Os acordais de aquellos "cien años de honradez" del socialismo español. Pues la verdad ha sido justo lo contrario: corrupción y suciedad.
Es justo y explicable el recelo y la desconfianza de los que han tenido que soportar, a la fuerza, un gobierno de totalitarismo escondido, intervencionista, de poder agobiante y más interesado en afianzarse en el poder que en gobernar bien y hacer felices a sus ciudadanos. Volver a ilusionar a los andaluces y ponerlos en marcha hacia el despertar y la resurrección será el mayor reto del nuevo gobierno.
El mal gobierno, la corrupción, la degeneración de la democracia, la injusticia persistente y el abuso de poder y la mentira convertidos en política oficial han causado estragos en el alma de la ciudadanía y ha vuelto a millones de ciudadanos peligrosamente desconfiados y recelosos ante todo lo que huela a política. Durante décadas, los andaluces han visto como el poder imponía decisiones y políticas contrarias al bien común, sin que nadie tuviera el valor de rebelarse. Así, tuvieron que soportar el clientelismo que dividía a los andaluces en dos bandos, el de los amigos del poder y el de los indiferentes y adversarios; los impuestos más elevados de España; la corrupción más sucia y delictiva de Europa; servicios de calidad decreciente, como la educación y la sanidad; una burocracia inhumana; desprecio a las empresas y a los empresarios, salvo a los que se plegaban al poder y hacían negocios a la sombra de la Junta de Andalucía y el PSOE... y un sin fin de barbaridades que terminaron por entristecer al pueblo, por romper toda esperanza y por instaurar en la sociedad la desconfianza y el recelo en la política, en los políticos y en todo lo público.
Andalucía está muy dañada y el nuevo gobierno tendrá que emplear un gran esfuerzo en despertarla y regenerarla para que la ciudadanía pueda sumarse a las tareas de la resurrección y el despegue.
Cientos de miles de andaluces han votado a los partidos de oposición y han dado la espalda al socialismo sólo porque estaban cansados de sometimiento, ineficacia y corrupción. La mayoría voto a los vencedores para castigar a los socialistas, no porque creyeran en las nuevas promesas y planteamientos.
Pero la democracia no puede funcionar sin la confianza de los ciudadano. A los socialistas les daba igual que Andalucía estuviera inundada de desconfianza y recelo porque ellos no eran demócratas e iban a lo suyo, pero el PP, Ciudadanos y VOX no pueden permitirse el error de gobernar como los socialistas, de espaldas al pueblo y sólo para ellos mismos y sus partidarios. Necesitan toda la energía de la ciudadanía unida e ilusionada para que cumplan la misión principal de su mandato: lograr una explosión de prosperidad, modernización, avance y eficacia que saque de un empujón a Andalucía de ese foso del atraso y de la cola de Europa en los que ha permanecido durante décadas.
El pueblo andaluz tiene que aprender la lección del 2 de diciembre: que con sus votos y su voluntad pueden cambiar el destino del mundo y el curso de la Historia. Han derrotado a uno de los imperios políticos más sólidos de Europa, blindado con una red clientelar inicua y antidemocrática en la que gastaron miles de millones de euros y que estaba destinada a perpetuar el socialismo en el poder. Los andaluces deben entender que si han vencido a ese monstruo, pueden gobernar la Historia, someter a los políticos para que sean decentes y eficaces, como establece la democracia, y ser dueños de su destino.
Hace unos pocos días, mientras los partidos del bloque de la derecha negociaban para formar gobierno, me dijo un empresario malagueño, lúcido y brillante, al que admiro: "No te creas nada de los políticos porque la política es un territorio podrido y sin remisión. La política es más rentable que el narcotráfico, apenas tiene riesgos y convierte a los peores delincuentes en millonarios y en estrellas de los telediarios. Por eso los grandes delincuentes y los más listos se dedican a la política y dejan el narcotráfico, el robo a mano armada y los secuestros en manos de delincuentes de poca monta".
Yo no creo en modo alguno en esa sentencia, aunque comprendo que un andaluz inteligente y observador, después de lo que ha vivido, piense eso del sistema y de los que han sido amos de Andalucía durante décadas.
Los hombres y mujeres del PP de Andalucía, de Ciudadanos y de VOX tienen que entender que la regeneración no consiste sólo en cambiar las estructuras del poder y las leyes, sino que implica también generar confianza y esperanza en los administrados. Su primer objetivo debe ser demostrar a los ciudadanos andaluces, indignados con razón, descreídos y frustrados, que la verdadera política es un positivo y estimulante servicio a la comunidad, donde los políticos tienen que ser ejemplares y capaces de empujar la sociedad hacia el bien común y el verdadero progreso.
