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Un PSOE dócil y sometido a Sánchez se reúne hoy para aplaudir sus alianzas y su política



Pedro Sánchez, que exige autonomía plena a su partido y no tolera oposición interna alguna, reune hoy al Comité Federal del PSOE, el máximo órgano entre congresos, con la seguridad de que logrará la aprobación a su política y el aplauso a sus líneas de gobierno, a pesar de los cambios, errores y de la creciente resistencia de la sociedad española a su política. El PSOE de Sánchez sancionará hoy y aplaudirá con sometimiento cambios de rumbo históricos como sus alianzas con los partidos contrarios a la Constitución y a España, su política de apoyo a la narcodictadura de Venezuela, su enfrentamiento, silencioso pero duro, a Estados Unidos, el vergonzoso entreguismo con Gran Bretaña en las negociaciones sobre el Brexit y Gibraltar y la escandalosa estafa socialista a los votantes españoles, a los que prometió que no haría nada de lo que ahora está haciendo, una transgresión de la esencia democrática que pasará a la historia socialista como una mancha de suciedad imborrable.

Aunque dos barones socialistas críticos, el presidente castellano-manchego, Emiliano García-Page, y el presidente de Aragón, Javier Lambán, cuestionan los acuerdos con el independentismo catalán y ERC y el presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara le ha advertido que no vaya demasiado lejos en sus concesiones a los independentistas, Sánchez tiene razón al sentirse eufórico porque su partido le apoya de manera casi unánime, a pesar del rechazo que sus políticas despiertan en la sociedad española.
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Son los escasos barones críticos a Sánchez. Falta el extremeño Fernández Vara, pero su crítica es débil y dudosa.
Este sábado, en el Comité Federal del PSOE, el máximo órgano entre congresos, Pedro Sánchez expondrá por fin a su partido el acuerdo alcanzado con ERC para su investidura y hasta dónde piensa llegar en sus negociaciones con los republicanos catalanes, tanto para afrontar el conflicto de Catalunya, como para sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado.

Sánchez se comporta como un dictador en el gobierno, imponiendo sus criterios a la sociedad española, pero es todavía más tirano dentro del PSOE, partido al que quiere ver sometido por completo a su voluntad. Como pidió ante su Ejecutiva Federal el día después de las elecciones del 10-N, hasta hoy ha tenido manos libres durante todo este tiempo para gestionar su investidura, su Gobierno y sus acuerdos, sin que el partido hay tenido hasta ahora el más mínimo protagonismo, ya que todo se ha gestado desde La Moncloa.

El acuerdo con Unidas Podemos para el Gobierno de coalición sí ha contado con el apoyo mayoritario del PSOE y de su militancia, pero no ocurre lo mismo con el pacto de investidura alcanzado con ERC y la mesa de diálogo entre gobiernos que se ha acordado con los independentistas.

En este asunto, distintos barones socialistas y, en especial, el presidente castellano-manchego, Emiliano García-Page, y el presidente de Aragón, Javier Lambán, han manifestado en público y reiteradamente su desacuerdo. Y también el presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, ha advertido hasta dónde se puede llegar frente a las reivindicaciones independentistas. La andaluza Susana Díaz, que lideró en el pasado la oposición a Sánchez, está ahora hecha un guiñapo, tristemente sometida al sanchismo para sobrevivir y conservar privilegios en una Andalucía que ya no es el santuario del poder socialista y que está gobernada por el PP y Cs.

Factores adversos a Sánchez como las criticas internas del viejo socialismo, encabezado por Felipe González, la creciente hostilidad de Estados Unidos y otros países aliados a su política, el alejamiento del dinero internacional de España, el retroceso de la economía, las crecientes oleadas de críticas a su política de alianzas con el comunismo y el nacionalismo más feroz, el amenazante crecimiento de VOZ y el rechazo a la prevista subida general de impuestos, entre otros, ni siquiera tendrán un eco dentro del debate del partido, que se quedará reducido a un fuerte aplauso al líder que les ha conducido hacia lo único que de verdad interesa hoy al socialismo español: el poder y el reparto de privilegios.

García-Page es, sin duda, quien está liderando las escasas voces críticas a algunas decisiones de Sánchez. Primero ya puso en cuestión las negociaciones con ERC diciendo la ya famosa frase de que “para Reyes no quiero vaselina" y, después, desmarcándose abiertamente del pacto para la investidura con los republicanos catalanes y rechazando cualquier tipo de consulta independentista en Catalunya. Hace días subió el tono al criticar la reforma del Código Penal que propone el presidente del Gobierno para reducir las penas del delito de sedición. Page afirmó que “con el Código Penal no se mercadea". Page, finalmente, ha advertido que no piensa callarse y avisa “Sólo faltaría que el PSOE quisiera imponer una ley del silencio".

Tampoco se calla el presidente de Aragón, Javier Lambán, quien ha calificado a los catalanes independentistas y concretamente a ERC como "indeseables" y pidió a Sánchez que hiciera todo lo posible para que la gobernabilidad de España no dependa de ese partido independentista.

Pero Sánchez es un pequeño dictador dentro y fuera de su partido y sabe que tiene a su lado a los millones de socialistas y simpatizantes que se benefician de su gobierno y del reparto del botín, que es el mejor de los argumentos para un partido que ha abandonado casi por completo su ideología, que se ha alejado de la Constitución y que, bajo la mano de Sánchez se ha vuelto demasiado frentepopulista, anticonstitucional y antiespañol.

Algunos críticos, en privado y sin atreverse a hablar en público porque temen la crueldad de Sánchez con los disidentes, han dicho ante la reunión del Comité Federal que "la vaselina se ha acabado" y que Sanchez está enterrando al PSOE y pronto acabará con casi siglo y medio de historia socialista.

Francisco Rubiales

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Sábado, 15 de Febrero 2020
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