Hay cientos de ejemplos de crisis y enfrentamiento entre la voluntad del pueblo y la de una clase política despreciada y odiada que impone sus criterios e intereses. Uno de ellos es reducir la nómina de políticos colocados en el Estado, de los que España tiene más que Francia, Alemania y Gran Bretaña juntos, tres países que sextuplican la población española. Otro ejemplo es que España es el único país de Europa que no ha acometido una reforma tan racional y eficaz como la reagrupación de los pequeños municipios, en una sola entidad política y administrativa. De los 8125 municipios existentes, el 84% de los ayuntamientos de España cuenta con menos de 5000 habitantes. Cada uno de esos ayuntamientos cuenta con los pertinentes alcaldes, concejales y funcionarios, incluso para poblaciones que no superan los 300 habitantes más de 75% están endeudados, con déficit de servicios y todo tipo de carencias a sus ciudadanos.
Como consecuencia de ese y de otros abusos y arbitrariedades, todos con el denominador común del derroche y de una administración enorme, muy costosa e innecesaria, cada ciudadano español ya está endeudado, por cuenta del Estado, en más de 9.300 euros y está obligado a pagar unos impuestos injustos y desproporcionados.
El PP, en su primera legislatura, se comprometió en su programa electoral a acometer la reorganización del territorio unificando administrativamente municipios pequeños, pero aquella fue una de sus muchas promesas incumplidas, una demostración palpable de que los dirigentes políticos españoles, son los más irresponsables, pusilánimes, despilfarradores, vagos y corruptos de toda la UE.
Cada español está obligado a trabajar gran parte de su vida para el Estado. La media es de casi seis meses para el Estado (178 días) y otros seis meses para él y su familia, pero el dato se eleva a casi nueve meses para el Estado en el caso de profesionales de éxito y gente con capacidad de generar dinero y riqueza. Para muchos ciudadanos, España es un infierno fiscal que les indigna, les expulsa del sistema y les convierte en enemigos de un Estado injusto que abusa y subyuga.
El divorcio entre políticos y ciudadanos y la falta de democracia y valores en la clase dirigente son las principales causas de que España sea hoy un país problemático y frenado, donde la felicidad y la prosperidad son muy inferiores a lo que podría ser. Fenómenos tan graves como el descontento y el separatismo, que crecen en muchas autonomías y es un drama en Cataluña y el País Vasco, son la consecuencia directa de la bajeza moral, el egoísmo, la codicia, la falta de democracia y la torpeza de la clase política que gobierna y ha gobernado España en las últimas décadas, culpable de un conjunto de errores, fallos y traiciones que han convertido al viejo Franquismo, dictatorial y cruel, en algo deseado por millones de ciudadanos, que ahora esperan que llegue alguien para encarcelar a los corruptos que andan cazando e introducir racionalidad, eficacia y justicia en un Estado que se ha acostumbrado a ser depredador.
Francisco Rubiales
Como consecuencia de ese y de otros abusos y arbitrariedades, todos con el denominador común del derroche y de una administración enorme, muy costosa e innecesaria, cada ciudadano español ya está endeudado, por cuenta del Estado, en más de 9.300 euros y está obligado a pagar unos impuestos injustos y desproporcionados.
El PP, en su primera legislatura, se comprometió en su programa electoral a acometer la reorganización del territorio unificando administrativamente municipios pequeños, pero aquella fue una de sus muchas promesas incumplidas, una demostración palpable de que los dirigentes políticos españoles, son los más irresponsables, pusilánimes, despilfarradores, vagos y corruptos de toda la UE.
Cada español está obligado a trabajar gran parte de su vida para el Estado. La media es de casi seis meses para el Estado (178 días) y otros seis meses para él y su familia, pero el dato se eleva a casi nueve meses para el Estado en el caso de profesionales de éxito y gente con capacidad de generar dinero y riqueza. Para muchos ciudadanos, España es un infierno fiscal que les indigna, les expulsa del sistema y les convierte en enemigos de un Estado injusto que abusa y subyuga.
El divorcio entre políticos y ciudadanos y la falta de democracia y valores en la clase dirigente son las principales causas de que España sea hoy un país problemático y frenado, donde la felicidad y la prosperidad son muy inferiores a lo que podría ser. Fenómenos tan graves como el descontento y el separatismo, que crecen en muchas autonomías y es un drama en Cataluña y el País Vasco, son la consecuencia directa de la bajeza moral, el egoísmo, la codicia, la falta de democracia y la torpeza de la clase política que gobierna y ha gobernado España en las últimas décadas, culpable de un conjunto de errores, fallos y traiciones que han convertido al viejo Franquismo, dictatorial y cruel, en algo deseado por millones de ciudadanos, que ahora esperan que llegue alguien para encarcelar a los corruptos que andan cazando e introducir racionalidad, eficacia y justicia en un Estado que se ha acostumbrado a ser depredador.
Francisco Rubiales