Francisco Rubiales
El mal gobierno, la corrupción, la degeneración de la democracia, la injusticia persistente y el abuso de poder y la mentira convertidos en política oficial han causado estragos en el alma de la ciudadanía y ha vuelto a millones de ciudadanos peligrosamente desconfiados y recelosos ante todo lo que huela a política. Durante décadas, los andaluces han visto como el poder imponía decisiones y políticas contrarias al bien común, sin que nadie tuviera el valor de rebelarse. Así, tuvieron que soportar el clientelismo que dividía a los andaluces en dos bandos, el de los amigos del poder y el de los indiferentes y adversarios; los impuestos más elevados de España; la corrupción más sucia y delictiva de Europa; servicios de calidad decreciente, como la educación y la sanidad; una burocracia inhumana; desprecio a las empresas y a los empresarios, salvo a los que se plegaban al poder y hacían negocios a la sombra de la Junta de Andalucía y el PSOE... y un sin fin de barbaridades que terminaron por entristecer al pueblo, por romper toda esperanza y por instaurar en la sociedad la desconfianza y el recelo en la política, en los políticos y en todo lo público.
Andalucía está muy dañada y el nuevo gobierno tendrá que emplear un gran esfuerzo en despertarla y regenerarla para que la ciudadanía pueda sumarse a las tareas de la resurrección y el despegue.
Cientos de miles de andaluces han votado a los partidos de oposición y han dado la espalda al socialismo sólo porque estaban cansados de sometimiento, ineficacia y corrupción. La mayoría voto a los vencedores para castigar a los socialistas, no porque creyeran en las nuevas promesas y planteamientos.
Pero la democracia no puede funcionar sin la confianza de los ciudadano. A los socialistas les daba igual que Andalucía estuviera inundada de desconfianza y recelo porque ellos no eran demócratas e iban a lo suyo, pero el PP, Ciudadanos y VOX no pueden permitirse el error de gobernar como los socialistas, de espaldas al pueblo y sólo para ellos mismos y sus partidarios. Necesitan toda la energía de la ciudadanía unida e ilusionada para que cumplan la misión principal de su mandato: lograr una explosión de prosperidad, modernización, avance y eficacia que saque de un empujón a Andalucía de ese foso del atraso y de la cola de Europa en los que ha permanecido durante décadas.
El pueblo andaluz tiene que aprender la lección del 2 de diciembre: que con sus votos y su voluntad pueden cambiar el destino del mundo y el curso de la Historia. Han derrotado a uno de los imperios políticos más sólidos de Europa, blindado con una red clientelar inicua y antidemocrática en la que gastaron miles de millones de euros y que estaba destinada a perpetuar el socialismo en el poder. Los andaluces deben entender que si han vencido a ese monstruo, pueden gobernar la Historia, someter a los políticos para que sean decentes y eficaces, como establece la democracia, y ser dueños de su destino.
Hace unos pocos días, mientras los partidos del bloque de la derecha negociaban para formar gobierno, me dijo un empresario malagueño, lúcido y brillante, al que admiro: "No te creas nada de los políticos porque la política es un territorio podrido y sin remisión. La política es más rentable que el narcotráfico, apenas tiene riesgos y convierte a los peores delincuentes en millonarios y en estrellas de los telediarios. Por eso los grandes delincuentes y los más listos se dedican a la política y dejan el narcotráfico, el robo a mano armada y los secuestros en manos de delincuentes de poca monta".
Yo no creo en modo alguno en esa sentencia, aunque comprendo que un andaluz inteligente y observador, después de lo que ha vivido, piense eso del sistema y de los que han sido amos de Andalucía durante décadas.
Los hombres y mujeres del PP de Andalucía, de Ciudadanos y de VOX tienen que entender que la regeneración no consiste sólo en cambiar las estructuras del poder y las leyes, sino que implica también generar confianza y esperanza en los administrados. Su primer objetivo debe ser demostrar a los ciudadanos andaluces, indignados con razón, descreídos y frustrados, que la verdadera política es un positivo y estimulante servicio a la comunidad, donde los políticos tienen que ser ejemplares y capaces de empujar la sociedad hacia el bien común y el verdadero progreso.
Francisco Rubiales