El líder del Poder Ejecutivo venezolano que hoy en día tiene en su nómina a la Asamblea Nacional, al Poder Judicial, a la Defensoría del Pueblo, a la Fiscalía General y a las Fuerzas Armadas, se parece mucho al pueblo que tiene bajo su férula…
Étnicamente su genotipo es el mismo que por lo menos el del 80% de sus compatriotas, su fenotipo lo hace lucir como el 50% de los venezolanos; cosa que sucede así por ser la primera vez en Venezuela que llega un triétnico a presidente.
El idioma que frecuentemente habla es el español venezolano, variedad del idioma español (castellano), y lo entiende el 95% de los venezolanos.
La religión que con más frecuencia declara como suya es la de católico, apostólico y romano, practicada por la mayoría de los venezolanos, aunque con algunas escapadas para rendir culto a María Lionza y a ceremonias santeras tal como lo hacen en gran número otros venezolanos.
La tradición que apoya el mandamás de turno, es todo aquello que una generación hereda de las anteriores y, por estimarlo valioso y que les garantizó en su momento la supervivencia para poder transmitir su ADN, la lega a las siguientes (o por lo menos éste trata furiosamente de imponer), pero lo que fue bueno para sus ancestros manumisos, no lo fue para hombres y mujeres que nacieron libres.
Se considera tradicionales a los valores, creencias, costumbres y formas de expresión artística característicos de una comunidad, en especial a aquéllos que se trasmiten por vía oral. Lo tradicional coincide así, en gran medida, con la cultura y el folclore o "sabiduría popular"; de creer que no es así referirse a los programas de TV y la radio, donde parece que el primer mandatario le habla a alguien que está en un cuartel o en un patio de bolas criollas, cosa que es visceral y disfrutada por el pueblo llano ( ejemplos: a mi esposa esta noche le daré lo suyo…, mi nieto viene cargado como su abuelo… lo que han resuelto en la Asamblea Nacional es una plasta…este dulce (postre) de lechoza (papaya) me lo envió mi amá, etc.)
La visión conservadora de la tradición (tal vez un 20% de los venezolanos) ve en ella algo que mantener y acatar acríticamente.
Sin embargo, la vitalidad de una tradición depende de su capacidad para renovarse, cambiando en forma y fondo (a veces profundamente) para seguir siendo útil.
Como hemos visto, el mandatario mas poderoso como nunca antes hubo, se parece muchísimo a la mayoría de los venezolanos.
No han podido con él los escándalos financieros, las apropiaciones ilícitas de bienes de la nación, la baja del precio del petróleo crudo, la disminución en el PIB per cápita año, el encarcelamientos de sus enemigos políticos sin habeas corpus, las donaciones exorbitantes de bienes de la nación a países extranjeros, los apagones masivos; esto parece o nos hace pensar que los venezolanos estamos pagando un karma, pues durante la IV República no se aprendió como hacer oposición. Además, ahora, aparentemente, no hay nadie que no tenga tejado de vidrio o rabo de paja.
Por las razones antes dichas y lo bien anclado que está el primer mandatario nacional, a estas alturas (octubre 2008, y las elecciones para gobernadores y alcaldes serán el 23 de noviembre), la oposición no ha publicado un plan para la nación que diga cuál es el país que queremos para los próximos 25 – 50 años, ni cómo va a ser el nuevo contrato social/laboral, o como van a quedar las masas de las clases bajas y cual va a ser la suerte de las clases medias.
Muchos piensan que para continuar en una proto-democracia capitalista, como antes, sofocados por oportunistas suspensiones de garantías sociales y económicas, no vale la pena apoyar a las clases altas que tradicionalmente tienen conchupancia con el gobierno de turno.
Hay loables esfuerzos, aunque tardíos, como el de la VenAmCham (Cámara Venezolano Americana de Comercio e Industria), que hoy en día propicia iniciativas de Responsabilidad Social Empresarial, pero dirigidas a los microempresarios (poco más que braceros) para que en mejores condiciones puedan vender sus productos a las grandes empresas consumidoras; ¿será ésta una nueva modalidad de deber favores al patrón, al agiotista o a un amo bueno?
Será que algún día en Venezuela pueda ser un país de ciudadanos libres, prósperos y con propiedades, sin tener que ser una rémora del Estado, o peor aún del gobierno de turno, con todos sus chantajes y peajes y sin tener que mendigar por un puesto de trabajo en la empresa privada?
