Una confabulación de mediocres, ineptos, impotentes, corruptos, decadentes y enemigos de España está a punto de deponer a un cobarde, arrogante, sin palabra, sin honor y también corrupto.
Sintamos asco y rabia. Los políticos nos están cambiando España y los ciudadanos solo podemos ser espectadores. Malditos sean.
Pero no nos equivoquemos. Si Sánchez y su corte de miserables, traidores e hijos del odio llegan a la Moncloa es por culpa de Rajoy. Él se ha ganado a pulso una sentencia judicial demoledora que convierte a su partido en un guiñapo corrupto y sin ética. Pudo haber dimitido y hubiera evitado lo que hoy nos abruma, pero la soberbia se lo impidió. Rajoy tiene la culpa no solo por no haber dimitido, sino por haber impregnado a su partido de corrupción, por haber incumplido su palabra, por haber olvidado sus promesas electorales, por haberse olvidado de sus jefes, que somos los ciudadanos, y por haber emponzoñado la política española comprando votos con dinero público y haber realizado decenas de violaciones de la regla básica de la democracia, que es el servicio y el respeto a la voluntad popular.
Por endeudar España hasta la locura, por vaciar la hucha de las pensiones, por mentir, por no haber cambiado las leyes canallas que aprobó el zapaterismo, por querer mantenerse en el poder por encima de todo, por no haber dimitido a tiempo y por haber convertido el PP en una guarida de corruptos, Rajoy es el gran culpable de lo que le acontece hoy a España. Millones de españoles le dieron la mayoría absoluta para que limpiase España después de la orgia imbecil de Zapatero, pero él lo hizo nada y solo luchó por seguir mandando.
Sánchez no se merece gobernar porque su camino hasta el poder ha sido bastardo, sin someterse a las urnas, donde el sabe que sería ampliamente derrotado, por carecer de escrúpulos y aceptar ser elevado hasta el poder por partidos nacionalistas que odian a España y quieren destrozarla.
Los españoles nos merecemos lo que nos ocurre por soportar a corruptos e ineptos durante cuatro décadas, de izquierdas, de derechas y nacionalistas hijos del odio. Nos merecemos el papel de simples espectadores que nos políticos nos reservan por haber admitido en la Transición y durante cuatro décadas el fraude de una dictadura de partidos en lugar de una verdadera democracia.
La lección que hay que aprender hoy, si queremos salvar a España y conservar nuestro país, es que la lo política es algo demasiado importante para dejársela a los políticos. Los demócratas españoles sabemos que el actual sistema beneficia a los enemigos de España y coloca nuestro futuro en manos de gente que quiere destruir la nación. Hay que realizar muchas reformas y expulsar de la política a un tipo de político, hoy dominante en España, que carece de ética, que es enemigo de la decencia y que ya sea por acción u omisión nos lleva al desastre.
Nos merecemos el riesgo extremo que está padeciendo España por nuestra pasividad y por haber permitidos que personas sin valores y corrompidas hasta el tuétano nos gobiernen y manoseen y prostituyan nuestro país y nuestra Constitución.
Que el lider de un partido tan corrupto como el PSOE, sin programa y con casi la mitad de los diputados que el PP, gane una moción aliándose con la peor escoria antiespañola no es admisible y que un partido como el PNV, con apenas 300.000 votos, decida el destino de España es tan repugnante e inadmisible que nos obliga a cambiar el sistema y a evitar en el futuro canalladas de ese calibre.
Lo ocurrido demuestra muchas cosas, entre ellas que el PP de Rajoy ha sido incapaz de ganar amigos, a pesar de poseer el poder. En la hora de la verdad, Rajoy y su partido se han quedado sin amigos, en la peor soledad, lo que ha hecho posible el contubernio miserable que aúpa al ambicioso sin escrúpulos Pedro Sánchez.
Lo que está ocurriendo es más que un cambio de gobierno. Es un cambio de vía, una rebelion contra lo decente y una revuelta antiespañola patrocinada por golpistas con ideologías que se parecen al nazismo.
Cambiemos un sistema que nos conduce claramente al desastre e instauremos, desde la sociedad civil y la ciudadanía, una democracia verdadera en la que no tengan cabida los mequetrefes, mediocres, rufianes y corruptos que contaminan con su presencia los partidos, el Congreso, las autonomías y los recintos del Estado.
