Es difícil ser más decepcionante y nocivo que el presidente del gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero, que acaba de pulverizar el principio de igualdad al prometer a la rica Cataluña una financiación por encima de la media española, que sube todavía más los impuestos para acelerar la crisis y liquidar el escaso consumo de los españoles y que, tercamente, se niega a practicar la austeridad desde el Estado, la única receta que España necesita con urgencia para recuperar el pulso y despejar su siniestro futuro como nación.
Para colmo de males, las subidas de impuestos decretadas, que afectan directamente al consumo de combustibles y tabaco, son lineales, lo que significa que golpean por igual a ricos y a pobres, una política en nada acorde con el espíritu de la izquierda ni con el pretendido progresismo de su gobierno.
Su negativa a practicar la austeridad desde el Estado es patética y resulta todo un escándalo para los españoles decentes, incluso para los que militan en el socialismo. A pesar de que el Estado español es de los más caros e insostenibles del mundo civilizado, con más de tres millones de funcionarios, más de trescientos mil asesores, contratados, enchufados y amigos del poder viviendo del erario público y una inflación de aparatos y gobiernos locales, provinciales y regionales, todos ellos gastando dinero con opulencia y endeudando al país irresponsablemente, Zapatero sintió rabia cuando su gobierno perdió ayer su novena votación parlamentaria de la legislatura, la que le exige, en aras de la austeridad, la supresión de tres ministerios, los de Vivienda, Igualdad y Cultura, toda una humillación para quien se parece ya tanto a la derecha que sólo se distingue de ella en que destruye más puestos de trabajo, gasta más dinero y cobra más impuestos.
En todo lo demás, en corrupción, arrogancia, manipulación, marginación del ciudadano, desprestigio social y apego a la partitocracia, la izquierda y la derecha española parecen gemelas.
La pretendida defensa de la izquierda española a la política social, gran bandera exhibida por Zapatero y su gobierno, resulta una estafa porque no puede haber política social sin emple y la España de Zapatatero está fabricando parados y pobres con eficacia y ritmo inigualables.
En las últimas horas, al comentar las últimas medidas guibernamentales, especialmente la subida de impuestos y la desigual financiación autonómica, que premia a Cataluña y destruye el vtal concepto de igualdad entre los ciudadanos y los pueblos de España, algunos comentaristas sostienen que las decisiones de Zapatero son tan desacertadas y decepcionantes que parecen tomadas por un enemigo de España que está dispuesto a destruirla.
Para colmo de males, las subidas de impuestos decretadas, que afectan directamente al consumo de combustibles y tabaco, son lineales, lo que significa que golpean por igual a ricos y a pobres, una política en nada acorde con el espíritu de la izquierda ni con el pretendido progresismo de su gobierno.
Su negativa a practicar la austeridad desde el Estado es patética y resulta todo un escándalo para los españoles decentes, incluso para los que militan en el socialismo. A pesar de que el Estado español es de los más caros e insostenibles del mundo civilizado, con más de tres millones de funcionarios, más de trescientos mil asesores, contratados, enchufados y amigos del poder viviendo del erario público y una inflación de aparatos y gobiernos locales, provinciales y regionales, todos ellos gastando dinero con opulencia y endeudando al país irresponsablemente, Zapatero sintió rabia cuando su gobierno perdió ayer su novena votación parlamentaria de la legislatura, la que le exige, en aras de la austeridad, la supresión de tres ministerios, los de Vivienda, Igualdad y Cultura, toda una humillación para quien se parece ya tanto a la derecha que sólo se distingue de ella en que destruye más puestos de trabajo, gasta más dinero y cobra más impuestos.
En todo lo demás, en corrupción, arrogancia, manipulación, marginación del ciudadano, desprestigio social y apego a la partitocracia, la izquierda y la derecha española parecen gemelas.
La pretendida defensa de la izquierda española a la política social, gran bandera exhibida por Zapatero y su gobierno, resulta una estafa porque no puede haber política social sin emple y la España de Zapatatero está fabricando parados y pobres con eficacia y ritmo inigualables.
En las últimas horas, al comentar las últimas medidas guibernamentales, especialmente la subida de impuestos y la desigual financiación autonómica, que premia a Cataluña y destruye el vtal concepto de igualdad entre los ciudadanos y los pueblos de España, algunos comentaristas sostienen que las decisiones de Zapatero son tan desacertadas y decepcionantes que parecen tomadas por un enemigo de España que está dispuesto a destruirla.