Información y Opinión

Un test de capacitación para los altos cargos políticos



Ante el escaso valor y los enormes defectos de los dirigentes políticos que han gobernado España o han influído poderosamente en los asuntos públicos, es necesario reformar las leyes para que cualquier persona que ocupe altos cargos políticos pase un test de capacitación y sea investigada, intelectual y moralmente. España no puede permitirse que ineptos, apáticos, imbéciles y tipos sin escrúpulos gobiernen una nación a la que cada día empujan más sus políticos hacia el desastre.
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Si los atletas, ciclistas y futbolistas son sometidos a test antidrogas, ¿por qué no se hace lo mismo con los políticos? Si a los directivos de las empresas y a las simples secretarias se les exige solvencia moral y una formación con títulos ¿Por qué a los altos cargos políticos no se les exige nada? Estos mequetrefes de la política española necesitan más que nadie en el mundo ser sometidos a un severo examen para descubrir sus vicios, méritos y capacidades. Han acumulado tanto poder y el pueblo español ha sido tan cobarde y permisivo que hemos dejado que los políticos eliminen todos los controles, frenos y cautelas que la democracia ha establecido para evitar el abuso de poder y para impedir que los sinvergüenzas, canallas, torpes e ineptos lleguen a gobernar la nación.

Los españoles, después de tantos años de traiciones, abusos y engaños de nuestros políticos, vamos teniendo criterio y ya no tragamos con todo, como en el pasado. Les guste o no, la presión popular y el deseo de venganza ante las urnas van a obligar a nuestros políticos a desmontar el Estado indecente que han creado, y también sus poderes excesivos, sus impuestos brutales y su rechazo a los controles que la democracia necesita para evitar precisamente que cobardes, corruptos y canallas tomen el poder.

Antes se les permitía todo, sobre todo a las izquierdas, quizás porque después de cuatro décadas de dictadura había muchas ansias de democracia o porque muchos españoles pensaban que la izquierda era necesaria para equilibrar un país que durante muchos años se bañó exclusivamente en las aguas de la derecha. Lo cierto es que cuando Felipe González llegó al poder, tras su aplastante triunfo en 1982, se le permitió todo y él se encargó de hacer verdaderas barbaridades, además de configurar la democracia española como un sistema desequilibrado, con excesivo poder para los partidos y con una insultante e inmoral impunidad para los políticos.

Felipe y su PSOE ocuparon la sociedad civil española como si fuera una columna acorazada, destruyendo asociaciones, desarticulando la cohesión y la cooperación de gremios y profesionales, doblegó a los empresarios, desindustrializó el país y sometió a toda la nación a una especie de dictadura camuflada bajo la bota del socialismo.

A partir de ahí, nadie se atrevió a cambiar nada y nadie instauró una verdadera democracia en España. Su sustituto, José María Aznar, fue más un socialdemócrata que un liberal y su partido basculó cobardemente entre la derecha más tímida y la izquierda moderada. La historia de Zapatero y de Rajoy ya es más conocida por estar más próximas en el tiempo. Fueron dos pésimos gobernantes que estropearon el país, gobernaron como sátrapas y desaprovecharon todas sus ocasiones para democratizar y regenerar una nación podrida por sus políticos, vergonzosamente adictos a la opacidad, la corrupción, el engaño y la marginación del pueblo soberano.

Todos sumaron ladrillos para construir un Estado gigantesco, con más políticos a sueldo que Francia, Alemania e Inglaterra juntas,, imposible de financiar sin expoliar al ciudadano con imuestos abusivos. Toda esa peregrinación política hacia la estupidez y la antidemocracia ha hecho de España un país de segundo rango, sin fuelle, sin capacidad para ilusionar a sus ciudadanos, con enormes grietas abiertas, sin separación de poderes y sometido a presiones periféricas que pugnan por romper la unidad y atomizar el país como ocurrió en los Balcanes.

La moción de censura perversa y pervertida de Pedro Sánchez no fue más que el colofón de ese rosario de estupideces, errores y maldades. Sánchez siguió sumando indignidad al sistema español al gobernar sin haber sido votado por el pueblo y contra natura, aliado con las fuerzas más desleales, antiespañolas y antidemocráticas del país, algunas de ellas manchadas de totalitarismo y aliada a los asesinos del pasado.

España necesita un purgante severo de aceite de ricino o una operación a corazón abierto para extirparle sus metástasis podridas porque si no se somete pronto a esas terapias estallará, victima del mal gobierno, la injusticia, la corrupción y dosis insoportables de demencia y abuso de poder.

El país, dominado por paradojas y brutalidades como las de esquilmar a sus ciudadanos con los impuestos mas arbitrarios, anticonstitucionales y brutales de la Unión Europea, o tener casi a la mitad de sus jóvenes, muchos de ellos licenciados universitarios o técnicamente bien formados, en el desempleo más humillante, recibe a diario, a través de los medios de comunicación, el sucio mensaje de que sólo los políticos tienen la vida resuelta, nadando en el lujo y los privilegios, a pesar de que, como profesión, el político es el gran fracasado de España por haber cosechado el desprecio y el odio de sus administrados, como reflejan las encuestas.

Francisco Rubiales


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Martes, 12 de Marzo 2019
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