Francisco Rubiales
Sintamos asco y rabia. Los políticos nos están cambiando España y los ciudadanos solo podemos ser espectadores. Malditos sean.
Pero no nos equivoquemos. Si Sánchez y su corte de miserables, traidores e hijos del odio llegan a la Moncloa es por culpa de Rajoy. Él se ha ganado a pulso una sentencia judicial demoledora que convierte a su partido en un guiñapo corrupto y sin ética. Pudo haber dimitido y hubiera evitado lo que hoy nos abruma, pero la soberbia se lo impidió. Rajoy tiene la culpa no solo por no haber dimitido, sino por haber impregnado a su partido de corrupción, por haber incumplido su palabra, por haber olvidado sus promesas electorales, por haberse olvidado de sus jefes, que somos los ciudadanos, y por haber emponzoñado la política española comprando votos con dinero público y haber realizado decenas de violaciones de la regla básica de la democracia, que es el servicio y el respeto a la voluntad popular.
Por endeudar España hasta la locura, por vaciar la hucha de las pensiones, por mentir, por no haber cambiado las leyes canallas que aprobó el zapaterismo, por querer mantenerse en el poder por encima de todo, por no haber dimitido a tiempo y por haber convertido el PP en una guarida de corruptos, Rajoy es el gran culpable de lo que le acontece hoy a España. Millones de españoles le dieron la mayoría absoluta para que limpiase España después de la orgia imbecil de Zapatero, pero él lo hizo nada y solo luchó por seguir mandando.
Sánchez no se merece gobernar porque su camino hasta el poder ha sido bastardo, sin someterse a las urnas, donde el sabe que sería ampliamente derrotado, por carecer de escrúpulos y aceptar ser elevado hasta el poder por partidos nacionalistas que odian a España y quieren destrozarla.
Los españoles nos merecemos lo que nos ocurre por soportar a corruptos e ineptos durante cuatro décadas, de izquierdas, de derechas y nacionalistas hijos del odio. Nos merecemos el papel de simples espectadores que nos políticos nos reservan por haber admitido en la Transición y durante cuatro décadas el fraude de una dictadura de partidos en lugar de una verdadera democracia.
La lección que hay que aprender hoy, si queremos salvar a España y conservar nuestro país, es que la lo política es algo demasiado importante para dejársela a los políticos. Los demócratas españoles sabemos que el actual sistema beneficia a los enemigos de España y coloca nuestro futuro en manos de gente que quiere destruir la nación. Hay que realizar muchas reformas y expulsar de la política a un tipo de político, hoy dominante en España, que carece de ética, que es enemigo de la decencia y que ya sea por acción u omisión nos lleva al desastre.
Nos merecemos el riesgo extremo que está padeciendo España por nuestra pasividad y por haber permitidos que personas sin valores y corrompidas hasta el tuétano nos gobiernen y manoseen y prostituyan nuestro país y nuestra Constitución.
Que el lider de un partido tan corrupto como el PSOE, sin programa y con casi la mitad de los diputados que el PP, gane una moción aliándose con la peor escoria antiespañola no es admisible y que un partido como el PNV, con apenas 300.000 votos, decida el destino de España es tan repugnante e inadmisible que nos obliga a cambiar el sistema y a evitar en el futuro canalladas de ese calibre.
Lo ocurrido demuestra muchas cosas, entre ellas que el PP de Rajoy ha sido incapaz de ganar amigos, a pesar de poseer el poder. En la hora de la verdad, Rajoy y su partido se han quedado sin amigos, en la peor soledad, lo que ha hecho posible el contubernio miserable que aúpa al ambicioso sin escrúpulos Pedro Sánchez.
Lo que está ocurriendo es más que un cambio de gobierno. Es un cambio de vía, una rebelion contra lo decente y una revuelta antiespañola patrocinada por golpistas con ideologías que se parecen al nazismo.
Cambiemos un sistema que nos conduce claramente al desastre e instauremos, desde la sociedad civil y la ciudadanía, una democracia verdadera en la que no tengan cabida los mequetrefes, mediocres, rufianes y corruptos que contaminan con su presencia los partidos, el Congreso, las autonomías y los recintos del Estado.
Francisco Rubiales
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