Francisco José Burgos Navarrete
Étnicamente su genotipo es el mismo que por lo menos el del 80% de sus compatriotas, su fenotipo lo hace lucir como el 50% de los venezolanos; cosa que sucede así por ser la primera vez en Venezuela que llega un triétnico a presidente.
El idioma que frecuentemente habla es el español venezolano, variedad del idioma español (castellano), y lo entiende el 95% de los venezolanos.
La religión que con más frecuencia declara como suya es la de católico, apostólico y romano, practicada por la mayoría de los venezolanos, aunque con algunas escapadas para rendir culto a María Lionza y a ceremonias santeras tal como lo hacen en gran número otros venezolanos.
La tradición que apoya el mandamás de turno, es todo aquello que una generación hereda de las anteriores y, por estimarlo valioso y que les garantizó en su momento la supervivencia para poder transmitir su ADN, la lega a las siguientes (o por lo menos éste trata furiosamente de imponer), pero lo que fue bueno para sus ancestros manumisos, no lo fue para hombres y mujeres que nacieron libres.
Se considera tradicionales a los valores, creencias, costumbres y formas de expresión artística característicos de una comunidad, en especial a aquéllos que se trasmiten por vía oral. Lo tradicional coincide así, en gran medida, con la cultura y el folclore o "sabiduría popular"; de creer que no es así referirse a los programas de TV y la radio, donde parece que el primer mandatario le habla a alguien que está en un cuartel o en un patio de bolas criollas, cosa que es visceral y disfrutada por el pueblo llano ( ejemplos: a mi esposa esta noche le daré lo suyo…, mi nieto viene cargado como su abuelo… lo que han resuelto en la Asamblea Nacional es una plasta…este dulce (postre) de lechoza (papaya) me lo envió mi amá, etc.)
La visión conservadora de la tradición (tal vez un 20% de los venezolanos) ve en ella algo que mantener y acatar acríticamente.
Sin embargo, la vitalidad de una tradición depende de su capacidad para renovarse, cambiando en forma y fondo (a veces profundamente) para seguir siendo útil.
Como hemos visto, el mandatario mas poderoso como nunca antes hubo, se parece muchísimo a la mayoría de los venezolanos.
No han podido con él los escándalos financieros, las apropiaciones ilícitas de bienes de la nación, la baja del precio del petróleo crudo, la disminución en el PIB per cápita año, el encarcelamientos de sus enemigos políticos sin habeas corpus, las donaciones exorbitantes de bienes de la nación a países extranjeros, los apagones masivos; esto parece o nos hace pensar que los venezolanos estamos pagando un karma, pues durante la IV República no se aprendió como hacer oposición. Además, ahora, aparentemente, no hay nadie que no tenga tejado de vidrio o rabo de paja.
Por las razones antes dichas y lo bien anclado que está el primer mandatario nacional, a estas alturas (octubre 2008, y las elecciones para gobernadores y alcaldes serán el 23 de noviembre), la oposición no ha publicado un plan para la nación que diga cuál es el país que queremos para los próximos 25 – 50 años, ni cómo va a ser el nuevo contrato social/laboral, o como van a quedar las masas de las clases bajas y cual va a ser la suerte de las clases medias.
Muchos piensan que para continuar en una proto-democracia capitalista, como antes, sofocados por oportunistas suspensiones de garantías sociales y económicas, no vale la pena apoyar a las clases altas que tradicionalmente tienen conchupancia con el gobierno de turno.
Hay loables esfuerzos, aunque tardíos, como el de la VenAmCham (Cámara Venezolano Americana de Comercio e Industria), que hoy en día propicia iniciativas de Responsabilidad Social Empresarial, pero dirigidas a los microempresarios (poco más que braceros) para que en mejores condiciones puedan vender sus productos a las grandes empresas consumidoras; ¿será ésta una nueva modalidad de deber favores al patrón, al agiotista o a un amo bueno?
Será que algún día en Venezuela pueda ser un país de ciudadanos libres, prósperos y con propiedades, sin tener que ser una rémora del Estado, o peor aún del gobierno de turno, con todos sus chantajes y peajes y sin tener que mendigar por un puesto de trabajo en la empresa privada?
Francisco José Burgos Navarrete