obligación ineludible de explicar a losciudadanos.
La confianza se tambalea todavía más cuando se ha sabido que el video desaparecido ahora es la segunda y, al parecer, la última copia, ya que el original fue también robado de los juzgados en el año 2005. Todo un incomprensible escándalo que invita al vómito y a llorar ante el cadaver de la democracia andaluza, de cuerpo presente.
Los tests para medir la calidad de una democracia en la sociedad se basan en siete parámetros, entre ellos la relación del ciudadano con sus representantes, el respeto a las libertades, la existencia de una prensa crítica y libre, la eficacia de las edministraciones públicas, etc., pero el factor que más influye en el veredicto final sobre la calidad de una democracia siempre es la confianza de los ciudadanos en el poder político y en el estado de derecho, decisiva para el sistema.
Cuando la sociedad desconfía del poder y de la Justicia, es una señal inequívoca de que la democracia ha sido asesinada, siendo el poder el principal sospechoso. También es cierto que cuando los ciudadanos temen al poder, nos encontramos en una tiranía y que si es el poder el que teme a los ciudadanos, entonces es cuando nos encontramos en una auténtica democracia.
No sé si el ciudadano teme al poder en Andalucía, pero puedo jurarles que el poder no le tiene miedo alguno al ciudadano en esta hermosa tierra sureña.
Nadie mide científicamente la calidad de la democracia en España, o al menos las mediciones, si se realizan, nunca son publicadas. Pero la pérdida masiva de la confianza de los ciudadanos en la política, en sus representantes y en las instituciones públicas es una sensación constatable y fácilmente medible. Basta pasear por las calles, observar y conversar.