¿Serán capaces de dialogar y pactar después del 26 de junio, tras haberse comportado hoy como pandilleros políticos de barrio?
Después del debate de hoy, todos deberían dimitir. Han hecho méritos suficientes porque el debate ha decepcionado a todos, menos a los fanáticos sin remisión.
El ganador no ha sido el mejor sino el menos imbécil. El gran perdedor ha sido España. De los candidatos, el peor fue Iglesias, seguido de Pedro Sánchez, Albert Rivera y Rajoy.
Que Rajoy, el millonario indolente e insensible ante la corrupción y la injusticia, sea el menos malo de los candidatos que debatían, es todo un drama para España.
El debate fue un festival de estupidez y desvergüenza, donde cuatro alienados fueron incapaces de ilusionar y de devolver su dignidad a una política española que carece de prestigio y que está podrida de corrupción e ineficacia.
La imbecilidad mayor en todo el debate la dijo Rajoy: "España no es un país corrupto".
Muy poderoso y lúcido Rivera cuando acusó a Podemos de financiación extranjera inmoral. Mal Pablo Iglesias, que estuvo nervioso y se exaltó sin deber hacerlo ante una España que observaba estupefacta.
Eso sí, millones de fanáticos y de borregos "madre in Spain" dirán mañana: "Ha ganado el mío".
El mejor "minuto de oro" el de Albert Rivera, que casi logró emocionar con su sueño de una España mejor. Más que un minuto de oro, el de Rivera fue un "sueño de oro" en una España de hojalata que ya solo tiene pesadillas.
Francisco Rubiales
Después del debate de hoy, todos deberían dimitir. Han hecho méritos suficientes porque el debate ha decepcionado a todos, menos a los fanáticos sin remisión.
El ganador no ha sido el mejor sino el menos imbécil. El gran perdedor ha sido España. De los candidatos, el peor fue Iglesias, seguido de Pedro Sánchez, Albert Rivera y Rajoy.
Que Rajoy, el millonario indolente e insensible ante la corrupción y la injusticia, sea el menos malo de los candidatos que debatían, es todo un drama para España.
El debate fue un festival de estupidez y desvergüenza, donde cuatro alienados fueron incapaces de ilusionar y de devolver su dignidad a una política española que carece de prestigio y que está podrida de corrupción e ineficacia.
La imbecilidad mayor en todo el debate la dijo Rajoy: "España no es un país corrupto".
Muy poderoso y lúcido Rivera cuando acusó a Podemos de financiación extranjera inmoral. Mal Pablo Iglesias, que estuvo nervioso y se exaltó sin deber hacerlo ante una España que observaba estupefacta.
Eso sí, millones de fanáticos y de borregos "madre in Spain" dirán mañana: "Ha ganado el mío".
El mejor "minuto de oro" el de Albert Rivera, que casi logró emocionar con su sueño de una España mejor. Más que un minuto de oro, el de Rivera fue un "sueño de oro" en una España de hojalata que ya solo tiene pesadillas.
Francisco Rubiales
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