Los ciudadanos españoles, no representados realmente en el Congreso, asistiremos hoy como espectadores mudos a un debate sobre el Estado de la Nación tramposo y antidemocrático, que escatimará la necesaria discusión sobre la realidad de España, sistituyéndola por la que interesa al gobierno: un debate limitado y parcial sobre el estado de la economía.
Rajoy quiere centrar y limitar el debate sobre la presunta recuperación económica, pero no quiere hablar de pérdida de derechos, de polítización y manipulación de la Justicia, de corrupción, de endeudamiento febril, del tamaño insensato del Estado, de los incumplimientos de sus promesas, de la impunidad de los políticos y de la ausencia de castigo para los que saquearon las cajas de ahorro y estafaron a cientos de miles de ciudadanos con las participaciones preferentes, subordinadas y acciones bancarias con información falseada.
Manipulado, limitado y sometido al interés de los políticos y, mas concretamente, del partido gobernante, el debate sobre el Estado de la Nación que comienza hoy será una farsa antidemocrática mas no, como debiera ser, una oportunidad para conocer mejor el verdadero estado de España.
Rajoy está tozudamente empeñado en imponer el criterio falso de que los españoles le eligieron en las urnas para que solucionara la dura crisis económica, ignorando que fue elegido también para que cumpliera otras promesas que él ha olvidado de manera indecente y antidemocrática, como el castigo para los corruptos, el adelgazamiento del Estado, la bajada de impuestos, el respeto a la independencia del Poder Judicial, el final de la financiación de los partidos políticos con dinero procedente de los impuestos, la regeneración de la política, el fin de la burocracia inútil y, sobre todo, el acoso a una corrupción con la que convive perfectamente el partido gobernante, envuelto en múltiples casos de corrupción y suciedad ética intolerables en democracia.
El pueblo, como es habitual, estará ausente del debate en las Cortes, pues los diputados presentes representan a sus respectivos partidos, nunca a los ciudadanos, que ni conocen el nombre de los que dicen representar a sus provincias ni pueden elegir a sus diputados y senadores, salvo diciendo "si" o "no" a las listas cerradas y bloqueadas que elaboran las élites de los partidos.
El trucado y vergonzoso debate de hoy será así un mal remedo de democracia y una exhibición bochornosa de un sistema que, manipulado por los políticos, se ha convertido en una vulgar dictadura oligárquica de partidos políticos y de sus aliados de las grandes finanzas.
Para que exista un verdadero debate deben participar, en plena libertad, todas las partes implicadas, justo lo contrario a lo que hoy viviremos en la Carrera de San Jerónimo, donde uno tipos que no representan a los ciudadanos hablarán con desfachatez de lo que, según ellos, interesa a la ciudadanía ausente y marginada. Ni siquiera les será posible hablar y votar según sus criterios propios, obligados como están por esta falsa democracia a decir únicamente lo que interesa a sus respectivos partidos, no a los ciudadanos, a los que falsamente dicen representar, unos asuntos que, desde sus aisladas burbujas de privilegios y lujos, los teóricos representantes de la voluntad popular probablemente desconocen.
Rajoy quiere centrar y limitar el debate sobre la presunta recuperación económica, pero no quiere hablar de pérdida de derechos, de polítización y manipulación de la Justicia, de corrupción, de endeudamiento febril, del tamaño insensato del Estado, de los incumplimientos de sus promesas, de la impunidad de los políticos y de la ausencia de castigo para los que saquearon las cajas de ahorro y estafaron a cientos de miles de ciudadanos con las participaciones preferentes, subordinadas y acciones bancarias con información falseada.
Manipulado, limitado y sometido al interés de los políticos y, mas concretamente, del partido gobernante, el debate sobre el Estado de la Nación que comienza hoy será una farsa antidemocrática mas no, como debiera ser, una oportunidad para conocer mejor el verdadero estado de España.
Rajoy está tozudamente empeñado en imponer el criterio falso de que los españoles le eligieron en las urnas para que solucionara la dura crisis económica, ignorando que fue elegido también para que cumpliera otras promesas que él ha olvidado de manera indecente y antidemocrática, como el castigo para los corruptos, el adelgazamiento del Estado, la bajada de impuestos, el respeto a la independencia del Poder Judicial, el final de la financiación de los partidos políticos con dinero procedente de los impuestos, la regeneración de la política, el fin de la burocracia inútil y, sobre todo, el acoso a una corrupción con la que convive perfectamente el partido gobernante, envuelto en múltiples casos de corrupción y suciedad ética intolerables en democracia.
El pueblo, como es habitual, estará ausente del debate en las Cortes, pues los diputados presentes representan a sus respectivos partidos, nunca a los ciudadanos, que ni conocen el nombre de los que dicen representar a sus provincias ni pueden elegir a sus diputados y senadores, salvo diciendo "si" o "no" a las listas cerradas y bloqueadas que elaboran las élites de los partidos.
El trucado y vergonzoso debate de hoy será así un mal remedo de democracia y una exhibición bochornosa de un sistema que, manipulado por los políticos, se ha convertido en una vulgar dictadura oligárquica de partidos políticos y de sus aliados de las grandes finanzas.
Para que exista un verdadero debate deben participar, en plena libertad, todas las partes implicadas, justo lo contrario a lo que hoy viviremos en la Carrera de San Jerónimo, donde uno tipos que no representan a los ciudadanos hablarán con desfachatez de lo que, según ellos, interesa a la ciudadanía ausente y marginada. Ni siquiera les será posible hablar y votar según sus criterios propios, obligados como están por esta falsa democracia a decir únicamente lo que interesa a sus respectivos partidos, no a los ciudadanos, a los que falsamente dicen representar, unos asuntos que, desde sus aisladas burbujas de privilegios y lujos, los teóricos representantes de la voluntad popular probablemente desconocen.