González discrepa seriamente de Zapatero
Muchos no le perdonamos a Felipe González errores como haber abierto de par en par las puertas de España a la corrupción, la capacidad que demostró su gobierno para fabricar parados y hundir la economía española y, sobre todo, el terrorismo de Estado que practicó su Ministerio del Interior con los GAL, pero no dudamos que fue un hombre de Estado cuyo amor y respeto a España están fuera de toda duda.
Por eso, ante la situación extrema que vive nuestro país en manos de Zapatero, nos atrevemos a pedirle, como último servicio a la patria, que trascienda los estrechos límites de la cultura partidista, anteponga los intereses de España a los de su partido y se atreva a denunciar en público el inmenso daño que su sucesor y correligionario Zapatero está causando a nuestro país.
No le estamos pidiendo que denuncie lo que él no siente, ni siquiera algo que él no esté denunciando ya en sus círculos próximos, donde condena el "zapaterismo" con una crudeza extrema. Sólo le pedimos que nos ayude a los españoles a librarnos del peor gobernante de nuestra historia moderna, el cual, gracias a las carencias de nuestra pobre democracia, puede permanecer en el poder, destruyendo el país, sin que los ciudadanos puedan expulsarlo de la Moncloa.
Felipe González debería afirmar en público lo que ya dice en privado: que Zapatero debe consensuar su política "anti-crisis" con el PP y que si no consigue hacerlo, debe convocar elecciones anticipadas. También podría repetir en público otras opiniones propias: que su política de endeudamiento es errónea, que su alianza de "apoyo mutuo" con los sindicatos es mala para España y que el gobierno que Zapatero preside "no da la talla".
¿De qué nos sirve a los españoles que González, Leguina, Solchaga, Pedro Solbes y otros socialistas del pasado critiquen a Zapatero en privado? ¿Por qué no lo hacen en público y logran así detener el mal que nos hunde y el cáncer que destruye a España? ¿Acaso es más importante el principio de "lealtad" al partido que el bien de España? ¿Debe prevalecer el criterio de que la ropa sucia se lava en casa, cuando el país se va a pique conducido por un inepto cargado de peligro?
Felipe González está ya en la última etapa de su vida, un periodo en el que uno deja de competir y gana libertad para decir la verdad, una etapa en la que, como despedida de nuestra estancia en la Tierra, debemos hacer cosas nobles, capaces de ayudar al prójimo y de dejar un legado positivo en la Historia. Es el momento propicio para que un viejo estadista como Felipe preste a España y a los españoles un último gran servicio, denunciando al gobernante que hemos elegido por error, el que nos conduce hacia el abismo y que, cargado de arrogancia, ni siquiera siente escrúpulo alguno cuando nos endeuda hasta el infinito, cuando alimenta la división, el enfrentamiento y la disgregación, cuando impulsa la caída de los valores y avanza inconsciente hacia la derrota de España como nación.
Anímese, señor González, y preste a su país el servicio que le debe. Los españoles le elevamos un día hasta la Presidencia de la nación y usted debería ahora devolvernos el favor denunciando las tropelías y errores mayúsculos de su correligionario y heredero. Reflexione y verá que somos muchos en todo el mundo los que pensamos que al frente de España hay un político torpe y mentalmente minusválido. La publicación británica Financial Times, en sintonía con lo que afirma buena parte de la prensa mundial no comprada y con prestigio, dice de Zapatero "A stumbling Spain must guide Europe", lo que, traducido, quiere decir, más o menos, que "un papa frita está al frente de Europa".
Por eso, ante la situación extrema que vive nuestro país en manos de Zapatero, nos atrevemos a pedirle, como último servicio a la patria, que trascienda los estrechos límites de la cultura partidista, anteponga los intereses de España a los de su partido y se atreva a denunciar en público el inmenso daño que su sucesor y correligionario Zapatero está causando a nuestro país.
No le estamos pidiendo que denuncie lo que él no siente, ni siquiera algo que él no esté denunciando ya en sus círculos próximos, donde condena el "zapaterismo" con una crudeza extrema. Sólo le pedimos que nos ayude a los españoles a librarnos del peor gobernante de nuestra historia moderna, el cual, gracias a las carencias de nuestra pobre democracia, puede permanecer en el poder, destruyendo el país, sin que los ciudadanos puedan expulsarlo de la Moncloa.
Felipe González debería afirmar en público lo que ya dice en privado: que Zapatero debe consensuar su política "anti-crisis" con el PP y que si no consigue hacerlo, debe convocar elecciones anticipadas. También podría repetir en público otras opiniones propias: que su política de endeudamiento es errónea, que su alianza de "apoyo mutuo" con los sindicatos es mala para España y que el gobierno que Zapatero preside "no da la talla".
¿De qué nos sirve a los españoles que González, Leguina, Solchaga, Pedro Solbes y otros socialistas del pasado critiquen a Zapatero en privado? ¿Por qué no lo hacen en público y logran así detener el mal que nos hunde y el cáncer que destruye a España? ¿Acaso es más importante el principio de "lealtad" al partido que el bien de España? ¿Debe prevalecer el criterio de que la ropa sucia se lava en casa, cuando el país se va a pique conducido por un inepto cargado de peligro?
Felipe González está ya en la última etapa de su vida, un periodo en el que uno deja de competir y gana libertad para decir la verdad, una etapa en la que, como despedida de nuestra estancia en la Tierra, debemos hacer cosas nobles, capaces de ayudar al prójimo y de dejar un legado positivo en la Historia. Es el momento propicio para que un viejo estadista como Felipe preste a España y a los españoles un último gran servicio, denunciando al gobernante que hemos elegido por error, el que nos conduce hacia el abismo y que, cargado de arrogancia, ni siquiera siente escrúpulo alguno cuando nos endeuda hasta el infinito, cuando alimenta la división, el enfrentamiento y la disgregación, cuando impulsa la caída de los valores y avanza inconsciente hacia la derrota de España como nación.
Anímese, señor González, y preste a su país el servicio que le debe. Los españoles le elevamos un día hasta la Presidencia de la nación y usted debería ahora devolvernos el favor denunciando las tropelías y errores mayúsculos de su correligionario y heredero. Reflexione y verá que somos muchos en todo el mundo los que pensamos que al frente de España hay un político torpe y mentalmente minusválido. La publicación británica Financial Times, en sintonía con lo que afirma buena parte de la prensa mundial no comprada y con prestigio, dice de Zapatero "A stumbling Spain must guide Europe", lo que, traducido, quiere decir, más o menos, que "un papa frita está al frente de Europa".
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