El Partido Popular, reunido en convención este fin de semana, ha proyectado unidad, optimismo y fe en un próximo triunfo electoral, pero una frustrante escasez de propuestas a los ciudadanos y una desesperante falta de osadía y de ideas capaces de ilusionar o movilizar a esa parte de la sociedad española que no está sometida y que necesita con urgencia volver a confiar en la democracia y en los políticos.
El Partido Popular, que ve como el gobierno socialista de Zapatero se desgasta cada día más en los pantanos de sus aliados nacionalistas, del Estatuto de Cataluña y del tragicómico proceso de paz con ETA, ha creido que tiene ganadas ya las próximas elecciones y ha optado por dejar las cosas como están, por arriesgar poco, por actuar como lo que es: un partido político cuyo objetivo principal no es servir a la ciudadanía y a la nación, sino a sus propios intereses, sobre todo a la conquista y retención del poder.
Rajoy ha desaprovechado una oportunidad única para ofrecer a la sociedad española ideas regeneradoras de la democracia y programas orientados a reconstruir los valores que se están dinamitando desde el poder público. Ante el desgaste político de Zapatero, ha preferido no arriesgar y dejar las ideas y los programas, que siempre conllevan un riesgo, en el trastero.
Es posible que el Partido Popular haya conseguido entusiasmar a los suyos, pero ha dejado frios a los españoles que no tienen militancia, a los que se niegan a someterse, a los que votan según su criterio, que miraban la convención con la esperanza de que de ella surgiera un programa de regeneración de España, de acoso al nacionalismo excluyente, de defensa de los valores perdidos, de valoración de la democracia y del Estado de Derecho, de potenciación de la sociedad civil, de recuperación del protagonismo de lows ciudadanos, de defensa del idioma español, acosado por el nacionalismo en sus territorios, de defensa de los derechos de las minorías, pisoteados en Vasconia y Cataluña, etc.
El Partido Popular, que ve como el gobierno socialista de Zapatero se desgasta cada día más en los pantanos de sus aliados nacionalistas, del Estatuto de Cataluña y del tragicómico proceso de paz con ETA, ha creido que tiene ganadas ya las próximas elecciones y ha optado por dejar las cosas como están, por arriesgar poco, por actuar como lo que es: un partido político cuyo objetivo principal no es servir a la ciudadanía y a la nación, sino a sus propios intereses, sobre todo a la conquista y retención del poder.
Rajoy ha desaprovechado una oportunidad única para ofrecer a la sociedad española ideas regeneradoras de la democracia y programas orientados a reconstruir los valores que se están dinamitando desde el poder público. Ante el desgaste político de Zapatero, ha preferido no arriesgar y dejar las ideas y los programas, que siempre conllevan un riesgo, en el trastero.
Es posible que el Partido Popular haya conseguido entusiasmar a los suyos, pero ha dejado frios a los españoles que no tienen militancia, a los que se niegan a someterse, a los que votan según su criterio, que miraban la convención con la esperanza de que de ella surgiera un programa de regeneración de España, de acoso al nacionalismo excluyente, de defensa de los valores perdidos, de valoración de la democracia y del Estado de Derecho, de potenciación de la sociedad civil, de recuperación del protagonismo de lows ciudadanos, de defensa del idioma español, acosado por el nacionalismo en sus territorios, de defensa de los derechos de las minorías, pisoteados en Vasconia y Cataluña, etc.